Jartum, Sudán. El general sudanés Abdel Fattah al Burhan disolvió este lunes las autoridades de transición del país, cuyos miembros civiles fueron mayoritariamente detenidos, y decretó el estado de emergencia, mientras que, en las calles, ya hubo más de tres muertos y decenas de heridos entre los manifestantes prodemocracia.
Desde la mañana, el primer ministro Abdala Hamdok, su esposa y al menos siete responsables civiles (ministros y miembros civiles del Consejo Soberano —la mayor autoridad de la transición—) fueron detenidos por los militares, según Amnistía Internacional. La maniobra militar fue condenada por la comunidad internacional. La ONU pidió la “liberación inmediata” del primer ministro y Estados Unidos suspendió sus ayudas y exigió la restauración de un gobierno civil.
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El lunes por la noche, las redes sociales se llenaban de imágenes de manifestantes decididos a defender la transición democrática iniciada tras la destitución del dictador Omar al Bashir en el 2019.
“El pueblo eligió un Estado civil” y “no un poder militar”, declararon durante el día algunos manifestantes en Jartum, constataron periodistas de la AFP. El Ejército mató a tres manifestantes e hirió a al menos 80, según informó por la tarde el Comité Central de Médicos de Sudán, un sindicato independiente.
La televisión estatal está en poder de los militares y, a media jornada, el general Abdel Fattah al Burhan hizo una declaración. Aunque no deja de repetir que quiere “una transición civil y elecciones libres en el 2023″, tras 30 años de dictadura de Omar al Bashir, el general cesó de sus funciones a todos los dirigentes. El gobierno está disuelto, incluso el Consejo Soberano, dijo. Los prefectos y ministros están destituidos y el estado de emergencia rige en todo el país, añadió.
‘Desobediencia civil’
Rápidamente después de los anuncios del jefe del ejército, los diferentes sindicatos, grupos activistas de la revuelta del 2019 y otros movimientos prodemocracia instaron a la población a adherirse a una movilización de “desobediencia civil” y de “huelga general”, en la línea del llamado a “manifestarse” contra el “golpe de Estado” lanzado por la oficina de Hamdok.
Según Jonas Horner, investigador en el International Crisis Group, “este es un momento existencial para ambos bandos”, civil y militar. “Este tipo de intervención [...] reintroduce a la dictadura como opción”, añadió, en declaraciones a la AFP.
Por su parte, Estados Unidos anunció la suspensión de una ayuda financiera de 700 millones de dólares a Sudán e instó a los “responsables militares a liberar inmediatamente a todos los actores políticos, a protegerlos” y dejar de recurrir a “la violencia”.
Temiendo por la vida de Hamdok, retenido “en un lugar no identificado”, su oficina advirtió a las autoridades militares que sobre ellas recaía “toda la responsabilidad de su vida” o su muerte, en un país donde ya hubo una intentona golpista hace un mes.
Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, afirmó que temía que se produjera un “desastre” si “Sudán retrocede [...] tras décadas de dictadura”. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó el “golpe de Estado militar” y exigió que se respete la “carta constitucional”.
Ese texto, firmado por todos los responsables anti-Bashir en el 2019, prevé elecciones a finales del 2023 y una transición civil, con la que el general Burhan afirmó seguir comp
rometido en cuanto se nombre un nuevo gobierno y un nuevo Consejo Soberano.
Por su parte, el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell instó a la comunidad internacional a “volver a encarrilar la transición sudanesa”, y la Liga Árabe también manifestó su “profunda preocupación” y llamó a “todas las partes a respetar” el acuerdo de reparto de poder.
Frente a estos llamados, el general Burhan dijo que el país respetaría los acuerdos internacionales firmados. Sudán es uno de los cuatro países árabes que normalizó recientemente las relaciones con Israel.
De nuevo en las calles
En las calles de Jartum, donde las telecomunicaciones son cada vez más aleatorias, muchos sudaneses protestaban y abucheaban al general Burhan, constataron periodistas de la AFP. “No aceptaremos un régimen militar. Estamos dispuestos a dar nuestras vidas por la transición democrática”, aseguró a la AFP uno de ellos, Haitham Mohamed.
Sudán enfrenta una inestable transición política, marcada por divisiones y luchas de poder desde el derrocamiento de Bashir en abril del 2019. Desde agosto de ese año, el país está bajo el mando de una administración cívico-militar encargada de llevar a Sudán a una plena transición democrática bajo mando civil, con el objetivo final de organizar a fines del 2023 las primeras elecciones libres en 30 años.
Sin en en los últimos días, la tensión entre los dos campos aumentó. El 21 de octubre, decenas de miles de sudaneses marcharon en varias ciudades para respaldar la plena transición de poder a los civiles y contrarrestar a una sentada iniciada días antes frente al palacio presidencial de Jartum para exigir la vuelta al mando militar.