Nicaragüenses de diversos sectores exigen al presidente Daniel Ortega, en el poder desde el 2007, la aprobación de reformas democráticas mientras se espera la convocatoria a un diálogo nacional, que hasta este domingo no tenía definido una agenda ni fecha para las pláticas.
La crisis comenzó el 18 de abril luego de que el gobierno anunció una reforma del sistema de seguro social que fue rechazada por estudiantes, trabajadores y empresarios. Esto ha llevado a una serie de protestas que han dejado un número indeterminado de muertos. Algunas fuentes hablan de 37 muertos pero otras hablan de 60 o más.
El clamor por las reformas democráticas es impulsado por amplios sectores sociales, que en las últimas dos semanas salieron a manifestarse a las calles para rechazar lo que denominan “opresión” y para defender su derecho a vivir en “libertad”.
Las manifestaciones violentas habían cesado este domingo, pero los nicaragüenses continuaron exigiendo castigo para los responsables de las muertes en las protestas.
Asimismo, reclaman el respeto a la libertad de expresión y manifestación, la independencia de los poderes del Estado y la renuncia de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
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“Que se vaya Daniel Ortega, ya ha estado suficiente tiempo en el poder”, exclamó la ciudadana Vida Zeledón, de 45 años, en una manifestación.
“Es imperativo restituir el Estado de derecho iniciando con elecciones libres y transparentes de manera anticipada” a las previstas en el 2021, señaló por su parte el grupo opositor “Hagamos Democracia”.
Un mes para acuerdos
El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Leopoldo Brenes, reiteró el sábado la disposición de los obispos de mediar en un diálogo, pero dieron un plazo de un mes al gobierno para que se lleguen a acuerdos.
“El gobierno pretende dar por terminada la protesta en base a que, al verse contra la pared, llamó a un diálogo”, el cual “no pasa de ser un espejismo”, reprochó la afamada escritora Gioconda Belli en un artículo de opinión.
“Respaldamos un diálogo que tenga como su primer y más importante objetivo la democratización de Nicaragua”, demandó por su parte el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP).
Ortega, quien gobernó por primera vez de 1979 a 1990 tras el derrocamiento de la dictadura somocista, retornó al poder en el 2007 y fue reelegido en el 2011 y 2016 en medio de procesos electorales muy cuestionados por la oposición.
Sin embargo, la violencia que ejerció contra los manifestantes que salieron el 18 de abril a protestar contra la reforma al seguro social, irritó a los nicaragüenses pese a que el gobierno dio marcha atrás con su proyecto de reformas a la seguridad social, con la cual pretendía aumentar los aportes de los trabajadores, de los empresarios y quitar un 5% de su pensión a los jubilados.
Eso fue “la gota que derramó el vaso”, dijo a la AFP el ciudadano Javier Hernández.”
Ortega y Murillo “no muestran ninguna compasión, ni siquiera un poco de empatía con los familiares de los muertos a quienes llaman delincuentes, pandilleros y narcotraficantes”, acusó por su lado el exmiembro de la dirección del Frente Sandinista, el disidente Luis Carrión.
Pese a las protestas y reclamos de la oposición, Ortega aún cuenta con grupos de excombatientes que este domingo expresaron un fuerte respaldo hacia el presidente.
“Estamos con Daniel, estamos con el Frente, hay sandinistas para rato”, aseguró el excombatiente sandinista, Francisco Cuendis, en un encuentro partidario en Rivas (sur).
“Daniel no está solo, aquí estamos hombro a hombro con nuestro pueblo”, afirmó el legendario excomandante guerrillero, Edén Pastora. La movilización popular que hubo en Nicaragua fue un “intento de golpe de estado”, denunció por su lado el presidente del parlamento, Gustavo Porras, en el canal legislativo tras dar su apoyo al gobierno de Ortega.