Jerusalén. AP y AFP. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, manifestó el jueves que estaría “en toda disposición” de reunirse con el presidente palestino, Mahmud Abás, para intentar poner fin a semanas de enfrentamientos entre Israel y los palestinos.
Netanyahu dijo a la prensa que ha estado en comunicación con el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y otros líderes con respecto a la posible reunión con Abás.
“Creo que es potencialmente útil porque podría detener la ola de violencia y acusaciones falsas en contra de Israel”, añadió el jefe de Gobierno. “Estoy dispuesto a reunirme con los líderes árabes y la cúpula palestina para poner fin a esta instigación y aclarar la situación”.
La oficina de Abás no emitió un comentario de inmediato.
La víspera, el titular de la Autoridad Nacional Palestina indicó que respaldaba formas pacíficas de resistencia, un llamamiento que corre el riesgo de ser ignorado por sus jóvenes compatriotas, hartos de la ocupación israelí y de la falta de avances en las negociaciones con vistas a la creación de un Estado.
Siete israelíes y unos 30 palestinos, incluidos varios presuntos autores de ataques con arma blanca, murieron en incidentes registrados esta semana.
La ola de violencia se intensificó a partir del 1.° de octubre, cuando supuestos miembros del movimiento islamista Hamás mataron a tiros a una pareja de colonos judíos en Cisjordania, en presencia de sus hijos.
Para Netanyahu, este brote de violencia “no es el resultado de una oleada masiva de asentamientos (israelíes), porque no ha habido una oleada masiva de asentamientos”.
Refuerzo de seguridad. Ante el aumento de los choques y las tensiones, las fuerzas de seguridad israelíes se desplegaron masivamente el jueves en Jerusalén y la población judía se armaba con lo que tuviera a mano.
Unos 300 soldados debían sumarse a las fuerzas policiales, desbordadas por el recrudecimiento de la violencia, que generó temores de una tercera intifada (levantamiento palestino).
La última vez que el Ejército participó en una operación en las ciudades israelíes data del 2002, durante la segunda intifada, rememoró una fuente de las fuerzas de seguridad.
Los registros a bordo de los autobuses provenientes de los territorios palestinos eran constantes en la autopista que enlaza a Jerusalén con la ciudad de Hebrón, en Cisjordania.
En los últimos días hubo violentas protestas palestinas en Jerusalén Este, anexada por Israel, así como en Cisjordania y en la franja de Gaza.
Las intifadas de 1987-2003 y de 2000-2005, con enfrentamientos casi cotidianos, costaron la vida a centenares de personas.
Ambiente tenso. Las armerías señalaban ventas récords y los principales diarios israelíes publicaron el jueves fotos de ciudadanos judíos con armas, aerosoles de gases lacrimógenos, palos de escoba y palos de amasar.
Otros comercios sufren consecuencias ante el temor a salir a las calles. “El negocio ha caído un 15%”, calculaba Aron Silverberg, propietario de una tienda de teléfonos móviles en Jerusalén.
Los partes de incidentes se multiplican, a medida que el pánico cunde en lugares públicos.
En un tren que circulaba cerca de Haifa (norte del país), soldados creyeron detectar a un sospechoso y advirtieron a los pasajeros al grito de “¡terrorista!”.
Un funcionario que viajaba en el primer vagón efectuó un disparo al aire y otro viajero activó los frenos de emergencia, pero finalmente nadie resultó herido ni detenido.
“Estamos realmente frente a una ola de terror (...). Los civiles están en primera línea y expuestos a muy corta distancia, pues las principales armas son los cuchillos”, reconoció el ministro de Defensa, Moshe Yaalon.