Washington. Estados Unidos lanzó este sábado un ataque con dron contra el grupo yihadista Estado Islámico en Afganistán, al tiempo que encara la recta final de la evacuación en el aeropuerto de Kabul bajo amenaza de nuevos atentados.
“El ataque aéreo no tripulado se produjo en la provincia afgana de Nangahar. Los primeros indicios apuntan a que hemos matado al objetivo”, dijo en un comunicado el capitán Bill Urban, del Comando Central, indicando no tener constancia de “ninguna víctima civil”.
El ataque, lanzado desde fuera de Afganistán, es el primero del Ejército estadounidense tras el atentado suicida del jueves en el aeropuerto de Kabul, que causó al menos 85 víctimas mortales, entre ellas 13 soldados norteamericanos.
Algunos medios de comunicación informaron que las víctimas mortales se acercarían a las 200.
Después del ataque reivindicado por el Estado Islámico del Khorasan (EI-K), la rama de este grupo en Pakistán y Afganistán, el presidente Joe Biden había prometido represalias.
“Los perseguiremos y los haremos pagar”, afirmó en un discurso tras el golpe más mortífero contra el Ejército estadounidense en Afganistán desde el 2011.
El riesgo de atentados persiste, según Washington. “Todavía creemos que hay amenazas específicas y creíbles”, advirtió el viernes John Kirby, vocero del Departamento de Defensa estadounidense.
La vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, señaló que otro ataque era “probable” y que los próximos días serán “el periodo más peligroso hasta la fecha”.
Control del aeropuerto
En la noche de este viernes, como en la víspera del atentado, la embajada de Estados Unidos en Kabul urgió a sus ciudadanos a abandonar “inmediatamente” las inmediaciones del aeródromo.
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“Debido a amenazas a la seguridad del aeropuerto de Kabul, continuamos aconsejando a los ciudadanos estadounidenses que eviten acudir al aeropuerto y eviten las puertas de aeropuerto”, indicó la embajada.
Un intercambio dialéctico entre talibanes y estadounidenses acentuó la tensión a escasos días de la fecha límite del 31 de agosto prevista para culminar la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán tras 20 años de guerra, lo que marcará también el fin de las evacuaciones.
Los talibanes, a través de su vocero Bilal Karimi, reivindicaron estar en control de “tres importantes sitios de la parte militar del aeropuerto” de Kabul.
Poco después, el vocero del Pentágono, John Kirby, negaba que los talibanes estuvieran “a cargo de ninguna de las puertas” ni “ninguna de las operaciones del aeropuerto”.
Con todo, el viernes transcurrió en relativa calma en Kabul, especialmente alrededor del aeropuerto, donde los vuelos de repatriación fletados por las potencias occidentales retomaron su actividad desde primera hora de la mañana, aunque a menor ritmo que en días precedentes.
Evacuaciones ‘hasta el último momento’
En el recinto aeroportuario todavía hay unas 5.400 personas esperando subirse a un avión, aseguró el general estadounidense Hank Taylor, precisando que las evacuaciones se mantendrán “hasta el último momento”.
Más de 109.000 personas fueron evacuadas desde el 14 de agosto, el día antes de la entrada de los talibanes en Kabul, según las últimas cifras del gobierno estadounidense.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea pidieron seguir con las evacuaciones pese al atentado, pero son numerosos los países que ya han concluido sus enlaces con la capital afgana.
Uno de los últimos fue Francia que, sin embargo, apuntó a conversaciones con los talibanes para poder seguir sacando gente del país después del 31 de agosto.
Suiza, Italia, España o Suecia también informaron del fin de sus misiones el viernes y, en días anteriores, lo habían hecho Alemania, Holanda, Canadá o Australia.
El primer ministro británico Boris Johnson enfatizó que sus operaciones de evacuación también afrontaban “sus últimas horas”, pero se comprometió a mover “cielo y tierra” para “ayudar a salir” a los afganos aptos para pedir asilo.
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‘Derecho innato’ a trabajar
En su retorno al poder, los talibanes tratan de confeccionar una imagen de apertura y moderación. Pero muchos afganos, a menudo urbanos y educados, temen una repetición del régimen fundamentalista y brutal que impusieron entre 1996 y el 2001.
Los trabajadores locales de las delegaciones extranjeras o del gobierno derrocado temen ser silenciados o represaliados y componen el grueso de los candidatos al exilio.
Especial temor hay por la situación de las mujeres, que bajo el anterior régimen no podían trabajar ni estudiar.
En un intento de aplacar estos miedos, un representante talibán aseguró que las mujeres tienen “derecho innato” a trabajar.
“Pueden trabajar, pueden estudiar, pueden participar de la política y pueden hacer negocios”, aseguró Sher Mohammad Abbas Stanikzai, quien fuera negociador de los islamistas en las fallidas conversaciones de paz de Doha.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, convocó a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad para una reunión el lunes sobre Afganistán.
La situación de este país también centrará gran parte de la atención de una cumbre regional organizada por Irak, con la presencia de los jefes de la diplomacia de Irán y Arabia Saudí, los presidentes egipcio Abdel Fatah al Sisi y francés Emmanuel Macron, y el rey de Jordania Abdalá II.