Irán lanzó este sábado un ataque con drones y misiles contra Israel, marcando una escalada de imprevisibles consecuencias en una región ya sacudida por más de seis meses de guerra entre el Estado hebreo y el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza. Se trata del primer ataque directo de la República Islámica de Irán contra el territorio de Israel, su archienemigo.
Paralelamente, el Hezbolá libanés y los rebeldes hutíes de Yemen, ambos aliados de Irán, llevaron a cabo sus propios ataques contra Israel. El primero disparó cohetes contra el Golán, ocupado por Israel, y los segundos lanzaron drones hacia territorio israelí.
Por su parte, los Guardianes de la Revolución, ejército ideológico de la República Islámica, anunciaron haber lanzado también misiles contra Israel como parte de esta operación en represalia por el bombardeo de su consulado en Damasco el 1.° de abril, en el que murieron dos de sus generales y que atribuyó a Israel.
El ataque iraní fue lanzado “en respuesta a los numerosos crímenes cometidos por el régimen sionista, incluido el ataque a la sección consular de la embajada de la República Islámica de Irán en Damasco y el martirio de un grupo de comandantes y asesores militares de nuestro país en Siria”, indicó la televisión estatal iraní, citando al departamento de relaciones públicas de los Guardianes.
Inmediatamente después del inicio de la represalia de Irán, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reunió a su gabinete de guerra en una habitación bunquerizada, en un lugar secreto.
“Estamos preparados para cualquier escenario, tanto en materia de defensa como de ataque”, afirmó Netanyahu en un discurso televisado, agregando que Israel cuenta con el respaldo de Estados Unidos y “de muchos otros países”.
Luego del ataque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, convocó a una reunión de emergencia con los secretarios de Defensa y Asuntos Exteriores, el jefe de la CIA y el asesor principal de seguridad nacional. Luego, en la red social X, prometió un apoyo “férreo” al pueblo de Israel, tras haber anunciado el viernes el envío de refuerzos militares a la región.
La misión iraní ante la ONU indicó en la misma red social que este “es un conflicto entre Irán y el régimen rufián israelí, del cual Estados Unidos: ¡Debe mantenerse al margen!”
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“Drones asesinos”
“Irán lanzó drones desde su territorio contra el Estado de Israel”, indicó por televisión el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, poco después de las 23H00 locales (2 p.m. hora de Costa Rica).
“Estamos vigilando de cerca los drones asesinos enviados por Irán y que van camino de Israel. Se trata de una escalada grave y peligrosa”, señaló, asegurando que Israel trabaja “estrechamente” con Estados Unidos y sus aliados en la región para “interceptar los drones”.
Según fuentes de Defensa, Estados Unidos derribó varios de los drones disparados desde Irán.
Un funcionario israelí había dicho que Teherán lanzó más de 100 drones.
Periodistas de la AFP afirmaron haber oído varias explosiones en Jerusalén en la madrugada del domingo, poco antes de que empezaran a sonar las sirenas de alerta, y también en Jericó, en Cisjordania ocupada. El ejército israelí aseguró que las sirenas también sonaron en la región del Néguev, en el sur.
Israel, que por la tarde anunció el cierre de las escuelas en todo el país “teniendo en cuenta la situación de la seguridad”, informó del cierre de su espacio aéreo a partir de las 21H30 GMT.
Jordania y Líbano, vecinos de Israel, e Irak, que comparte frontera con Irán, también informaron del cierre de su espacio aéreo, mientras que Egipto dijo que su defensa aérea estaba en estado de máxima alerta.
Pocos minutos después del inicio de la operación iraní, la cuenta en la red social X del guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, volvió a publicar un mensaje que afirmaba que “el régimen diabólico será castigado”.
Francia y Reino Unido condenaron el ataque iraní, al igual que la Unión Europea, que lo calificó de “escalada sin precedentes”.
Guerra en Gaza
El sábado en la mañana, las fuerzas marítimas de los Guardianes de la Revolución interceptaron un barco “vinculado” a intereses israelíes en el estrecho de Ormuz, por donde transita gran parte de la producción petrolera de los países del Golfo, con 25 tripulantes a bordo.
Esta escalada se produce con el telón de fondo de la guerra entre Israel y Hamás, movimiento apoyado por Irán y en el poder en la Franja de Gaza, desencadenada por una sangrienta incursión de comandos islamistas en el sur de Israel el 7 de octubre.
Ese día, los combatientes del movimiento islamista mataron a unas 1.170 personas en Israel, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en datos oficiales israelíes.
También tomaron 250 rehenes, de los cuales 129 continúan en Gaza, incluidos 34 que se cree han muerto, según las autoridades israelíes.
En respuesta, Israel prometió “aniquilar” a Hamás y lanzó una implacable ofensiva que ya dejó 33.686 muertos en Gaza, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.
El conflicto, además del importante número de víctimas, ha dejado a la mayoría de los casi 2,5 millones de habitantes de Gaza al borde de la hambruna, según la ONU. El asedio israelí impide la entrada de la ayuda humanitaria requerida por el pequeño territorio.
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Incógnitas
Después del ataque de Irán, queda por ver cómo evoluciona el conflicto. La incógnita ahora es qué pasos dará Israel, qué alcance tendrá su respuesta y en qué medida Estados Unidos intervendrá en favor de los israelíes. Si se desencadena una guerra declarada, lo cual la Casa Blanca ha intentado evitar, las consecuencias del conflicto podrían ser enormes y podrían desencadenarse otros escenarios en el tablero mundial.
La posición que adopten otras grandes potencias occidentales, como Gran Bretaña, será clave, al igual que el papel que puedan desempeñar, de manera declarada o encubierta, Rusia y China.
Además, quedan dos incógnitas importantes, una geopolítica y otra económica. En el ámbito geopolítico, existe el riesgo de que, si estalla un conflicto a gran escala en Oriente Medio, sus efectos colaterales afecten indirectamente a la estabilidad en otros puntos calientes, especialmente en Europa del Este.
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En el ámbito económico, el estallido de un conflicto a gran escala en Oriente Medio aumenta las incertidumbres en los mercados y da lugar a otro “cisne negro”, término con el que los economistas se refieren a situaciones inesperadas y explosivas que trastornan por completo las previsiones y el panorama económico habitual. El precio del petróleo es directamente afectado por el conflicto, al igual que la confianza en las bolsas. Además, el efecto en la inflación podría alterar las políticas monetarias occidentales y las previsiones de crecimiento.