Bagdad, Mosul y otras procedencias. EFE y AFP. Combatientes islamistas tomaron ayer el control de la provincia de Nínive, en el norte de Irak, y también se apoderaron de sectores en Kirkuk y Saladino, lo que añade más inestabilidad al país y pone de manifiesto el empuje de los yihaidistas.
Como parte de la arremetida, el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) se apoderó de la ciudad de Mosul –segunda del país– en un avance sin precedentes que llevó al Gobierno a pedir al Parlamento que declare el estado de emergencia en todo el país.
El EIIL controla desde enero la ciudad de Faluya y otras zonas zonas de la provincia occidental de Ambar, vecina de Nínive.
Antes del amanecer, centenares de hombres armados asaltaron Mosul y consiguieron, después de enfrentarse con la Policía y el Ejército, tomar el control de la gobernación de la provincia, de las prisiones y de las emisoras de televisión, dijeron funcionarios.
Tras perder el dominio de Nínive, el gobierno del primer ministro chiita Nuri al-Maliki dijo que proveerá armas a ciudadanos voluntarios para luchar contra los insurgentes.
Para el Gobierno de Estados Unidos, esta ofensiva de los yihaidistas amenaza la región del Oriente Medio.
También el vecino Irán –donde los chiitas son mayoría, al igual que en Irak– y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostraron preocupados por el avance de los islamistas.
Ocupado por las tropas de Estados Unidos entre el 2003 y el 2011, Irak vive una espiral de violencia que ha cobrado casi 4.700 vidas desde principios del 2014.
Cerco a Mosul. Los combates en Mosul comenzaron hace cinco días, principalmente en los barrios occidentales de la urbe, adonde fueron enviados refuerzos militares y se desplazaron altos mandos del Ejército.
Sin embargo, funcionarios como el presidente del Parlamento iraquí, Osama al-Nuyaifi, denunciaron ayer que las fuerzas de seguridad huyeron de algunas zonas sin presentar batalla, presas de la desorganización y el caos.
Cientos de miles de personas huyeron de Nínive, que tiene una población de 3,5 millones de habitantes –algo más de 1,5 millones viven en Mosul–, en su mayoría árabes sunitas, aunque hay otras minorías confesionales y étnicas.
Para intentar frenar el avance de los radicales, el primer ministro al-Maliki pidió al Parlamento que declare el estado de emergencia y una movilización general.
“La gravedad de la situación requiere la adopción de medidas necesarias y urgentes”, expresó, y reconoció que el EIIL “se ha apropiado de instalaciones vitales”, especialmente en Nínive.
“Movilizaremos todos nuestros recursos financieros, políticos y populares para recuperar las zonas que los terroristas han controlado” , manifestó.
Alarma en el exterior. El avance de los yihaidistas prendió luces de alarma en Estados Unidos, donde la portavoz del Departamento de Estado, Jennifer Psaki, comentó que “el EIIL representa una amenaza para la estabilidad de Irak, pero también para toda la región” del Oriente Medio.
Irán, que apoya a al-Maliki, condenó ayer “el brutal ataque terrorista de los islamistas y advirtió de que es una muestra clara del “peligro transfronterizo del terrorismo”, indicó la Cancillería.
Esta inquietud se da en momentos en que grupos yihaidistas han tomado fuerza en las últimas semanas en países inestables como Irak, Nigeria , Afganistán o la vecina Pakistán y causan cada vez más preocupación en la comunidad internacional, incapaz hasta hora de frenar esta amenaza.
“Los yihadistas entienden que cualquier vacío político pueden aprovecharlo para intentar imponer su régimen” y muchos países sufren inestabilidad tras fallidas “primaveras árabes” que son capitalizadas por estos grupos para implantarse, señaló Barah Mikaíl, experto en Oriente Medio del centro de estudios FRIDE.
Tensiones entre las poblaciones sunita y chiita y la falta de un gobierno sólido en Bagdad dieron aire al nacimiento y fortalecimiento del Estado Islámico de Irak y el Levante.