Jerusalén. Las potencias occidentales deben “dejar” de negociar para renovar el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, pues este permitirá que Irán gane “miles de millones” de dólares y “desestabilizará” a Oriente Medio, defendió este miércoles el primer ministro israelí, Yair Lapid.
Enemigo número 1 de Irán, Israel aplaudió la decisión tomada en el 2018 por el expresidente estadounidense Donald Trump de sacar a su país del acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní.
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El texto había sido firmado en el 2015 con Irán por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia), más Alemania y perseguía garantizar la naturaleza pacífica del programa nuclear de Teherán a cambio del levantamiento de sanciones impuestas contra la República Islámica.
En los últimos días, el primer ministro israelí instó al presidente francés y al jefe de gobierno alemán a no firmar un acuerdo con Irán. “Les dije que estas negociaciones habían llegado a un punto en el que debían interrumpirse”, declaró el miércoles, asegurando que Israel “no está en contra de un acuerdo por definición, sino en contra de este acuerdo”.
“Lo que hay actualmente sobre la mesa es un mal acuerdo. Esto le dará 100.000 millones de dólares al año a Irán”, afirmó Lapid, sin explicar en qué se basaba esa cifra. “Ese dinero no servirá para construir escuelas u hospitales, sino que se utilizará para desestabilizar Oriente Medio (...) reforzando a Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica”, añadió.
Y esto, pese a que Washington indicó recientemente que Teherán se ha mostrado dispuesto a hacer concesiones durante las negociaciones para restablecer el pacto. Según un alto responsable estadounidense, Irán ya no está en contra de determinadas inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), pese a haber exigido anteriormente que esa agencia de la ONU dejara de inspeccionar sitios no declarados donde se habían encontrado restos de uranio enriquecido.
Además, Teherán también abandonó otra exigencia: que se deje de denominar a los Guardianes de la Revolución, su ejército ideológico, con el calificativo de “terrorista”.
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