París. A la espera de la anunciada contraofensiva ucraniana, el ejército ruso construyó una línea defensiva de más de 800 kilómetros, en algunos puntos triplicada, y movilizó una gran cantidad de soldados para mantenerla.
Tras una ofensiva rusa en los últimos meses, con avances limitados, el ejército ucraniano prepara su contraofensiva, anunciada para la primavera, aunque podría aplazarse hasta el verano.
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El ejército ruso parece haber aprendido de los errores del pasado y organizó sus defensas con el objetivo de mantener el conflicto como una guerra de desgaste.
Fortificaciones
Las instalaciones defensivas rusas se extienden a lo largo de un frente de entre 800 y 900 kilómetros, desde la ciudad meridional de Jersón hasta el noreste de Ucrania.
A lo largo de esta línea defensiva, hay una acumulación de “capas de fortificaciones y trincheras”, explica a esta agencia Brady Africk, del laboratorio de ideas American Enterprise Institute.
Según este experto, "incluye trampas antitanques, barreras, líneas de defensa prefabricadas como dientes de dragón (estructuras piramidales utilizadas desde la Segunda Guerra Mundial)", además de trincheras para soldados.
Los ataques ucranianos chocarán contra varias líneas de defensa sucesivas.
“El objetivo de los rusos es encajar el golpe” con la primera línea, explica Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES).
En la segunda línea defensiva, "el ataque enemigo tiende a enredarse y, si logra superarla, la tercera resulta realmente complicada", sostiene este analista francés.
¿Dónde? ¿Cuándo?
La extensa línea del frente ofrece varias opciones del lugar en que podría efectuarse la posible contraofensiva ucraniana y quizás Kiev aún no decidió dónde impulsarla.
“En cualquier estrategia defensiva, uno intenta llevar al atacante a la zona que eligió”, explica Andrew Gaker, analista del instituto británico Janes.
Según este experto, quizás los ucranianos todavía no eligieron el lugar del inicio de la contraofensiva, que podría ser precedida de un señuelo, un ataque de pequeña escala" para que los rusos se movilicen contra "un ataque que no será el principal".
La contraofensiva podría empezar en Bajmut, la ciudad del Donbás donde tiene lugar la batalla más larga del conflicto y controlada actualmente en un 80% por el ejército ruso, dice Vasily Kachin, de la Escuela Superior de Economía de Moscú.
"Las informaciones que disponemos resultan muy limitadas", reconoce, sin embargo, Kachin.
El jefe del grupo paramilitar ruso Wagner, Yevgueni Prigozhin, pronosticó que la contraofensiva empezará el 9 de mayo, fecha en que sus tropas tienen previsto hacerse con el control de la totalidad de esta localidad devastada.
El 9 de mayo se conmemora la victoria soviética contra la Alemania nazi.
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Concentración de soldados rusos
El Kremlin confía en que las líneas defensivas resistan gracias a una importante concentración de soldados rusos, tras varias campañas de reclutamiento de reservistas.
"Aunque agotado por sus esfuerzos, el dispositivo ruso dispondrá de un número suficiente de reservas de hombres para absorber el choque", aseguran Philipe Gros y Vincent Tourret en un estudio de la Fundación para la Investigación Estratégica, un laboratorio de ideas francés.
El ejército ucraniano logró en setiembre una fulgurante contraofensiva en la región de Járkov (noreste), pero ahora la posición rusa “es mucho más sólida que entonces”, reconoce el excoronel francés e historiador militar Michel Goya.
"Ninguna ofensiva ucraniana, incluso la más eficaz, servirá para acabar con la guerra", sostiene Kachin.
Presión para Ucrania
El ejército ucraniano está en teoría mejor armado que hace un año, gracias a la importante ayuda militar por parte de países occidentales, sobre todo de Estados Unidos.
No obstante, una parte de este armamento aún no llegó al frente. Kiev también debe gestionar la complejidad de compaginar armamento soviético, más antiguo, con armamento occidental, más moderno.
Según la Fundación para la Investigación Estratégica, las tropas ucranianas sufren "un elevado nivel de pérdidas a causa de la guerra de desgaste, especialmente, entre los oficiales y los soldados más experimentados".
Además el ejército ucraniano sufre "de una limitación drástica en el consumo de municiones".
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, es consciente de estas dificultades, pero también de la presión por parte de sus aliados occidentales, sobre todo de Estados Unidos, donde el envío de ayuda militar a Ucrania genera cada vez más debate, especialmente en el opositor Partido Republicano.
Zelenski “no tiene derecho al error. Solo podrá actuar cuando esté seguro de su golpe”, asegura Razoux sobre la eventual contraofensiva.