Moscú. El Novichok, que sirvió para envenenar al opositor ruso Alexéi Navalni según el gobierno alemán, es un grupo de agentes neurotóxicos rusos altamente peligrosos, vetado el año pasado por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OIAC).
Su concepción por parte de científicos soviéticos se remonta a los años 1970-1980, coincidiendo con las últimas décadas de la Guerra Fría.
El Novichok ya había sido empleado en el 2018 para envenenar al exespía Serguéi Skripal y a su hija Yulia en Salisbury, en Reino Unido.
El Kremlin negó entonces toda responsabilidad y el caso provocó una crisis diplomática. En estos últimos días, Moscú aseguró "no tener ninguna prueba" de un envenenamiento de Navalni.
Como el famoso sarín o el VX, el Novichok ("pequeño nuevo") pertenece a la familia de agentes nerviosos, armas químicas que actúan sobre ese sistema del organismo.
Estas sustancias atacan una enzima llamada acetilcolinesterasa, cuyo papel es crucial porque destruye la acetilcolina, una molécula que actúa sobre la contracción de los músculos.
Cuando el agente nervioso bloquea esta enzima, la acetilcolina se acumula afectando al sistema nervioso: los músculos dejan de ser controlados, lo que provoca espasmos y puede provocar la muerte por asfixia.
Los agentes Novichok son "agentes binarios": "las sustancias que las componen se transportan separadamente y se mezclan para activar el veneno. Es extremadamente tóxico", explicó el doctor Richard Parsons, especialista en toxicología en el King's College de Londres, citado por el organismo británico Science Media Centre.
Estos venenos pueden ser administrados "penetrándolos a través de la piel, por inhalación y por ingestión", según un experto de la universidad de Nottingham, el doctor Wayner Carter, citado por el mismo centro.
En noviembre pasado, la OIAC incluyó el Novichok en su lista de sustancias prohibidas, tras una decisión de sus 193 Estados miembros.
Se trató de la primera actualización de la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas desde su entrada en vigor en 1997.
Descontaminación
Para combatir los efectos de los agentes nerviosos, el procedimiento médico clásico consiste en estabilizar las funciones vitales del cuerpo (respiración, ritmo cardíaco).
Paralelamente, hay que administrar atropina al paciente para bloquear los receptores de acetilcolina e impedir su acumulación en el sistema nervioso. Si el tratamiento funciona, el cuerpo evacua la sustancia tóxica y produce de nuevo la enzima.
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Sin embargo, incluso si sobrevive, el paciente envenenado puede sufrir secuelas.
En el 2018, Skripal y su hija sobrevivieron tras un tratamiento médico muy pesado. Pero una habitante de la región murió tras rociarse con el contenido de un frasco hallado por su compañero al creer que se trataba de perfume.
Según los investigadores, el frasco sirvió sin duda para enviar el Novichok desde Rusia. El compañero de la fallecida sobrevivió tras ser hospitalizado durante varias semanas.
"Es importante determinar cuándo y dónde fue administrado el veneno, para asegurarse de que el agente tóxico ya no está presente en el lugar donde fue diseminado", según Carter.
En Salisbury, el trabajo de descontaminación finalizó a principios del 2019, casi un año después del envenenamiento de Skripal. La casa del exespía ruso fue uno de los 12 lugares que se limpió con minuciosidad.
La existencia del Novichok fue revelada en los años 1990 por el químico ruso Vil Mirzaianov. Después de haber trabajado durante casi 30 años para el Instituto de Investigación del Estado para la Química y las Tecnologías Orgánicas, se exilió en Estados Unidos en 1995.
“Solo los rusos” desarrollaron este tipo de agentes nerviosos, aseguró este químico en marzo del 2018, durante el caso Skripal. “Siempre los mantuvieron en secreto y siguen haciéndolo”.