Bagdad. EFE. Tras una década de difícil convivencia con el gobierno de Nuri al Maliki, acusado de déspota por sus rivales, los kurdos sienten que han cumplido su parte del trato, sin ser correspondidos, y que es el momento de plantearse su futuro, quizá al margen de Irak.
“Ha llegado el momento de que el pueblo kurdo determine su futuro y nosotros vamos a apoyar su decisión”, dijo Masud Barzani, su presidente, ayer en una entrevista a la CNN.
La ofensiva yihadista, que en pocos días logró tomar gran cantidad de territorio fronterizo con el Kurdistán ante la desbandada del Ejército iraquí, propició que las tropas kurdas se desplegaran en la frontera y tomaran el control de Kirkuk, objeto de disputa con las autoridades iraquíes.
El Gobierno kurdo ofreció su ayuda a Bagdad contra el EIIL, pero al Maliki se ha negado, quizá por temor a tener que pagar con Kirkuk.
Vista por los kurdos como su capital histórica, esa importante localidad petrolera se quedó hace una década fuera de la autonomía kurda, en medio de promesas de referendo sobre su incorporación que nunca se cumplieron.
“Estamos frente a una nueva realidad y un nuevo Irak”, dijo ayer Barzani durante su encuentro con el secretario de Estado de EE. UU, John Kerry, en Erbil.
La visita de Kerry a Erbil, a 100 kilómetros de los combates entre yihadistas y fuerzas iraquíes por el control de la estratégica refinería de Biyi, demuestra la importancia que Washington otorga a los kurdos para mediar en un país devastado por años de sectarismo.
Kerry parece apostar por su implicación política (representan el 20% de la población iraquí), para lograr una solución con la formación de un gobierno de unidad al lado de laicos, chiitas y sunitas.
Esa posibilidad se vislumbra como uno de los pocos caminos posibles para frenar el desastre, siempre con la premisa de la salida de Nuri al Maliki.
“Irak se está desintegrando. Y es obvio que el Gobierno central o federal ha perdido el control. Todo se derrumba: el Ejército, la Policía”, expresó Barzani a CNN.
El esfuerzo de los kurdos para lograr un Irak pacífico puede superar sus ansias independentistas, y más si su papel de mediador se ve correspondido de alguna manera, quizá con Kirkuk.