Muerte de Pablo Escobar mató a los grandes carteles en Colombia

Colombianos se dedican a producción, mientras que otros se encargan de trasiego

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Medellín, Colombia. AP. La muerte de Pablo Escobar Gaviria fue también el fin de los grandes carteles de la droga en Colombia, país que sigue encabezando la producción mundial de cocaína, pero que en los últimos 20 años ha visto debilitarse y atomizarse las organizaciones del narcotráfico.

“Cuando mataron a Escobar, no mataron al patrón del mal, mataron a un trabajador del patrón del mal que está vivo y que se está replicando en México, en Centroamérica, en Brasil, que tiene coletazos en Medellín, en Colombia en general”, afirmó Luis Alirio Calle, único periodista presente cuando Escobar se entregó a la Justicia en 1991.

Fotos de Pablo Escobar mostradas en su antigua mansión en la finca Nápoles, en el municipio de Puerto Triunfo, Antioquia. La de la izquierda corresponde al momento cuando la Policía lo mató, hace 20 años. | AFP (RAUL ARBOLEDA)

Escobar creó, a fines de los años 1970, el cartel de Medellín , en el que agrupó bajo su mando militar a pequeños traficantes dispersos para imponer a Colombia sus reglas: “plata o plomo” y comprar bajo amenaza los poderes públicos.

Cuando Escobar murió el 2 de diciembre de 1993 en Medellín, había llegado a ser el hombre más rico de Colombia, mencionado por la revista estadounidense Forbes como una de las mayores fortunas del mundo. Incluso, había sido parlamentario suplente en 1982.

Cambio de estilo. “Ahora hay mafiosos poderosos pero callados, trabajan de otra manera, con un perfil más bajo, porque el narcotráfico está ahí, haciendo y deshaciendo”, afirmó Calle.

Jaime Fajardo, experto en seguridad, indicó, por su parte, que ahora “son perfiles más bien modestos, no tienen esa arrogancia, pero aún persisten mandos medios. Ellos han aprendido que todo eso, antes que beneficiarlos, los perjudica”.

Escobar dominó el negocio de las drogas a lo largo de toda la cadena, desde la siembra de la hoja hasta la venta al menudeo en las calles de Nueva York.

En cambio, ahora los grupos narcotraficantes colombianos solo participan de los primeros eslabones de la cadena y han perdido el control del segmento más beneficioso: la colocación y distribución en Estados Unidos.

Wberney Zabala, quien vive en el barrio Pablo Escobar, en Medellín, ora en su casa como tributo al capo del narcotráfico. | AFP (RAUL ARBOLEDA)

El apoyo de Washington a Bogotá en su lucha antidrogas, por medio del Plan Colombia, con el cual el país andino ha recibido más de $8.000 millones desde el 2000, ha reducido también los cocales (48.000 hectáreas en 2012, según la ONU) y la producción de cocaína (309 toneladas el año pasado).

Incluso, los lotes que llegaron a ser de hasta 100 hectáreas en la época de Escobar tienen hoy extensiones promedio de 0,6 hectáreas.

Tras la muerte de Escobar, Medellín ha vivido una transformación importante, por medio de diversas iniciativas de desarrollo humano. Una de ellas es la conectividad urbana, con un trazado de metro de 69 kilómetros de largo, que incluye además un sistema de metrocable para llegar a los barrios más empobrecidos de la periferia.

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