El Cairo
Dos años después de que el Ejército derrocara al presidente islamista Mohamed Mursi, los yihadistas siguen perpetrando ataques mortales en Egipto, cuyas autoridades mantienen a su vez una sangrienta represión contra cualquier tipo de oposición.
El país árabe más poblado vive una ola de tentados sin precedentes desde que el exjefe de las Fuerzas Armadas y actual presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, destituyera y detuviera a Mursi el 3 de julio de 2013, al término de varias manifestaciones masivas contra el que fue su único año en el poder.
Los acontecimientos de esta semana hablan por sí solos. Tras el asesinato del fiscal general Hisham Barakat en un espectacular atentado con bomba en El Cairo, el 29 de junio, combatientes vinculados al grupo yihadista Estado Islámico (EI) lanzaban dos días después una serie de ofensivas coordinadas contra varias posiciones del Ejército en la península del Sinaí, que dejaron decenas de muertos.
Al mismo tiempo, "asistimos (en Egipto) al regreso de la represión y de las detenciones arbitrarias", declaró Mohamed Nabil, miembro del movimiento de jóvenes laicos y de izquierdas 6 de Abril, prohibido por la justicia en el 2014. "El fracaso político (de las actuales autoridades) es brutal a todo nivel", agregó.
Durante los meses posteriores al derrocamiento de Mursi, las fuerzas de seguridad egipcias mataron a más de 1.400 personas, en su mayoría manifestantes islamistas. Decenas de miles más han sido encarcelados y otros cientos condenados a muerte en apresurados procesos masivos, entre ellos el propio Mursi y varios dirigentes de su cofradía de los Hermanos Musulmanes.
Como represalia por esta opresión, los movimientos yihadistas han asesinado a cientos de policías y soldados, lo que representa un serio desafío para el presidente Al-Sisi, cuyo primer objetivo es restablecer la seguridad y relanzar una economía en serias dificultades.
Aunque en un primer momento la represión se limitaba a los islamistas, las autoridades la extendieron rápidamente a los movimientos laicos y de izquierdas, que encabezaron la revuelta del 2011 para expulsar del poder al entonces gobernante Hosni Mubarak.
"Las autoridades egipcias han demostrado que no se detendrán ante nada en su intento de aplastar cualquier desafío", afirmó, en un comunicado, la directora adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África, Hassiba Hadj Sahraoui.
Justo después del homicidio de Barakat, el presidente Al-Sisi prometió juicios diligentes y una legislación más dura para luchar contra el "terrorismo". Y, dos días después, el Gobierno aprobó una nueva ley antiterrorista para "ofrecer una justicia rápida y vengar a nuestros mártires".
Pero, dos años después de la destitución del primer presidente elegido democráticamente en Egipto, la recuperación de la economía se mantiene como uno de los principales desafíos, en un contexto de inflación del 13,5% y de déficit presupuestario del 12%.
"El crecimiento económico actual es del 5%, cuando se necesitaría un crecimiento del 7% al 8%, visto el crecimiento demográfico del 2,6%", explicó el economista Angus Blair, director de Signet Institute con sede en El Cairo, quien espera "otros proyectos de desarrollo en el sector de las infraestructuras para potenciar la creación de empleo".
Pero la estabilidad se ve lejana. Este viernes dos cohetes disparados desde el Sinaí egipcio explotaron en el sur de Israel, sin dejar víctimas, indicó un portavoz militar israelí. El EI en Egipto reivindicó el ataque este viernes.
"Tres cohetes Grad fueron disparados contra posiciones israelíes en la Palestina ocupada", reconoció el EI de "la provincia de Sinaí", mediante una declaración a través de la red social Twitter.
Por otro lado, La Fuerza Aérea egipcia utilizó F-16 este miércoles para bombardear posiciones de los rebeldes en una ciudad del norte del Sinaí que había sido tomada por sorpresa.
Este viernes, el movimiento Hamás, en el poder en Gaza, calificó de "propaganda" las declaraciones de Israel en las que lo acusa de apoyar ataques yihadistas en el Sinaí contra el ejército egipcio, al tiempo que incrementó sus declaraciones de calma respecto a Egipto.
"Las declaraciones del ocupante (israelí) sobre una ayuda dada por Hamás al Estado Islámico (EI) son acusaciones estúpidas y son propaganda para atacar a Hamás", afirmó el portavoz del movimiento en Gaza, Sami Abou Zouhri.