Sloviansk. La evacuación de civiles continuó este miércoles en la ciudad ucraniana de Sloviansk ante el avance de las fuerzas rusas, que buscan conquistar toda la cuenca minera del Donbás, en el este del país. La ciudad, que antes de la guerra tenía 100.000 habitantes, es blanco de bombardeos masivos rusos desde hace varios días.
“Veintidós años de trabajo, he perdido todo”, dijo a la AFP Yevgen Oleksandrovych, de 66 años, mirando su tienda de repuestos para automóviles reducida a escombros. Periodistas de la AFP fueron testigos el martes de la caída de varios cohetes sobre el mercado de la ciudad y en calles adyacentes, donde los bomberos multiplicaban las intervenciones para apagar los incendios.
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La parte del mercado que no resultó dañada siguió funcionando y atendiendo clientes. “Liquidaré lo que queda y ya está, y nos quedaremos en casa. Tenemos sótanos, nos esconderemos allí. ¿Qué podemos hacer? No tenemos ningún sitio donde ir, nadie nos necesita”, comentó Galyna Vasyliivna, una vendedora de frutas y verduras, de 72 años.
El alcalde de Sloviansk, Vadym Lyaj, dijo que en la ciudad todavía quedaban al menos 23.000 personas, pero mantuvo que los rusos no consiguieron rodear el municipio. “Desde que empezaron las hostilidades, 17 residentes de la comunidad murieron y 67 resultaron heridos”, afirmó.
“La evacuación está en marcha. Estamos sacando gente cada día. Quedan al menos 23.000 residentes. Muchos fueron evacuados en autobús hasta Dnipro, más al oeste”, explicó. “La ciudad está bien fortificada. Rusia no logra avanzar”, aseguró.
Vitaliy, un fontanero, contó que su esposa y su hija, embarazada de seis meses, fueron evacuadas de Sloviansk este miércoles. “Tengo miedo por mi esposa”, dijo a la AFP. “Aquí, después de lo que ocurrió ayer, cuando atacaron el centro de la ciudad, necesitamos irnos”, explicó. “Envié a mi mujer, no me queda otra opción: mañana me enrolaré en el Ejército”, afirmó.
Presión
La resistencia ucraniana obligó a Rusia a abandonar su objetivo de tomar rápidamente Kiev tras lanzar la invasión, el 24 de febrero. La ofensiva se concentró entonces en el Donbás, ya parcialmente controlada por separatistas prorrusos desde el 2014.
Esa cuenca minera está conformada por las regiones de Lugansk —que las fuerzas rusas tomaron casi por completo— y de Donetsk, donde concentran actualmente sus ataques. La caída de Lysychansk el domingo, una semana después de que el ejército ucraniano se replegara de la vecina Severodonetsk, abrió el camino hacia la ciudad de Donetsk.
El gobernador de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, informó de que las fuerzas rusas mataron a cinco civiles e hirieron a otros 21 el martes en la región. Y el gobernador de Lugansk, Serguéi Gaidai, apuntó que los militares ucranianos estaban logrando repeler a las tropas rusas.
“Ayer, los rusos querían avanzar hacia la Óblast de Donetsk y cortar la autovía entre Bajmut y Lysychansk (...), pero el enemigo tuvo que retroceder a causa de la presión de nuestro Ejército”, indicó. Gaidai insistió en que Rusia no controla toda la región de Lugansk y destacó que “todavía hay combates en dos aldeas”.
‘Guerra de terror’
El martes, las alertas antiaéreas resonaron en buena parte del país, incluyendo la capital, Kiev. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó que seguía presionando a las potencias occidentales para que le suministren mejores sistemas antimisiles.
“El bombardeo y los ataques contra civiles son nada más y nada menos que crímenes de guerra”, dijo este miércoles el primer ministro irlandés, de visita en Kiev. La ofansiva rusa es una “guerra de terror inmoral y no provocada”, agregó.
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El expresidente ruso Dmitri Medvedev mencionó una eventual utilización de armas nucleares y descartó que su país sea sancionado por la justicia internacional, en un momento en que la Corte Penal de la Haya investiga acusaciones de crímenes de guerra en Ucrania.
“La mera idea de castigar a un país que tiene el mayor arsenal nuclear del mundo es absurda en sí misma. Y esto crea una amenaza potencial para la existencia de la humanidad”, escribió en su cuenta de Telegram el actual vicepresidente del poderoso Consejo de Seguridad de Rusia.
Por otro lado, Moscú introdujo el miércoles duras penas de cárcel, de hasta 7 años, para quienes insten a actuar contra la seguridad, en un contexto de fuerte represión de las voces que se opongan a su ofensiva en Ucrania.
La guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia provocaron una interrupción de las exportaciones de ambos países, con consecuencias en el aumento de los precios de los cereales y los fertilizantes en todo el mundo y en el aprovisionamiento de energía en Europa.
La Unión Europea (UE) anunció que a finales de mes celebrará una reunión extraordinaria para discutir la situación del sector energético en el bloque. “Necesitamos prepararnos para más interrupciones del suministro de gas, incluso para un corte completo [del suministro] desde Rusia”, declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.