Managua. Jóvenes que fueron encarcelados durante las protestas que sacudieron la última semana a Nicaragua relataron este miércoles las palizas que sufrieron a manos de supuestos oficiales de policía y el sistema penitenciario, antes de ser liberados casi desnudos.
“Nos iban golpeando a todos en el estómago con patadas, puños (y) con el mismo garrote que usan ellos, nos daban en la cabeza”, contó Marvin Guevara, de 26 años.
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Guevara dijo que el pasado viernes dejó su comarca Chiquilistagüa para sumarse a las protestas que realizaban los jóvenes de la Universidad de Ingeniería contra una reforma al seguro social, y que fueron rodeados y agredidos por grupos afines al gobierno.
Los partidarios del gobierno “me agarran, me quitan todo, me golpean y ellos mismos me fueron a entregar a la Policía que estaba en el Estadio Nacional esperando”, afirma.
“Cuando la Policía me recibe me vuelven a golpear” y luego “me trasladan a la cárcel El Chipote (de Managua). No tuve comunicación con mis familiares, ni pude hacer una llamada”, relató.
Dijo que el domingo, la Policía lo llevó junto a otros 49 jóvenes en un bus a otra cárcel llamada La Modelo, fuera de la capital.
En ese centro penal “nos pusieron a caminar sobre patios de piedra, nos cortaron el pelo a todos, nos pidieron que llenáramos datos” y a preguntar si padecían enfermedades, narró con la voz entrecortada.
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“Cuando íbamos a dar nombres nos golpeaban, cuando estábamos dando los nombres nos golpeaban, cuando regresábamos de dar los nombres nos golpeaban, si estábamos de rodilla nos golpeaban, si levantábamos la cabeza nos volvían a golpear, si te quejabas que te dolía algo y no soportabas, te golpeaban más fuerte” contó.
Guevara es uno de más de 200 jóvenes que fueron detenidos durante las protestas, y luego liberados por las autoridades sin que se le presentaran cargos.
Unos 15 de ellos presentaron este miércoles una denuncia ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH, no gubernamental).
Durante su detención, los jóvenes fueron también amenazados y vilipendiados.
“Nos dijeron que íbamos a pagar por todo que estaba pasando en Nicaragua, que nosotros éramos unos presos políticos por andar queriendo parar al gobierno”, acusó por su parte el joven Carlos Sandoval.
“Nos metieron a una celda, donde siempre nos golpeaban, nos llevaban arrastrados”, se quejó por su lado José Castañeda.
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En la cárcel “fuimos torturados, como nunca en mi vida había sido golpeado (...) Entre más llorábamos más nos golpeaban”, hasta el lunes cuando “nos fueron a botar” a una calle del municipio de Tipitapa, al noreste de la capital, dijo otro joven que se identificó como Gilbert Altamirano.
La Policía y el gobierno no se han pronunciado sobre los abusos denunciados por los jóvenes ante organismos humanitarios, que investigan el paradero de 16 manifestantes que aún están desaparecidos.
Al menos 34 muertos y decenas de heridos dejaron las protestas en Nicaragua, que se preparaba para iniciar un diálogo amplio con la mediación de la Iglesia católica en busca de una salida a la crisis.
Estudiantes que mantienen ocupada la Universidad Politécnica de Managua demandaron la suspensión e investigación de los altos mandos de policía por la muerte de sus compañeros.
Derechos humanos
El gobierno de Nicaragua “ha cometido una violación masiva de derechos humanos” incluyendo la muerte y la tortura a jóvenes para desalentar las protestas, denunció el miércoles la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), Vilma Núñez, al hacer referencia a la muerte de manifestantes, torturas a los detenidos, agresiones a periodistas, el cierre de medios de comunicación y daños a la propiedad.
Núñez acusa directamente a la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo de hacer “un lanzamiento oficial de la represión” cuando convocó, a través de los medios oficiales, a la Juventud Sandinista (JS) a “que salgan a marchar, que salgan a detener cualquier intento” de protesta.
“A la acción de la JS y trabajadores del estado se une la fuerza represiva, que son grupos de choque que el gobierno tiene organizados”, explicó la defensora.
La presidenta del CENIDH, que ha llevado el conteo de las cifras de muertos durante la ola de protestas, denunció que la fuerza pública reprimió las manifestaciones con gases lacrimógenos, balas de goma e incluso armas de fuego.
“No se trataba de buscar cómo disuadir o impedir” las protestas. “La línea era el exterminio. Todas las señales (de disparos) eran en la cabeza”, apuntó.