Bali. Los jefes de la diplomacia de Estados Unidos y China, Antony Blinken y Wang Yi, celebraron este sábado una reunión “constructiva” en Bali que alcanzó un “consenso” para mejorar las relaciones entre sus países, en momentos en que ambas potencias buscan apaciguar tensiones.
“Ambas partes, sobre la base de reciprocidad y de mutuo beneficio, llegaron a un consenso para que el grupo de trabajo conjunto sino-estadounidense obtenga más resultados”, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, al informar del encuentro celebrado con Blinken, al margen de la reunión del G20 en Bali.
Poco antes, Blinken aseguró que, “pese a la complejidad” de las relaciones, las conversaciones fueron “útiles, francas y constructivas”.
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Aun cuando señaló que la actitud de China hacia Taiwán, una isla democrática que Pekín considera parte de su territorio y que prometió retomar algún día, seguía siendo un problema para Washington, inquieto por la creciente presión militar de Pekín.
“Expresé la profunda preocupación de Estados Unidos por la retórica y las actividades cada vez más provocadoras de Pekín con respecto a Taiwán y por la importancia vital del mantenimiento de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, añadió Blinken en conferencia de prensa, tras cinco horas de reunión con Wang.
El secretario de Estado afirmó que también pidió a su homólogo chino tomar distancia con Moscú y condenar la “agresión” rusa contra Ucrania.
“Realmente es el momento de que todos nos levantemos, como lo han hecho los países del G20 uno tras otro, para condenar la agresión y exigir, entre otras cosas, que Rusia permita el acceso a los alimentos bloqueados en Ucrania”, aseguró Blinken, quien dijo no haber percibido “ninguna señal” de cooperación por parte de Rusia.
El viernes, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, se ausentó de varias sesiones con sus homólogos del G20 (un foro de las mayores potencias industrializadas y emergentes) tras haber recibido una lluvia de críticas por la invasión de Rusia a Ucrania.
Evitar un conflicto
Pero el objetivo principal del encuentro, una reanudación de un diálogo de alto nivel entre Estados Unidos y China, parece haber sido alcanzado.
Mientras Occidente intenta aislar a Rusia después de la invasión de Ucrania y la economía mundial se enfrenta a una creciente incertidumbre, China y Estados Unidos han tomado medidas preventivas para evitar que sus innumerables diferencias degeneren en conflictos incontrolables.
Daniel Kritenbrink, principal diplomático estadounidense para Asia del Este, dijo antes del encuentro que Estados Unidos buscaría “hacer todo lo posible para evitar cualquier error que pueda llevar inadvertidamente a un conflicto”.
Esta reunión debía también preparar los encuentros a distancia que sostendrán los presidentes Xi Jinping y Joe Biden en las próximas semanas.
El diario estatal chino Global Times, usualmente crítico de Estados Unidos, publicó que la creciente diplomacia “pone de relieve el consenso entre las dos partes por evitar una escalada de la confrontación”.
Línea dura
La posición estadounidense sobre China se ha endurecido en los últimos años. Además de la cuestión de Taiwán, Biden mantuvo lo fundamental de la línea dura de su antecesor, Donald Trump, en su relación con Pekín.
Pero en un discurso reciente, dejó claro que Washington no busca una nueva “Guerra Fría”, pese a mantener las críticas, como acusar a China de genocidio contra los uigures, de mayoría musulmana.
Se espera que el gobierno de Biden levante algunos aranceles que impuso Trump a los productos chinos para aliviar la inflación, que se ha convertido en un problema político en Estados Unidos.
Los funcionarios estadounidenses dicen ser conscientes de que la pequeña luna de miel con China podría ser fugaz.
Se espera que Xi haga grandes cambios en su equipo de política exterior durante el Congreso Nacional del Partido Comunista que se efectuará este año.
Sin embargo, Craig Singleton, especialista en China en la Fundación para la Defensa de las Democracias, anticipó que Xi volverá a designar a tecnócratas que puedan trabajar con Washington.
“La razón es simple, la economía China enfrenta grandes obstáculos y los dirigentes chinos parecen dispuestos a reconocer que la retórica agresiva de China ha sido contraproducente”, afirmó.