Kiev. El Ejército ucraniano admitió el lunes que las tropas rusas habían logrado expulsar a sus soldados del centro de Severodonetsk, ciudad clave del este de Ucrania por cuyo control se enfrentan ambos bandos desde hace semanas.
“Con el apoyo de la artillería, el enemigo llevó a cabo un asalto a Severodonetsk, con un triunfo parcial y expulsó a nuestras unidades del centro de la ciudad. Los combates continúan”, informó el Ejército en Facebook.
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Serguéi Gaidai, gobernador de la región de Lugansk —de donde Severodonetsk es el centro administrativo para la parte controlada por las autoridades— confirmó que las fuerzas ucranianas habían sido repelidas del centro. “Los combates en las calles siguen (...) los rusos continúan destruyendo la ciudad”, indicó el lunes en Facebook, junto a imágenes de edificios en ruinas y en llamas.
Los separatistas prorrusos que combaten en esta región afirmaron que las últimas divisiones ucranianas en Severodonetsk estaban “bloqueadas”, tras la destrucción del último puente que permitía acceder a la ciudad vecina de Lysychansk. “Tienen dos posibilidades (...): rendirse o morir”, declaró Eduard Basurin, vocero de los separatistas. Gaidai desmintió, sin embargo, el bloqueo.
‘Carne de cañón’
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su mensaje por video del domingo por la noche, describió los últimos combates en Severodonetsk como “muy feroces” y dijo que Rusia estaba desplegando tropas poco entrenadas y utilizando a sus jóvenes como “carne de cañón”.
Para las tropas de Moscú, controlar Severodonetsk allanaría el camino para hacerse con otra gran ciudad del Donbás, Kramatorsk, una etapa importante para conquistar toda la región fronteriza con Rusia, que en parte ya está en manos de los separatistas prorrusos desde el 2014.
Según el gobernador Gaidai, la planta química Azot, donde se refugian cerca de 500 civiles, 40 de ellos niños, fue objeto de bombardeos rusos, e instalaciones de depuración fueron alcanzadas por los proyectiles. “Intentamos negociar un corredor humanitario” para los civiles, pero “por el momento es en vano”, aseguró el responsable en Telegram. En Lysychansk, tres civiles, entre ellos un niño de seis años, fallecieron por los bombardeos en las últimas 24 horas, añadió.
En el plano diplomático, los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se reunieron el domingo para encontrar una solución ante una posible crisis alimentaria planetaria provocada por la invasión rusa de Ucrania, que ha provocado un aumento de los precios de los alimentos.
El encuentro estuvo bajo tensión, sobre todo cuando los delegados expresaron su condena contra la ofensiva rusa y ovacionaron al responsable ucraniano, según el vocero de la institución, Dan Pruzin. Poco después, cuando fue el turno del ministro ruso de Desarrollo Económico, Maxim Reshetnikov, unos treinta delegados abandonaron la sala, agregó el vocero.
Bombas de racimo
Las sanciones impuestas contra Moscú no han impedido que Rusia ingresara $98.000 millones por las exportaciones de energías fósiles durante los primeros 100 días de la guerra contra Ucrania, la mayoría de ellos provenientes de la UE, según un informe de un centro de investigación independiente.
El primer jefe de gobierno (2000-2004) bajo la presidencia rusa de Vladímir Putin, Mijaíl Kasianov, dijo el lunes que el jefe del Kremlin tenía a otros países en su punto de mira. “Si Ucrania cae, los países bálticos serán los próximos” en la lista, aseguró el ahora opositor.
Amnistía Internacional acusó el lunes a Rusia de crímenes de guerra en Ucrania y afirmó que cientos de civiles habían muerto en los ataques en Járkov, muchos de los cuales fueron perpetrados con bombas de racimo, que se abren en el aire liberando miles de pequeñas bombas explosivas capaces de alcanzar zonas más amplias.
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Tras una investigación en profundidad, la oenegé dijo haber hallado pruebas que demuestran que en siete ataques contra barrios de la segunda ciudad ucraniana, en el noreste, las fuerzas rusas utilizaron este tipo de bombas, prohibidas por los tratados internacionales.
Otra organización, Human Rights Watch (HRW), mencionó el lunes el caso de la profesora ucraniana Viktoria Andrusha, de 25 años. Las fuerzas rusas la acusaron de transmitir informaciones al Ejército ucraniano y fue detenida a finales de marzo. Actualmente está presa en Rusia, como otros ciudadanos ucranianos, y su abogado no tiene acceso a ella, alertó la organización.