Antes de que la docuserie El Patrón del Mal viera la luz, en mayo del 2012, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye , era un referente local en Colombia de una época que desangró a ese país en los años 80 y principios de los 90.
Fueron los tiempos en que los carteles de las drogas se ensarzaron en una guerra campal que provocó la matanza de miles y desató el horror en las calles, en las guaridas de los traficantes, entre la población civil, la prensa y los más altos niveles sociales y políticos del país.
Pero desde hace poco más de tres años, cuando la historia de Pablo Emilio Escobar Gaviria fue llevada a la pantalla chica por la cadena colombiana Caracol, Popeye salió abruptamente de su rutina presidiaria y de su relativo anonimato en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita (Boyacá) para convertirse en una suerte de eslabón entre los años de terror de la era Escobar y los tiempos actuales. Hoy, el flagelo del narcotráfico sigue campeando en el continente pero con protagonistas y de maneras muy diferentes.
En cuanto El Patrón del Mal empezó a arrasar con la teleaudiencia en el continente, la prensa colombiana y extranjera pronto dio con un protagonista de excepción de aquellos hechos, un sobreviviente inaudito en vista de la cantidad de ajusticiamientos que había realizado por su propia mano. Ni siquiera su propio Patrón (como lo llama él) logró sobrevivir a la cruenta lucha de todos contra todos.
Así, mientras Escobar moría en diciembre de 1993 acribillado por un grupo élite de la policía denominado el Bloque de Búsqueda, Popeye permanecía en una celda a la que había ingresado un año antes, justo cuando se entregó con el mismo Escobar y otros secuaces en una de sus movidas para evitar que se aprobara el decreto de extradición de narcotraficantes colombianos a Estados Unidos.
A la postre, su encarcelamiento le salvó la vida.
Lo que ocurrió en los siguientes 23 años de reclusión, y en los últimos 17 meses de libertad (salió de la cárcel el 24 de agosto del 2014) es tema obligado, pero no prioritario.
Por el momento, interesa conocer de primera mano, tras varias entrevistas telefónicas, por email y por Whats-App realizadas con Jhon Jairo desde Medellín, cuál es su análisis sobre la forma en que se condujo durante su última fuga Joaquín el Chapo Guzmán, para muchos la versión contemporánea de Pablo Escobar.Buscar a Popeye para que hable sobre el tema tiene toda la lógica del mundo, por varias razones. Primero, es uno de los pocos sobrevivientes del grupo de bandidos o mafiosos (como se autodenomina él mismo) del clan de Pablo Escobar, y posiblemente sea el único que puede contar las peripecias que pasó con el Patrón durante todo el proceso en el que este se fue convirtiendo en el hombre más buscado del planeta (al menos, de Occidente, con Estados Unidos al frente).
Segundo, porque para bien o para mal, Popeye no tiene filtros en la lengua. De ningún tipo. Con él se puede hablar del tema que sea, de su pasado, se le puede cuestionar, se le puede repreguntar, se le puede tocar cualquier tema: por álgido que sea, él parece tener siempre una respuesta pronta y, la gran mayoría de veces, lógica.
Asume su oscuro pasado como parte de “un estado de guerra” que dice haber dejado atrás. Pero si su interlocutor lo requiere, rememora con todo detalle ese pasado, la forma en que mataba, cómo mataba, a quién mataba.
La salida de la cárcel de Popeye fue como de película. En el intento por evadir a la prensa, fue escoltado a deshoras por varios vehículos que se perdieron en la noche, en una salida sorpresiva que tomó a la prensa colombiana fuera de guardia, pues esperaban que fuera liberado en horas hábiles.
Antes de salir, Popeye había dicho hasta el hartazgo que una vez fuera de prisión, tendría que esconderse “debajo de las piedras”.
Así ocurrió durante los primeros seis meses tras alcanzar su libertad. Sin embargo, arribó a un mundo que no conocía (cuando ingresó a prisión ni siquiera existían los cajeros automáticos, por poner un ejemplo).
Internet y las redes sociales eran un mundo desconocido para él, obviamente en la cárcel apenas tenía chance de ver las noticias en lapsos cortos.
Pero está dicho que una vez que salió de prisión, pronto se habituó a las nuevas corrientes y poco a poco descubrió que su increíble historia, su retórica y los dones innegables de comunicador absorbente, serían punta de lanza para su reinvención.
"Yo descubrí cómo robarle tiempo a la cárcel, eso se logra con la lectura y el ejercicio. Leí la Biblia, obras clásicas como El Quijote, La Ilíada. Al principio entré lleno de rebeldía, pero con el tiempo le di vuelta a mi pensamiento y a mi temperamento", dice Popeye.Ya a principos del año anterior empezó a coquetear con Facebook formalmente y la reacción de cientos de admiradores y otro tanto de detractores no se hizo esperar.
