Kiev. Las fuerzas rusas seguían este martes estrechando el cerco en Mariúpol, una estratégica ciudad portuaria que los últimos soldados ucranianos intentan defender, mientras Kiev se prepara para una gran ofensiva en el este.
En esta ciudad del sureste de Ucrania, asediada desde hace más de 40 días por el Ejército ruso y destruida en gran parte, la situación humanitaria es dramática. El asesor presidencial ucraniano Mijailo Podoliak afirmó en un tuit que “decenas de miles” de personas han muerto allí y “90% de las casas” fueron destruidas.
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La conquista de Mariúpol permitiría a los rusos consolidar sus conquistas territoriales en la franja costera del mar de Azov, uniendo así las regiones del Donbás con la península de Crimea, anexionada por Moscú en el 2014. Sin embargo, las fuerzas ucranianas “siguen defendiendo Mariúpol”, aseguró el lunes el ejército ucraniano en Telegram, explicando que seguía en contacto con las unidades que “mantienen heroicamente la ciudad.”
“Los rusos han ocupado temporalmente una parte de la ciudad. Los soldados ucranianos continúan defendiendo el centro y sur, así como las zonas industriales”, declaró el teniente de alcalde, Serguéi Orlov. El Ejército ruso dijo haber frustrado el lunes un intento de 100 soldados ucranianos con vehículos blindados que intentaban huir de una fábrica del norte de la ciudad.
Rusia aseguró que la acción fue repelida con “ataques aéreos y fuego de artillería”, con la destrucción de tres tanques, la muerte de unos 50 “enemigos” y la rendición de 42. El lunes, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski volvió a pedir a sus aliados extranjeros que le envíen más armas para resistir a las fuerzas rusas. “No estamos recibiendo todo lo que necesitamos para terminar esta guerra rápidamente”, en particular para “desbloquear” el asedio a Mariúpol, afirmó.
‘Sustancia tóxica’
Zelenski también manifestó que se tomaba “muy en serio” las amenazas rusas de usar armas químicas en Mariúpol, en referencia a las declaraciones el lunes de Eduard Basurin, vocero de la autoproclamada república prorrusa de Donetsk (DNR), que habló de su posible uso para expulsar a los combatientes ucranianos que defienden la fábrica de Azovstal, el principal complejo industrial de Mariúpol.
El regimiento ucraniano Azov afirmó que un dron ruso había arrojado una “sustancia tóxica” sobre los soldados y los civiles. Sin embargo, Basurin expresó a la agencia Interfax que “las fuerzas de la DNR no utilizaron armas químicas en Mariúpol”.
“Las informaciones sobre el ataque químico no han sido confirmadas por el momento”, manifestó en Telegram Petro Andriushchenko, asesor del alcalde de Mariúpol. El lunes, Estados Unidos aseguró que tampoco podía confirmar la información. Por su parte, la viceministra de Defensa ucraniana, Ganna Maliar, dijo en televisión que “hay suposiciones de que probablemente se trataba de municiones de fósforo pero las conclusiones oficiales llegarán más tarde”.
En el este, fronterizo con Rusia, Ucrania espera ahora una gran ofensiva, después de que Moscú anunciara que la conquista total del Donbás es su objetivo prioritario. “Según la información que tenemos, el enemigo casi ha completado sus preparativos para un asalto en el este. El ataque tendrá lugar muy pronto”, advirtió el vocero del Ministerio de Defensa ucraniano, Oleksander Motuzianik.
En Washington, un alto funcionario del Pentágono confirmó que las fuerzas rusas se estaban concentrando alrededor del Donbás, cerca de la ciudad de Izum. El cuartel general del Ejército ucraniano aseveró en Facebook que esperaba que los rusos lancen pronto ofensivas sobre ciudades como Popasna y Kurakhove para “tomar el control de toda la región de Donetsk”, una de las dos provincias de Donbás, una zona que ucranianos y separatistas prorrusos se disputan desde el 2014.
“La batalla por las regiones de Donetsk y Lugansk es un momento crucial de la guerra”, declaró en Telegram Andriy Yermak, jefe de gabinete del presidente Zelenski. Por su parte, la fiscalía ucraniana anunció el martes el hallazgo de seis cadáveres de personas que murieron por disparos de bala en un sótano en el suburbio este de Kiev, en una zona que ocuparon las fuerzas rusas. La fiscal jefe de Ucrania, Iryna Venediktova, ya dijo el domingo que su país ha abierto 5.600 investigaciones sobre presuntos crímenes de guerra desde el inicio de la invasión rusa.
Huida de civiles
Los civiles siguieron huyendo de las regiones de Lugansk y Donetsk, desde donde debían partir el martes seis trenes de evacuación, según la administración regional de Lugansk. En una visita a Vostochni, en el Extremo Oriente ruso, el presidente ruso, Vladimir Putin, elogió este martes la lucha “valiente, profesional y eficaz” de los oficiales rusos que “participan en la operación militar especial en Donbás”.
También afirmó que la ofensiva era necesaria e inevitable para “garantizar la seguridad de Rusia” frente a una Ucrania que “ha empezado a transformarse en un bastión antirruso, a cultivar el nacionalismo, el neonazismo”. Los analistas creen que Putin, enfrentando a la feroz resistencia ucraniana, quiere asegurarse una victoria en la región antes del desfile militar del 9 de mayo en la Plaza Roja para conmemorar la victoria soviética sobre los nazis.
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“La batalla por el Donbás durará varios días y en esos días nuestras ciudades podría quedar completamente destruidas”, expresó en Facebook Sergei Gaidai, el gobernador ucraniano de la región de Lugansk, pidiendo a los civiles a salir de la zona. Funcionarios de la ONU pidieron el lunes, en una reunión del Consejo de Seguridad iniciada por Estados Unidos y Albania, investigar la violencia contra las mujeres en Ucrania y proteger a los millones de niños desplazados por el conflicto,
“Cada vez oímos hablar más de violaciones y violencia sexual”, dijo Sima Bahous, directora de la agencia de la ONU para la mujer. Más de 4,5 millones de refugiados ucranianos han huido de su país desde que Vladimir Putin ordenó la invasión el 24 de febrero, según el ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.