Moscú. “Tranquilos y seguros”. Los habitantes de Moscú afirman haberse acostumbrado a los ataques de drones casi a diario contra la capital rusa, lo que refleja la indiferencia de la población ante el conflicto en Ucrania.
En el corazón de la ciudad, iluminada por el sol en un brillante día de agosto, es difícil imaginar que, a cientos de kilómetros de distancia, Rusia sigue bombardeando sin cesar a su vecino ucraniano.
En Moscú, bajo la dirección de las autoridades, la normalidad persiste a pesar de un año y medio de combates y, probablemente, decenas de miles de muertes.
Poco ha cambiado a pesar de que desde la primavera boreal, la capital rusa se ha convertido en un objetivo cada vez más frecuente de drones.
Hasta el momento, no hubo víctimas y los daños fueron limitados, pero la situación se agrava debido a la frecuencia con la que los drones alcanzan el distrito financiero, Moscow City, y dañan las fachadas de cristal de los rascacielos.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, considera que el conflicto ha llegado al territorio ruso, algo que él considera “absolutamente justo”.
Pero los moscovitas no se amedrentan. “No tengo miedo”, declara Tigran, un arquitecto de 40 años, mientras usa sus gafas de sol frente a un café.
Está satisfecho con los pocos daños causados por los drones. “Me siento muy tranquilo y, en general, seguro”, añade. Otros moscovitas comparten su punto de vista, y su principal preocupación es continuar con su vida con total normalidad.
“Hay suficientes tropas y equipos para responder a los ataques”, sostiene Konstantin, un jubilado de 70 años.
Lo único que le preocupa es su GPS, que no funciona correctamente desde que comenzaron los ataques, probablemente debido a la interferencia de la defensa rusa.
“Es difícil moverse por Moscú sin navegación satelital; lo demás no importa”, afirma.
Según analistas rusos, la magnitud de estos ataques sigue siendo demasiado pequeña como para tener un impacto significativo. “Por supuesto, las autoridades desean minimizar el efecto y detener los ataques”, asegura el experto militar pro-Kremlin Alexander Khramchikhin.
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¿Sabotaje?
Pero sobre todo, dice, “la magnitud de estos eventos no es suficiente para inquietar seriamente a la población de una megalópolis. Estos ataques tienen un efecto minúsculo en una ciudad de 12 millones de habitantes”.
El mismo análisis lo comparte Vassili Kashin, director del centro de investigación geopolítica de la Escuela Superior de Economía de Moscú.
“Probablemente, estos ataques buscan elevar la moral de los ucranianos. Eso es todo”, afirma, señalando que Ucrania es alcanzada por misiles mortales todos los días.
“La actitud de la población rusa hacia la guerra no ha cambiado con los drones sobre Moscú. De lo contrario, se producirían llamados a una guerra aún más intensa”, agrega el experto.
Sin embargo, los pocos detalles disponibles sobre los ataques dejan perplejos a algunos moscovitas: ¿Cómo pueden los aviones que despegan de Ucrania evadir la defensa antiaérea a lo largo de cientos de kilómetros? ¿Habrán sido lanzados desde territorio ruso?
“Hay personas que traicionan a su patria”, sostiene Venera, de 50 años, quien teme que haya “compatriotas” que ayuden a Ucrania a atacar Moscú desde suelo ruso.
“¡Es sabotaje!”, asegura ella.
Pero Venera confiesa que en el fondo tiene miedo y opina que “creo que todo el mundo tiene miedo y desea la paz, que la guerra llegue a su fin”.