Jhon Jairo, sabedor de su acervo único en el tema, se convirtió en un contador de la historia, pero también en un “opinólogo”. Y por razones consabidas, en el caso del Chapo, se vuelve un observador con gran conocimiento de causa el tema de las fugas y recaídas del actual capo de capos, el mexicano Joaquín el Chapo Guzmán.
Los acontecimientos parecen darle poderío a las ponencias que Jhon Jairo ofreció a la prensa internacional, que se lanzó a localizar a Popeye para obtener su criterio cuando el Chapo protagonizó su última fuga, en julio del 2015.
El caso es que el Pope (como prefiere que lo llamen) sin ambages ni titubeos, sin siquiera considerar que el Chapo está ahora fuera de combate pero su inmenso arsenal logístico no, atendió a todos los medios que lo buscaron y enlistó una serie de recomendaciones que, en su criterio, debía seguir el narcotraficante mexicano si quería evitar que lo atraparan.
Por ejemplo, aconsejó al Chapo –mediante declaraciones en la prensa– a obligar al gobierno mexicano a negociar, “irse de cana” unos 7 años y salir pensionado a disfrutar un poco del dineral que le produjo la actividad ilícita del narcotráfico.
Pero igualmente, cuando fue cuestionado por cadenas como Univisión, entre otras, Velásquez Vásquez no tuvo empacho en opinar también sobre lo que debería hacer el Bloque de Búsqueda mexicano, con apoyo de las máximas entidades estadounidenses en seguridad, para tratar de cazar a Guzmán.
Después de ponerse en los zapatos de unos y de otros, encajó los suyos propios y dijo categóricamente: “El señor Chapo Guzmán cuenta con mucho efectivo, les hará la guerra a las autoridades pero al final será atrapado... yo le doy 18 meses como máximo (...) El Chapo aquí tiene un vaso de agua y a un lado tiene un fusil, además anda una pistola en su cintura, porque él primero se hace matar”, repitió Popeye ante los medios tras la espectacular evasión del capo mexicano, el pasado 11 de julio, cuando lo imposible ocurrió.
Ese día, el mundo se paralizó ante el estupor de ver cómo Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, uno de los mayores narcotraficantes del planeta, se había fugado.
El líder del cártel de Sinaloa, de 58 años, había escapado a las 9 de la noche de aquel sábado del penal de máxima seguridad de El Altiplano por un túnel de 1.500 metros, una obra de ingeniería inaudita por haber sido construida en la clandestinidad.
La reciente captura del Chapo –este 8 de enero– volvió a hacer delirar al planeta por la inesperada forma en que cayó y por los hechos que casi de inmediato se fueron ventilando y que propiciaron su caída.
De nuevo, Popeye se convirtió en fuente de consulta. Y como es habitual en él, no se anduvo con contemplaciones a la hora de criticar el accionar del megapoderoso capo mexicano.
Jhon Jairo no está “escondido bajo las piedras” y a 17 meses de su libertad se mueve con relativa exposición en su natal Medellín, amén de que mantiene contacto directo y atiende consultas de los fans de su canal de YouTube Popeye_Arrepentido y también en sus cuentas de Facebook, PopeyeArrepentido y Jhon Jairo Velásquez Vásquez Figura Pública.
Pero localizarlo en alguno de los teléfonos que utiliza no es pan comido. Tras conseguir uno de sus números con un colega periodista, hubo que marcar a diversas horas del día y la noche, hasta que por fin hubo respuesta... justamente el día en que liberada en la prensa la transcripción del extenso intercambio de mensajes entre la actriz mexicana Kate del Castillo y el Chapo Guzmán.
En el 2005, Velásquez Vásquez publicó el libro 'El verdadero Pablo, sangre traición y muerte'. Lo escribió mientras estaba en prisión.Con su inconfundible voz y acento paisa, Popeye atendió tras identificar que la llamada provenía de Costa Rica y, tras la solicitud de la entrevista, aceptó de inmediato pero pidió que se hiciera a otro de los números que usa.
“Conectémonos por Whats-App señorita para coordinar todo”. Ese “todo” fue una entrevista de casi cinco horas, encabezada por el tema del momento: la caída del Chapo Guzmán.
Hablar con Popeye, hay que decirlo, constituye toda una experiencia emocional y sensorial. Si de joven Jhon Jairo no se hubiera dedicado a la vida de bandido o de mafioso, como dice él, es posible visualizarlo como un vendedor estrella de lo que sea que se propusiera mercadear; como un político de carrera; como un conductor de televisión o un motivador de masas.
