Londres. AFP. “Vemos cosas inimaginables”: dos médicos congoleños hacen sonar la alarma sobre el aumento dramático de las violaciones a niños de muy corta edad en la República Democrática del Congo, “una catástrofe que compromete el futuro del país”.
Presentes en Londres para la conferencia sobre violencia sexual en tiempos de guerra , que concluyó ayer, las doctoras Nadine Neema Rukunghu y Desiré Munyali, cirujano infantil y médico forense, trabajan en el hospital de Panzi, en Kivu del Sur, fundado por el ginecólogo, Denis Mukwege, para ayudar a las mujeres violadas.
La zona ha sido escenario recurrente de guerras; la última fue contra los rebeldes del grupo M23, derrotado en 2013.
“La situación se ha calmado en el plano de las armas, pero en el hospital no vemos ninguna diferencia. Es quizás peor, porque la impunidad ante las violaciones tiene un efecto contagioso”, lamentó Nadine Neema Rukunghu.
Dificultades. Es la impunidad, alimentada por la dificultad de las autoridades congoleñas para identificar, capturar y juzgar a los culpables, la que ha hecho que ni siquiera los niños estén a salvo.
“Hay una banalización de estos crímenes que afecta directamente a los niños. La violencia sexual contra los niños ha aumentado. He visto atrocidades cometidas con bebés de menos de un año, violados de una manera que es imposible de describir”, afirma Desiré Munyali.
“Soy madre, tengo cinco hijos”, afirma su colega radióloga. “Hace un mes me trajeron una niña de dos años y medio, la misma edad que mi hija pequeña, toda abierta, llena de sangre. No te puedes imaginar lo que eso supone. Y me dicen que no encuentran a la persona que hizo eso. Es muy desalentador y es una catástrofe que pone en peligro el futuro de nuestro país”.
Y aunque los dos médicos llegan a “reparar el cuerpo”, son más pesimistas sobre curar las almas.
Los autores de estas atrocidades son a menudo “civiles, desmovilizados del ejército, que no han sido controlados y que tienen esta cultura de la violencia”, afirma Nadine Neema Rukunghu.