Naciones Unidas. La migración, objeto de un Pacto Mundial que será sometido a aprobación durante una cumbre el 10 y 11 de diciembre en Marrakech, desencadena pasiones en un momento propenso a las crisis en varias regiones.
En julio, con la notable excepción de Estados Unidos, todos los países de Naciones Unidas adoptaron en Nueva York, y tras largas negociaciones, este Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular.
No vinculante, el documento de unas 25 páginas y primero de su tipo, remarca un cuadro de principios –defensa de los derechos humanos, de los niños, reconocimiento a la soberanía nacional– y una veintena de propuestas para ayudar a los países a hacer frente a la migración, facilitando la información, la integración de migrantes, e intercambiando experiencias.
En medio de un creciente flujo de migrantes en el mundo, el acuerdo prohíbe las detenciones arbitrarias, y no autoriza los arrestos más que como último recurso.
En el 2017, el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump se había retirado de las discusiones, afirmando que las disposiciones del documento contrariaban su política migratoria y su voluntad de acabar con el cruce ilegal de migrantes centroamericanos.
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Desde julio, se acumulan las deserciones o aplazamientos de una decisión, proyectando una sombra sobre la cumbre en Marrakech. “Es crucial que los desafíos y las oportunidades de la migración internacional nos unan en vez de dividirnos”, insiste el texto.
La representante especial de la ONU para las migraciones, la canadiense Louise Arbour, desestimó este martes las críticas, atribuyendo a la xenofobia y las políticas internas de los países que desertaron del pacto. “No es un tratado sino un marco de trabajo” propuesto para un “asunto mundial”, afirmó, insistiendo en el carácter consultivo del documento.
Durante el verano boreal, Hungría se alineó con la posición estadounidense, y a medida que se aproxima la cumbre en Marruecos, varios otros países tiraron la toalla o congelaron su decisión: entre ellos Australia, República Checa, Israel, Polonia, Austria, Bulgaria, Eslovaquia, Bélgica.
Incluso Suiza, facilitador junto con México del consenso logrado en julio para el pacto tras 18 meses de negociaciones, enfrenta una oposición en el Parlamento.
De acuerdo con los facilitadores, los 27 países de la Unión Europea hablaron durante las negociaciones "con una sola voz".
Algunos de ellos exhiben miedo de sufrir una oleada de migrantes. Según Budapest, el texto es "peligroso" ya que "incitará a millones de personas a tomar la carretera". "No garantiza la seguridad de Polonia", dijo por su parte Varsovia.
Sin embargo, todos esos argumentos “no son muy precisos”, respondió Louise Arbour, expresando su incomprensión pues el texto “protege la soberanía” de los Estados.
Por su lado, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, dijo esperar "que esos países regresen en el futuro al Pacto".
"Eso significaría que que toman el asunto seriamente", agregó, pues "la historia de la humanidad es la historia de los pueblos en movimiento".
El número de personas que cambian de país a nivel mundial aumentó a 250 millones, un 3,4% de la población del planeta.
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“Los migrantes son un motor extraordinario de crecimiento y el Pacto Mundial por una Migración Segura, Ordenada y Regulada (...) es un paso sin precedentes para aumentar la cooperación internacional”, había estimado en julio el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Según él, 60.000 migrantes han muerto desde el año 2000 en el mar, el desierto o en otro lugar.
"El Pacto Mundial no impondrá nada a nadie, pero ofrece soluciones", resumió entonces el el facilitador mexicano, embajador Juan José Gómez Camacho.
Varias organizaciones, como Amnistía Internacional o la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR), habían saludado la adopción del texto.
El presidente de la FICR, Francesco Rocca, había pedido "levantar las barreras que impiden a los migrantes vulnerables el acceso a la ayuda humanitaria y los servicios básicos".
Luego de la cumbre en Marrakech, en la que el texto debe ser formalmente ratificado sin firma, se prevé una resolución de la Asamblea General que, esperan en la ONU, concluya con una aprobación sin votación y por consenso. En el capítulo siguiente, sería posible establecer una red de coordinación sobre migraciones en la ONU, según Arbour.