Su retórica es sabrosísima, su facilidad de palabra, sus dichos, la entretenida forma en que cuenta lo delicioso que le sabe comerse un “helaíto” viendo pasar una muchacha bonita en el parque... lo que pasa es que con el mismo tono sin sobresaltos es capaz de contar, por ejemplo, la forma en que él y los mafiosos de Escobar reclutaban jóvenes que creían que se convertirían en “traquetos” (traficantes) y los usaban como carnadas humanas para explotar retenes policiales que amenazaban con capturar a Pablo.
Efectivamente, como lo han calificado muchos juristas y hasta periodistas, se puede decir que Popeye es tan siniestro como fascinante.
Antes de recapitular sus andanas, su presente y su futuro, repasamos sus impresiones sobre el tema del momento.
–¿Cómo se tomó la noticia de la recaptura del Chapo Guzmán?
–Yo le di a él 15 meses hace 6 meses, si hubiera sabido lo indisciplinado que era le hubiera dado los 6 meses exactos. Pablo Emilio Escobar Gaviria era un guerrero que la tenía clara y Popeye el guerrero que les habla en este momento también. Una persona como el señor Chapo Guzmán no es para andar detrás de los cucos de la señorita Kate (Del Castillo) Exageradamente equivocado el señor Chapo Guzmán. Cuando él se fugó yo le dije que no podía tocar medios de comunicación, los tocó; sabía que estaban intervenidos siguió para adelante, pensó que era charlando. Él sabía que no podía tocar un solo aparato por nada del mundo, así fuera un Black Berry, tenía que utilizar un correo humano de 12 personas de extrema confianza, como mucho le llegarían (la policía) a la sexta. Pero hizo todo lo contrario y con la DEA y la CIA no se juega. Pablo Escobar y yo cuando estábamos corriendo si no había forma de una hembra, no hay, aquí se dice que en época de guerra no se escucha misa. Lo mismo, no se está buscando comida ni nada, Pablo Escobar y yo muchas veces nos comimos un arrocito con un huevo, un vaso de Coca Cola y ¡hágale! (...) En la vida hay un momento para llorar y uno para reír; hay un momento para hacer prisión y otro para estar libre, él les entregó todas las herramientas a los norteamericanos. ¿La moraleja cuál es? No piense ni con el estómago, ni con el pito.
–Uno pensaría que Guzmán, con todo su poderío, se habría podido esconder casi en cualquier parte del mundo. ¿Qué piensa de que se haya quedado en Sinaloa?
–Él era de Sinaloa toda la vida, lo que pasa es que se creía muy poderoso, cuando uno mira a todo el mundo de arriba hacia abajo está equivocado. Al Chapo Guzmán no necesitaba delatarlo el gobernador de Sinaloa, ¿usted qué hace en una casa con siete pistoleros con fusiles? Si están buscando un elefante blanco conviértase en un ratón, él hizo todo lo contrario, emitió todo tipo de señales desde la caleta.
–¿Usted cree que Guzmán se sentía influenciado por la leyenda de Pablo?
–Yo pienso que sí porque inclusive en una entrevista alcanzó a decir que habló telefónicamente con Pablo Escobar y yo de eso nunca me enteré. Haga usted la cuenta: al Chapo lo vinieron a capturar en el 2001, el Chapo vino a ser alguien en el 95 y Pablo murió en el 93. Con el que Pablo sí tuvo contactos fue con Amado Carrillo, el “Señor de los Cielos”.
–¿Cómo es vivir en la clandestinidad, vivir huyendo de poderosos bloques de búsqueda con policías de élite, igual que le ha pasado a Guzmán?
–Para esa época ya nosotros estábamos en guerra, con el cartel de “Se busca” encima, al principio a la policía la manejaba Pablo Escobar pero ya luego vino una guerra frontal contra las autoridades, la CIA, la DEA, el Cartel del Cali, ya después los paramilitares... realmente uno se mueve en tiempos de guerra, uno no se levanta diciendo “hoy me matan, hoy me capturan”, no, uno está fino, se cuida, extremábamos las medidas de seguridad, usted no puede estar yendo a restaurantes o centros comerciales, ya no puede hacer llamadas, ya no se puede ver con su novia, mamá, hermana, usted tiene que cortar con todo y elegir las horas para moverse, como cuando la policía está haciendo cambio de turno.
–Uno se imagina eso como una zozobra espantosa...
–La guerra lo va a absorbiendo a uno, realmente no es que uno viva sobresaltado, hay que guapear porque si no se desgasta uno. Además, Pablo tenía muy buena seguridad, tenía tres anillos.
Popeye visitó la tumba de Pablo Escobar poco después de recuperar su libertad. Foto: Diario El Tiempo, Colombia.–Guzmán es el ídolo de miles en ese “gremio”, por decirlo así. ¿Qué piensan ustedes no solo de que cayera tan rápido, si no de la ingenuidad o el exceso de confianza que se lo trajo abajo?
