Kabul. La organización de una resistencia armada a los talibanes en el valle del Panshir alrededor de dos figuras emblemáticas en Afganistán, el ex vicepresidente Amrullah Saleh y el hijo del difunto comandante Masud, puede generar ruido, aunque su éxito es incierto, según expertos.
En numerosos textos publicados estos últimos días, Ahmad Masud, hijo del comandante Ahmed Shá Masud —asesinado en el 2001 por Al Qaeda—, llamó a la resistencia del Panshir y pidió apoyo internacional en forma de armas y municiones.
Por su parte, el ex vicepresidente prometió no someterse a los talibanes y se retiró a este valle. Los dos hombres se dejaron ver juntos en redes sociales, lo que puede ser la primera piedra para un movimiento de resistencia.
Resistencia virtual
El valle del Panshir, al noreste de Kabul, no está bajo control talibán, según el ministro ruso de Asuntos Extranjeros, Serguéi Lavrov. Sin embargo, esto no significa que sea escenario de combates.
“La resistencia es por ahora verbal, porque los talibanes no han buscado penetrar el Panshir”, afirmó Gilles Dorronsoro, profesor de ciencias políticas en la Universidad París 1 Panteón-Sorbona y especialista de Afganistán.
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Por contra, “rodean el Panshir por todas partes”, indicó Abdul Sayed, politólogo en la Universidad de Lund, en Suecia.
La organización no gubernamental (ONG) italiana Emergency informó el miércoles de “un número creciente de heridos de guerra” en su hospital en ese valle.
“No hay combates actualmente en el Panshir, pero puede haber escaramuzas en la carretera del valle”, explicó bajo anonimato un francés que conoce bien la región y combatió en los años 1990 junto al comandante Masud.
“Los talibanes construyeron su victoria en un ataque relámpago y la rendición la consiguieron sin demasiada violencia”, expresó Dorronsoro.
“Un ataque frontal al Panshir con todo su peso simbólico iría contra la voluntad que tienen de normalizar” su movimiento, añadió.
Uno vive a la sombra de la leyenda de su padre, aunque tiene poco peso político; el otro ha estado en los comandos del poder afgano los últimos años y es profundamente político.
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“Las relaciones entre Ahmad Masud y Amrullah Saleh son un poco complicadas. Desde el comienzo hay una disonancia entre los dos”, analizó Dorronsoro.
“Masud no tiene posición oficial en el régimen, es alguien que no tiene un fuerte apoyo en Afganistán fuera del Panshir”, indicó.
En opinión del excombatiente francés, el hijo vive en el “fantasma paterno” y la “leyenda” de su padre.
“Él se siente portador de un legado (...) Él se dice: ‘si alguien debe iniciar la resistencia, es a mi a quien le toca’”, consideró el excombatiente.
Saleh “pretende ser constitucionalmente el presidente afgano legítimo tras la huida de Ashraf Ghani”, apuntó Abdul Sayed.
Estrategia de negociación
“¿Y cuáles son los objetivos? negociar con los talibanes o una verdadera resistencia armada”?, se preguntó el investigador de la universidad parisina.
“Los intereses del Panshir actualmente están defendidos políticamente en Kabul por (el antiguo jefe del gobierno) Abullah Abdullah, que negocia con los talibanes, y por los tíos de Masud que están negociando en Pakistán”, apuntó el antiguo combatiente.
Él entiende esta resistencia como “una forma de tener peso en las negociaciones de Kabul para que se defiendan los intereses del Panshir y que, en un momento dado, Abdullah o la familia llamen a Masud y le digan: ‘ya está, puedes parar, tenemos un acuerdo’”.
Sin embargo, Saleh no sigue la misma lógica porque es “enemigo personal de los talibanes”, advirtió.
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Aun así, Dorronsoro no descarta que el ex vicepresidente intente negociar con los nuevos líderes del país “puesto que habla de un proceso de paz que debería ser más inclusivo”.
Militarmente, “esto no lleva a ningún sitio”, afirmó el investigador francés. “Los talibanes solo quieren cerrar el Panshir, ni siquiera necesitan entrar”, comentó.
“Masud tiene jóvenes, vehículos, helicópteros, municiones, hace meses que se prepara”, pero tiene medios para atrincherarse en el valle y poco más, coincide el excombatiente francés.
Falta ver la posición de eventuales patrocinadores extranjeros que estén interesados en ver una resistencia activa, ya sea por el aura de la leyenda de Masud o por oposición a la creación de una teocracia en el país.