Quito
Lenín Boltaire Moreno, paladín de causas sociales, sucederá al carismático y temperamental Rafael Correa en la presidencia de Ecuador al ganar el domingo la segunda vuelta de la elección presidencial, lo que garantiza la continuidad del socialismo.
Moreno, de 64 años, vicepresidente entre el 2007 y el 2013 y parapléjico desde hace casi dos décadas, se desmarcó del carácter de su antecesor Correa, enfrentado desde hace años a sectores como la prensa y cierta clase empresarial, y aseguró que "es necesario otro estilo" de gobernar, "un estilo del diálogo, el estilo de la mano extendida".
Licenciado en Administración Pública con estudios de medicina y psicología, Lenín –como sus simpatizantes le llaman– nació el 19 de marzo de 1953 en Nuevo Rocafuerte, un recóndito poblado amazónico (fronterizo con Perú), de donde de niño le tomaba hasta un mes, navegando por río, para llegar a la localidad habitada más próxima.
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Nació allí porque sus padres –profesores– decidieron trabajar en Nuevo Rocafuerte, que aún hoy no tiene conexión por carretera. Un error en la inscripción en el Registro Civil hizo que su segundo nombre fuera Boltaire, en vez de Voltaire.
"Papá era de ideas socialistas y mamá de ideas liberales. A ellos les gustaba mucho leer; a papá, Lenín; y a mamá, Voltaire", explicó.
Moreno sufre la paraplejia, que lo obliga a desplazarse en silla de ruedas, a consecuencia de un disparo recibido durante un asalto en 1998, cuando compraba pan junto a su esposa Rocío González, e hizo del humor su arma de batalla para superar la pérdida de movilidad en sus piernas. Ha escrito una decena de libros de motivación.
"El humor es bueno para la salud, la prueba es que los médicos no lo recetan", declaró años atrás al recordar que pasó casi cuatro años postrado en una cama.
El sustancial giro que dio a programas sociales y para personas con discapacidades siendo vicepresidente le valió la nominación al premio Nobel de la Paz del 2012 y desde el 2014 ser el enviado especial del secretario general de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad, a lo que renunció el año pasado para ser candidato presidencial.
Moreno, a quien no le hace gracia la impuntualidad, es muy exigente en el trabajo y le molesta la deshonestidad. Siempre ha sido tajante: prometió que de ganar el balotaje, mantendrá el "Socialismo del siglo XXI", con el que Correa modernizó el país gracias a la renta petrolera, aunque con "ciertas variaciones importantes".
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Heredero de un país endeudado, con creciente desempleo y carísimo para el consumidor tras la caída del precio del crudo, el nuevo presidente necesitará mucho de su estilo conciliador para recuperar la confianza de la clase media y de los empresarios.
En su cierre de campaña en Quito se comprometió a hacer "una cirugía mayor contra los corruptos de este gobierno", a mantener y ampliar los programas sociales para las clases más populares -la base de su voto-, a fomentar el emprendimiento mediante créditos y a reducir impuestos para recuperar la capacidad de consumo de los ecuatorianos.
El exvicepresidente está abierto a la crítica, "el asesoramiento gratuito que tenemos la gente que hacemos política", y a gobernar con políticos de fuera del movimiento oficialista Alianza País, liderado por Correa.
"Es el primero en sancionar, en buscar que se juzguen las cosas. Es una persona muy mediadora, no le gustan los conflictos", comentó a la AFP Xavier Torres, presidente del Consejo Nacional de Discapacidades (Conadis).
Calmado y de sonrisa permanente, Moreno es maestro masón –según Edgar Moncayo, de la logia Arauco de Quito– y se había retirado de la política al dejar el cargo para el que fuera elegido en el 2006.
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"Teóricamente ya estaba retirado", manifestó Moreno. Sin embargo, ante la "insistencia" de su partido aceptó terciar para la jefatura de Estado.
Fan del cantautor catalán Joan Manuel Serrat y con gusto por el canto, como demuestran sus actuaciones improvisadas, está casado desde hace cuatro décadas y en marzo pasado se convirtió en abuelo.
Tiene tres hijas. "Soy 'chancletero'", dijo en una ocasión, aludiendo a una expresión burlona de quienes tienen solo hijas. La segunda de ellas tuvo trillizos (dos niños y una niña).