El estancamiento de la guerra en Ucrania pone en riesgo el respaldo de sus aliados occidentales, amenazados por la crisis económica, las incertidumbres de las elecciones estadounidenses y la hipótesis de un conflicto entre Pekín y Washington.
El efecto sobre Rusia es incierto, ya que se desconoce el estado real del país.
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Si la situación militar no se desbloquea, hay tres eventualidades que amenazan el apoyo occidental indispensable para Ucrania.
“Un escenario en el que China es cada vez más agresiva, un presidente del estilo Trump es elegido en 2024 y las fuerzas populistas progresan en Europa es un escenario en el que Rusia podría ser considerado como casi vencedor de la guerra”, estimaba Bruno Tertrais, director adjunto de FRS, en un seminario organizado por el centro de análisis rumano New Strategy Center en Bucarest.
¿Un apoyo europeo más débil?
Unas 70.000 personas se manifestaron en Praga contra el gobierno checo, acusándolo de prestar más atención a Ucrania que a sus ciudadanos.
Según un sondeo reciente, un 68% de franceses se dicen dispuestos a manifestarse “contra la guerra y por la paz”.
Castigados por la inflación más alta en mucho tiempo, inquietos por la calefacción en el invierno que se avecina debido a la dependencia del gas ruso y bastante divididas, las sociedades europeas no están en condiciones de soportar los efectos de una guerra prolongada.
“En un momento u otro emergerán las debilidades de la sociedad, o resurgirán los chalecos amarillos en Francia, eso pondrá bajo presión a países que tienen un problema de liderazgo, como Francia, o donde hay una mayoría relativa como Alemania, o donde hay una coalición débil como España, Reino Unido...”, explica Emmanuel Dupuy, presidente del centro de investigación IPSE.
En este contexto, los gobiernos pueden moderar su respaldo a Ucrania, ya sea empujando a Kiev a negociar o reduciendo su ayuda financiera o militar.
Además, varios países votarán de ahora al verano boreal de 2023, empezando por Italia, a fines de septiembre, donde la extrema derecha, sospechosa de ser cercana al Kremlin, figura como posible vencedora según varios sondeos.
¿Cuál es la posición de Washington?
“¿Qué pasará si el próximo presidente estadounidense decide que mantener tal apoyo a Ucrania no es de interés nacional? Es triste, pero yo pienso que para Ucrania, la ventana de oportunidad para ganar se reduce”, sin descartar un retorno del mismo Donald Trump o un candidato afín en las elecciones de 2024, estimó en Bucarest Charles Powell, director del Real Instituto Elcano español.
Pero las cosas incluso podrían cambiar a partir de noviembre con las elecciones de medio mandato, apunta Maud Quessard, directora del departamento Euroatlántico-Rusia en el Instituto de Investigación Estratégica de la Escuela Militar de Francia.
“Todo lo que concierne a la ayuda en el conflicto pasa por el Congreso. Es por ello que la administración Biden se apresura en aprobar el máximo de ayuda por miedo a que sea bloqueada por un Senado menos favorable tras las elecciones”, dijo iQuessard.
En esta hipótesis, “para las fuerzas políticas del próximo Senado, todo se negociará. Si hay interés en poner obstáculos a la administración, eso será parte del juego”, resume.
¿Un conflicto EE. UU.-China?
“Hay un conflicto que se acerca. No sé cuándo, pero en menos de cinco años”, advirtió la semana pasada en Bucarest el general estadounidense retirado y antiguo comandante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa, Ben Hodges, sobre la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China.
Si la situación se envenenara, por ejemplo en Taiwán, Estados Unidos debería centrarse completamente en Pekín, dejando de lado Ucrania y Rusia.
Contra Rusia, “la victoria de Occidente debe conseguirse antes de enero de 2025″, estima Andrey Illarionov, del Centro de Política de Seguridad de Washington.
“La guerra en Ucrania es irritante para Estados Unidos”, dice Powell. “Estarían mucho más contentos si pudieran centrar sus esfuerzos en el Indo-Pacífico”, alrededor de China, añade.
¿Y Rusia?
Existe una gran incertidumbre sobre la situación real del aparato militar ruso, sus reservas y la solidez de su economía. La población parece seguir apoyando a Vladimir Putin.
“Rusia no va bien, pero la economía rusa no va a hundirse”, opina Agathe Demarais, directora de previsiones para la unidad de investigación de la revista The Economist, Economist Intelligence Unit.
Su aparato industrial parece poder alimentar la maquinaria de guerra con equipos rudimentarios como obuses clásicos.
“Lo que hace falta para producir estos obuses es tiempo y, por supuesto, dinero. Con el aumento del precio de las materias primas, el coste de fabricación en Rusia de un obús BOF58 de 152 mm ha pasado de 329 a 659 dólares entre 2005 y mayo de 2022″, apunta Pierre Grasser, investigador asociado al laboratorio Sirice.
Moscú “ha implementado una economía de guerra, pero la cuestión es cuánto tiempo puede durar, porque sus reservas de divisas probablemente se agoten, aunque siga recibiendo divisas por la exportación de su petróleo hacia países que no le han impuesto sanciones”, dice Demarais.