León. La ciudad de León, uno de los mayores bastiones de la izquierda sandinista en Nicaragua, que libró grandes batallas contra la pasada dictadura somocista, ahora le dice al gobierno de Daniel Ortega que se cansó de la represión y el autoritarismo.
“Creo que León se cansó, puede que seamos sandinistas, pero no danielistas, el pueblo se cansó de ser reprimido y de ser intimidado”, dice Eliza Rodríguez, una colaboradora del albergue San Vicente, donde atendieron a manifestantes que fueron heridos por antimotines en las protestas de la última semana.
“Yo creo que toda Nicaragua, no solo León, queremos que se vayan (Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo). Es mi pueblo el que está muriendo y así no puede seguir”, añade con los ojos llorosos, en alusión a los 27 muertos y decenas de heridos que causaron las asonadas.
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Las manifestaciones surgieron la semana pasada tras un paquete de reformas al sistema de pensiones que habría subido las cotizaciones patronales y laborales, y reducido las pensiones a los jubilados.
Cuando los jubilados salieron a protestar por las calles de León, fueron agredidos por grupos afines al oficialismo.
“Se necesita un cambio total, que haya más libertad de expresión, más apoyo de las autoridades al pueblo y no que las autoridades dañen al pueblo”, demanda Carlos Gutiérrez, un albañil de 26 años, mientras observa un centro universitario de la ciudad que fue quemado durante los disturbios.
El fuego se extendió a un restaurante adyacente que fue reducido a escombros y dejó sin empleo a más de 30 personas.
“Queremos un cambio, y si es posible, que se vayan”, expresa María del Socorro Pérez, de 32 años, quien dice que en el país “no hay libertad de expresión y todas las instituciones están parcializadas”.
Pero María Gutiérrez, una anciana de 64 años que recibe una pensión de $30 y cuida a dos nietos desde que su hija falleció de cáncer, no piensa igual.
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“Me da tristeza lo que está pasando, pero no quiero un cambio de gobierno”, porque ha hecho cosas buenas por los pobres, sostiene.
León ha sido gobernado por el Frente Sandinista (izquierda) desde el triunfo de la revolución de 1979.
Sus estrechas calles y casas de paredes altas de adobe conservan la arquitectura heredada de la colonia española. Fue centro de grandes batalles independentista, y de la lucha contra dictadura de la familia Somoza, que gobernó Nicaragua de 1936 a 1979.
Después de casi una semana de protestas, la ciudad regresaba lentamente a la normalidad este martes, y los comercios reabrieron sus puertas.
Sin embargo, en el barrio Posada del Sol de León, los vecinos aún recuerdan la noche del viernes, cuando un grupo de jóvenes llegó a quemar la radioemisora opositora Darío para evitar que transmitieran las manifestaciones antigubernamentales.
“La idea era terminar con la radio que se ha caracterizado por la libertad de expresión”, dice a la AFP el periodista Lester Hernández, quien logró huir de las llamas por una ventana, igual que las otras 13 personas que estaban dentro al momento del siniestro.
“Es una situación terrible la que está viviendo el país, creo que es hora de cambiar”, sostiene frente a los escombros de la radioemisora.
“Ortega es como Somoza, son la misma cosa”, apunta por su lado el exguerrillero sandinista Sergio Medrano, de 59 años, quien afirma que él lucho contra la antigua dinastía “por una vida mejor y para vivir en libertad”.
No obstante, Francisco Palacios, quien lustra zapatos en el parque de León desde hace 17 años, solo desea que se restaure la tranquilidad en el país.
“Le hago un llamado al comandante Ortega y la señora Rosario Murillo para que se sienten a dialogar”, pide el lustrabotas.