Mykolaiv. En un pueblo destruido cerca de la línea de frente en el sur de Ucrania, el ruido de la artillería rusa da indicaciones de la futura batalla que se librará con las tropas de Kiev, que buscan recuperar terreno en una inminente contraofensiva. El nombre de este lugar no se proporciona por razones de seguridad, pero en él aún se puede ver la magnitud de la destrucción ocasionada por los combates.
Las tropas ucranianas liberaron el lugar de la ocupación rusa. Casi todas las casas fueron destruidas o dañadas y ya no hay residentes. En las calles quedan algunos coches incendiados y agujeros producidos por cohetes. A los pies de los edificios destruidos, un pequeño destacamento de soldados ucranianos mantiene la posición en trincheras construidas con sacos de arena. El grupo está constantemente al acecho de los drones enemigos. En estos largos días de espera, un par de perros y un gato les hacen compañía.
Ucrania prometió lanzar una contraofensiva para recuperar la región estratégica de Jersón, a las puertas de la península Crimea, anexionada por los rusos en 2014. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, indicó el sábado que sus tropas avanzaban “paso a paso”.
Por el momento, las tropas consideran que Ucrania está haciendo bien las cosas al mantener la línea del frente. “Algunas personas tienen miedo, pero ¿qué podemos hacer? Tenemos que defender nuestra patria, porque si no lo hago, mis hijos se verán obligados a hacerlo ellos mismos”, dijo a la AFP Stanislav, de 49 años, que dejó a su mujer y a sus dos hijos para unirse a las tropas voluntarias, al comenzar la invasión rusa.
Sin embargo, “nos falta artillería”, añadió. “Si nosotros disparamos ocho veces, los rusos lo hacen 48 veces. De momento, son más fuertes a nivel material”, opinó el voluntario, originario de Odesa, la región vecina. “¡Pero resistimos!”, sentenció.
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‘Liberar Jersón’
Rusia ha usado el grueso de sus fuerzas armadas para centrar su ofensiva en la región oriental del Donbás. Pero la batalla de Jersón también puede ser clave. La zona fue la primera región en caer en manos de Moscú tras el inicio de la invasión. Recuperarla sería una victoria simbólica y estratégica para Kiev.
“Vamos a liberar Jersón, es seguro. No lo dejaremos a los rusos”, aseguró Oleksandr, un soldado de 45 años. “Tenemos que resistir y destruir las tropas enemigas”.
El domingo, el consejero del jefe de la administración militar regional ucraniana, Sergiy Khan, dijo que la región sería “liberada definitivamente en setiembre”. “Vemos cómo nuestras fuerzas armadas avanzan con claridad. Podemos decir que estamos pasando de acciones defensivas a contraofensivas”, añadió.
Recuperar la ciudad de Jersón, la capital de la región, y el territorio circundante, expulsaría a las fuerzas rusas del principal territorio al norte de su bastión en Crimea. La captura socavaría las posibilidades del Kremlin de lanzar una ofensiva hacia el oeste a lo largo del mar Negro hasta el puerto de Odesa.
La inminente batalla será también una prueba clave para saber si las tropas ucranianas aún pueden hacer retroceder a los rusos y liberar todo el país. Las fuerzas de Kiev cuentan con nuevas armas de mayor alcance proporcionadas por Occidente.
Según Kiev y los servicios de inteligencia occidentales, Moscú está reforzando sus defensas en el sur para intentar impedir cualquier ofensiva. Además, los rusos han intensificado sus ataques contra la cercana ciudad de Mykolaiv en un aparente intento de detener cualquier avance ucraniano, detallaron las mismas fuentes.
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‘Estamos listos’
Las fuerzas ucranianas, en cambio, usaron sistemas de misiles Hilars para destruir arsenales de armas, puestos de mando e interrumpir las líneas de suministro en la zona ocupada. Estas armas, que tienen un alcance de 80 kilómetros, fueron suministradas por Estados Unidos.
También destruyeron un puente clave en el río Dniéper, que conecta Jersón con Kiev, para aislar las tropas rusas que estaban desplegadas en el lugar.
En el terreno, Alex, un soldado, quiere que se envíen más Himars al frente sur, pero Ucrania solo cuenta con un puñado y los tiene que repartir en más de 1.000 kilómetros de línea del frente. En cualquier caso, “estamos listos para contraatacar”, prometió.