Washington. Estados Unidos mató este sábado a dos importantes cargos del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Afganistán con un dron, apenas dos días después del sangriento atentado de Kabul, mientras que en el aeropuerto las evacuaciones se acercan a su fin.
“Puedo confirmar que dos objetivos importantes de EI murieron y otro fue herido” en el ataque lanzado el sábado desde fuera de Afganistán, dijo el general estadounidense Hank Taylor.
El vocero del Pentágono, John Kirby, se negó a explicar si los blancos del ataque estuvieron directamente involucrados en el atentado del jueves en el aeropuerto, que mató a más de 100 personas, incluidos 13 soldados estadounidenses.
“Son organizadores y operadores del EI-K, esa es razón suficiente”, respondió Kirby en una conferencia de prensa.
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Este atentado fue reivindicado por el grupo Estado Islámico en Khorasan (EI-K), la rama de la organización que opera en Afganistán y Pakistán.
Después del ataque de Kabul, la crisis más grave de la presidencia de Joe Biden, el mandatario estadounidense prometió represalias.
El ataque fue el golpe más mortífero contra el Ejército estadounidense en Afganistán desde 2011.
El presidente Biden advirtió el sábado que un nuevo ataque contra el aeropuerto de Kabul es “muy probable” en “las próximas 24 a 26 horas”, y comentó que el bombardeo estadounidense que mató a dos integrantes del EI no será “el último”.
Control del aeropuerto
Varios mensajes contradictorios de talibanes y estadounidenses acentuaron la tensión ante la fecha límite del 31 de agosto, prevista para culminar la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán tras 20 años de guerra.
Los talibanes, a través de su portavoz Bilal Karimi, reivindicaron el control de “tres importantes sitios de la parte militar del aeropuerto” de Kabul.
Poco después, el vocero del Pentágono negaba que los talibanes estuvieran “a cargo de ninguna de las puertas” ni “ninguna de las operaciones del aeropuerto”.
La incógnita persiste sobre cómo saldrán los últimos candidatos a la evacuación de Kabul.
“Tenemos listas de los estadounidenses (...). Si su nombre está en la lista, puede atravesar” los puestos de control hasta el aeropuerto, indicó un responsable talibán a la AFP cerca del terminal de pasajeros.
Los vuelos de repatriación fletados por las potencias occidentales retomaron su actividad, aunque según el jefe de las fuerzas armadas británicas, el general Nick Carter, ya quedan muy pocos vuelos.
Reino Unido concluyó sus operaciones aéreas este sábado. En tierra se quedarán 150 británicos y entre 800 y 1.000 afganos, explicó el general, que reconoció que esa decisión es “desgarradora”.
Francia ya ha iniciado contactos con Catar, que mantiene canales de comunicación con los talibanes, para proseguir con las evacuaciones después del 31 de agosto, informó el presidente Emmanuel Macron durante una conferencia en Irak.
La canciller alemana, Angela Merkel, se entrevistó con el primer ministro británico Boris Johnson y el holandés Mark Rutte para analizar los próximos pasos a seguir con las evacuaciones.
En el recinto aeroportuario de Kabul todavía hay unas 5.400 personas esperando subirse a un avión, dijo el general estadounidense Hank Taylor, precisando que las evacuaciones se mantendrán “hasta el último momento”.
Casi 112.000 personas fueron evacuadas desde el 14 de agosto, el día antes de la entrada de los talibanes en Kabul, según las últimas cifras del gobierno estadounidense.
‘Derecho innato’ a trabajar
Tras su retorno al poder, los talibanes tratan de mostrar una imagen de apertura y moderación. Pero muchos afganos temen una repetición del régimen fundamentalista y brutal que impusieron entre 1996 y 2001.
Especial temor hay por la situación de las mujeres, que bajo el anterior régimen no podían trabajar ni estudiar.
En un intento de aplacar estos miedos, un representante talibán aseguro que las mujeres tienen “derecho innato” a trabajar.
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“Pueden trabajar, pueden estudiar, pueden participar en la política y pueden hacer negocios”, aseguró Sher Mohammad Abbas Stanikzai, quien fuera negociador de los islamistas en las fallidas conversaciones de paz de Doha.
Los que lograron huir tienen una visión diferente.
“Mi marido trabajaba para la embajada estadounidense. Ellos (los talibanes) nos habrían matado si nos hubiéramos quedado”, explicó en inglés Wazhma a la AFP en una instalación norteamericana en Emiratos Árabes Unidos, unas horas antes de tomar un avión rumbo a Estados Unidos.
“Huimos con lo puesto. Nada más”, afirmó.
Preguntada sobre si alguna vez volvería a su país, Wahzma se rió y dijo: “Nunca, salvo si los talibanes se van”.