Jartum. Las fuerzas de seguridad sudanesas detuvieron a decenas de manifestantes este domingo y dispersaron movilizaciones con granadas de gas lacrimógeno, en el primer día de una nueva campaña de desobediencia civil contra el ejército, que asumió el poder tras el golpe de estado del 25 de octubre. Los opositores han entrado en resistencia desde la disolución de todas las instituciones del país y el arresto de civiles, por parte del general Abdel Fattah al Burhan, jefe de los militares.
Después de una primera movilización el mismo día del golpe, los sindicatos y otras organizaciones pidieron de nuevo a los sudaneses que salgan a la calle el domingo, primer día de la semana en Sudán, y el lunes, para mostrar su descontento. Centenares de personas se manifestaron en Atbara, al grito de “No al poder militar”, y decenas de maestros marcharon hacia el Ministerio de Educación en Jartum en una “protesta silenciosa contra las decisiones del general Burhan”, explicó a la AFP Mohammed al Amin, profesor de geografía. ”La policía llegó y nos disparó granadas lacrimógenas, a pesar de que solo estábamos ahí con nuestras pancartas contra el régimen militar”, añadió.
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Según el sindicato de maestros, 87 manifestantes fueron detenidos y una profesora se rompió una pierna durante la dispersión. Horas después, un cortejo de cientos de personas en el barrio de Bourri, al este de Jartum, fue disuelto con gases lacrimógenos. Desde el 25 de octubre, los soldados detuvieron a la mayoría de los dirigentes civiles, una lista de detenidos que no deja de aumentar: políticos, militares activos en las redes sociales, jóvenes que levantan barricadas, altos funcionarios o simples transeúntes, arrestados sin mandato judicial.
Por la noche, los manifestantes habían bloqueado carreteras con ladrillos y piedras, mientras que las tiendas permanecen cerradas. Entre “huelgas generales” y masivas manifestaciones, los sudaneses (que obligaron al ejército a destituir al dictador Omar al Bashir en 2019), quieren tener peso en las negociaciones a puerta cerrada entre militares, dirigentes civiles y mediadores locales e internacional” con el ejército, según se podía leer en los comunicados difundidos por SMS, ante el corte de internet desde hace 14 días.
El ejército quiere formar un nuevo gobierno que sea más favorable a sus intereses políticos y económicos, según afirman algunos analistas. Pero el primer ministro, Abdalá Hamdok, en detención domiciliaria y los escasos ministros que siguen en libertad, piden la vuelta a la situación anterior al 25 de octubre.
Los negociadores de la Liga Árabe, de Sudán del Sur y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) multiplican las reuniones con ambos bandos, y los avances se tornan complicados: el representante de la ONU en Sudán, Volker Perthes, se indignó el jueves ante la detención a manos del ejército, en la misma puerta de su oficina, de políticos que iban a reunirse con él. El jueves, el ejército liberó a cuatro ministros, pero el general Burhan pretende juzgar a los que todavía están detenidos.
El golpe de estado y la represión, que dejó 14 manifestantes fallecidos, según los médicos, le han valido a Sudán una serie de condenas internacionales, así como su suspensión de la Unión Africana y cortes importantes de la ayuda internacional. El miércoles, más de una semana después del golpe, países árabes como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, cercanos al ejército, pedían “la restauración inmediata” del gobierno civil, Egipto, su influyente vecino, no se posiciona.
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