Erbil, Irak
Los kurdos de Irak prevén votar el 25 de setiembre por la independencia, pero para los expertos, este referendo es más un medio de renegociar con Bagdad la participación de los kurdos en la economía y la política que el inicio de la partición del país.
Masud Barzani, presidente de esta región autónoma del norte de Irak, anunció en junio la fecha de este referendo, que Bagdad no reconoce.
En cuanto lo hizo, empezaron a llegar llamados desde el extranjero para que anulara la votación. Sin embargo, ya en julio, el representante de Erbil en Teherán, Nazem Dabbagh, afirmó que el referendo apuntaba más a "solucionar los problemas con Irak" que a "la separación".
Sólo Israel afirma apoyar la independencia del Kurdistán. Los países vecinos, Washington y otras potencias defienden que el Kurdistán, una región autónoma desde 1991, solucione sus discrepancias con Bagdad sin separarse de Irak, donde los yihadistas siguen teniendo dos bastiones.
El ministro británico de Defensa, Michael Falon, viajó a Erbil este lunes para reiterar la oposición de Londres a la consulta, mientras que la ONU presentó "alternativas" a Barzani.
Clima de tensión
Al mismo tiempo, el tono se endureció entre Bagdad y la región autónoma, con la decisión de la Corte Suprema iraquí de suspender el referendo en el Kurdistán.
Después de que el Parlamento federal iraquí votó dos veces en contra del referendo, la instancia jurídica más alta del país decidió suspender la consulta por considerarla inconstitucional.
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"Hemos recibido varias querellas y por eso hemos decidido que había que suspender el referendo", explicó por su parte el portavoz de la Corte, Ayas al Samuk.
Barzani matizó que una victoria del sí no significaría una declaración de independencia inmediata, sino, más bien, "conversaciones serias con Bagdad" para "solucionar todos los problemas". Según los expertos, el referendo es, sobre todo, un medio para arrancarle concesiones al gobierno central en los sectores del petróleo y de las finanzas.
No obstante, el líder kurdo parece decidido a mantener la presión para reforzar su posición frente a Bagdad y a sus oponentes.
El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, afirmó en varias ocasiones estar dispuesto a dialogar con Barzani, aunque en los últimos días endureció el tono y aseguró que podría ordenar una "intervención militar" en caso de amenaza por parte de los combatientes kurdos peshmergas.
Su predecesor, Nuri Al Maliki, ahora vicepresidente, comparó la independencia del Kurdistán con la creación de un "segundo Israel", a lo que el vicepresidente del Parlamento kurdo, Jaafar Aimenky, replicó secamente que "Israel no ha matado a tantos árabes como Nuri Al Maliki durante sus años en el poder".
Por su parte, Turquía, que lleva meses denunciando el referendo inició este lunes un ejercicio militar en la frontera con Kurdistán, asegurando que estaba llevando a cabo, en paralelo, "operaciones antiterroristas en la región fronteriza", escenario de combates cotidianos entre el ejército turco y los separatistas kurdos del PKK.
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También va en aumento el miedo a enfrentamientos entre los peshmergas y la miríada de unidades paramilitares que hay por todo Irak si llegaran a disputarse las zonas arrebatadas a los yihadistas.
El influyente comandante chiita Hadi Al Ameri, jefe de la organización Badr, un potente grupo paramilitar iraquí apoyado por Teherán, advirtió en los últimos tiempos sobre una eventual "guerra civil".
Irán amenazó el domingo con cerrar su frontera con Kurdistán y poner fin a todos los acuerdos de seguridad entre ambos, y que fueron clave para frenar el avance fulgurante de los yihadistas en 2014.
Mientras tanto, otros actores internacionales defendieron el recurso a la diplomacia y al diálogo.
La ONU propuso a Erbil que abandone el referendo a cambio de ayuda para llevar a cabo unas negociaciones con Bagdad durante tres años, algo a lo que Barzani todavía no respondió.
En Kurdistán, electores y políticos no discuten tanto por la idea de un Estado –un sueño anhelado desde hace mucho tiempo– como por el calendario escogido que busca, según los detractores del presidente, mantener en el poder a Barzani, cuyo mandato expiró hace dos años.
Lo que se podría negociar
Mientras todavía quedan en suspenso multitud de cuestiones espinosas, "Masud Barzani quiere ganar ventaja en todos los frentes", explicó Karim Pakzad, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.
Barzani reclama "un mayor papel político y económico, así como el reconocimiento del derecho de los kurdos a explotar y exportar el petróleo del norte", agregó este especialista en Irak. Y de Estados Unidos espera más ayuda, especialmente militar.
El gobierno local lleva meses "afirmando que hay una crisis" y ha reducido el sueldo de los funcionarios, indicó Nozad Mohammed, profesor en Suleimaniya. "Me pagan 1.200.000 dinares iraquíes (unos 860 euros) pero ya no recibo más que 400.000 (unos 286 euros)", lamentó.
La prioridad de Erbil es renegociar, desde una posición de fuerza, "la partida del Kurdistán en los presupuestos nacionales, bloqueada actualmente a causa de la exportación unilateral del petróleo por parte de la región autónoma sin pasar por Bagdad, y el presupuesto de los peshmergas", detalló Pakzad.
Otro gran tema a tratar son las zonas que Erbil y Bagdad se disputan, en función del peso demográfico de árabes y kurdos.
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Kurdistán ya amplió de facto su territorio y los peshmergas tomaron el control de zonas que están fuera de sus fronteras, aprovechando el retroceso de los yihadistas en el norte de Irak.
En las zonas donde los combates contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) dejaron tras de sí una miríada de fuerzas paramilitares chiitas, kurdas, sunitas o turcomanas, ha vuelto a asomar el espectro del confesionalismo y de los enfrentamientos entre minorías.
Las miradas están puestas en Kirkuk, una rica provincia petrolera dependiente de Bagdad, pues podría convertirse en un polvorín.
La provincia, donde viven numerosas minorías, decidió prescindir del visto bueno del gobierno para organizar el referendo en su territorio. En revancha, Bagdad destituyó a su gobernador, kurdo, que se niega a abandonar el cargo. Y mientras, en la zona cunden los rumores de que se estarían distribuyendo armas entre las diferentes comunidades.
Las rivalidades también están aflorando entre los kurdos.
"Antes que el referendo, hay que poner orden en los asuntos internos kurdos y llevar a cabo un verdadero diálogo con los países vecinos para que nos apoyen", indicó Rebuar Juder, portavoz de la Jamaa Islamiya, próxima a Irán.
En ese referendo, que ya se sabe cómo terminará, la verdadera incógnita no es el resultado, sino la participación, explicaron responsables kurdos. Si esta no alcanza el 70%, el referendo será un fracaso, dijeron.