–Mire, las personas que amamos la mafia, los mafiosos, a los que nos gusta este cuento, nos sentimos traicionados por el Chapo. No puede ser eso de que anduviera de Chayanne, escribiendo poemas, reuniéndose con todo el mundo. Vea el caso de Sean Penn... usted no puede traer norteamericanos a su caleta y él llevó a Sean Penn, uno no sabe ni quien es, él puede ser muy buen actor y muy famoso pero el Chapo sabe que la CIA anda reclutando gente por todo el mundo. El señor Guzmán realmente subestimó al bloque de búsqueda, a la CIA, la DEA y las marinas mexicanas y colombiana, porque había policía colombiana asesorando al bloque. El Chapo retó a la sociedad mexicana y a la norteamericana, tenía encima a más de 300 millones de norteamericanos y más de 100 millones de mexicanos, se equivocó de cabo a rabo el señor Guzmán.
Yo creo que a él lo tienen en una celda y en la otra celda al ego de él, porque los dos no caben en una misma. Y bueno, ahí tiene: ahora es el más rico de la cárcel. A él, el ego lo liquidó. A Pablo no, a Pablo fue la familia, fue bien diferente porque Escobar era un guerrero, eso se llama ser guerrero y no estarse quejando porque hace frío o calor.
–El Chapo le dijo a Penn que cuando él se muera, el tema del narcotráfico seguirá igual y que esto nunca va a cambiar. ¿Que piensa sobre esto?
–Realmente lo único inteligente que le oí decir al Chapo fue eso. La cocaína nunca se acabará porque la cocaína tiene publicidad gratis en todo el mundo. La salida de la cocaína y la marihuana es la legalización, pero lo que son las anfetaminas y la heroína no se pueden legalizar porque son mortales.
–Usted ha dicho que tiene muchos enemigos ¿no le preocupa quedar en la mira de los colaboradores del Chapo por criticar sus acciones?
–No, porque yo estoy opinando al igual que lo hace mucha gente, en especial los periodistas. Uno tiene que ser responsable de lo que dice, eso sí. De todas maneras yo a esa gente le tengo mucho cuidado.
–¿Usted fue vicioso, llegó a consumir lo que mercadeaban?
–No no, el patrón se fumaba un purito y se tomaba media cerveza pero tampoco cosa del otro mundo. En este trabajo tan delicado uno no puede andar “trabado”.
–Usted ha reconocido que mató a 300 personas por sus propias manos y a unas 3.000 de forma indirecta. Hoy se muestra arrepentido, pero uno se pregunta ¿cómo hace para convivir con su pasado? Se me viene a la mente por ejemplo el caso del avión de Avianca, solo ahí murieron 107 inocentes y ni siquiera le atinaron al objetivo, que era César Gaviria y quien había perdido el vuelo...
–Yo realmente he pedido perdón de corazón, pero decir hoy que tengo una culpa así pues, que me levante y sude por la noche... no. Yo era un asesino profesional, yo estaba en una guerra, a mí me mataron más de 3.000 amigos, me mataron familiares, me mataron a mi Patrón. Era un estado de guerra, así que yo levantarme y decir “Juepúchica, las personas que ejecuté... no, yo no le hago a eso mi niña”. Y con el avión de Avianca... los marines gringos lanzan una bomba y matan niños en Afganistán o donde sea, y todo el mundo los aplaude. Es lo mismo. Muy duro, pero guerra es guerra. Sí le confieso que de lo que más me duele, son los niños que iban en ese avión.
Hoy día, ya peinando canas, ya uno se da cuenta de que todo aquello fue un craso error, fue una victoria pírrica haber derrotado al estado colombiano... El estado colombiano es muy fuerte hoy en día, ya ningún bandido va a lograr acorralarlo, nosotros lo hicimos pero todo el mundo perdió.
–Usted se confiesa arrepentido de haber sido un asesino, pero sigue hablando en presente de ser “un bandido” o habla de “nosotros los mafiosos”. ¿Cómo se entiende esto?
–Primero que todo, uno por matar una persona ya es un asesino. Yo no hablo en pasado de ser un asesino, eso no se puede borrar, pero tuve la oportunidad de salir adelante y eso es lo que estoy haciendo, en mucho con las sicólogas de la prisión que me ayudaron muchísimo a cambiar mi forma de ser, mi forma de pensar. Pero uno fue bandido y a los que nos gusta esto de la mafia... uno puede ser hombre de mafia, un conocedor, y estar dentro del brazo de la ley. Realmente en el tema de la mafia es donde yo puedo buscar un futuro con dinero limpio: el canal de YouTube monetiza, vienen productos con mi nombre, yo soy un hombre exageradamente trabajador.
Además se puede ayudar a la juventud con el programa Delinquir no vale la pena , es muy bueno que lleven a los muchachos a las cárceles, que oigan la historia de uno y que entiendan que el delito no paga.