Rangún. La otrora ícono de la paz Aung San Suu Kyi entrará en la historia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) al ejercer, la semana que viene, la defensa de Birmania, un país acusado de “genocidio” contra los rohinyás.
Gambia, en nombre de los 57 Estados miembros de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), inició una acción judicial contra el país del sureste asiático por “actos de genocidio” ante la CIJ.
Que la laureada con el premio Nobel de la Paz en 1991 acuda ante la Justicia para defender a su país, acusado de haber cometido las peores atrocidades contra esa población de minoría musulmana, es muy inusual.
Al contrario de lo que hicieron otros dirigentes antes que ella, Aung San Suu Kyi no viajará a La Haya (donde se encuentra la CIJ, la máxima jurisdicción de la ONU) simplemente para figurar, sino que ella misma ejercerá la defensa del “interés” de Birmania, según avisó.
"Es muy excepcional que altos dirigentes asistan a la CIJ para defender, ellos mismo, a sus países, y no solo para “atraer la atención de los medios de comunicación”, resaltó Willem van Genugten, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Tilburg, Holanda.
La CIJ, creada en 1946 para solucionar los diferendos entre Estados miembros, celebrará las primeras comparecencias del martes al jueves sobre el caso, muy sensible, de los abusos cometidos contra la minoría musulmana.
Desde agosto del 2017, cerca de 740.000 rohinyás se refugiaron en Bangladés, tratando de huir de los abusos del Ejército birmano y de milicias budistas, calificados de “genocidio” por investigadores de Naciones Unidas.
Por su parte, las autoridades birmanas mantienen que los militares tan solo reaccionaron a los ataques de la rebelión rohinyá y que no se produjo ni limpieza étnica ni genocidio.
El papel prominente de Aung San Suu Kyi en la defensa de Birmania podría revelarse como un arma de doble filo: “in precedente pero también muy imprudente”, advirtió Cecily Rose, profesora asistente de Derecho Internacional en la Universidad de Leiden.
Pese a estar graduada por la Universidad de Oxford, Aung San Suu Kyi “no tiene ninguna calificación jurídica y estaría completamente perdida ante la Corte”, consideró.
We are of the opinion that there are certain extremist elements who do not want peace in the Rakhine, who did not want a solution to the problems in Rakhine," Aung San Suu Kyi said. pic.twitter.com/wTt0LuiPYH
— Thein (@Thein50373586) December 8, 2019
Los observadores internacionales recibieron con sorpresa el anuncio de la llegada de la jefa de facto del gobierno birmano a la CIJ, ante la cual comparecerá el miércoles. Muchos de ellos son muy críticos con ella y la acusaron de no haber defendido a los rohinyás.
“Lo que podría ser visto como algo inusual sobre la presencia de Aung San Suu Kyi al frente de la delegación birmana, es el hecho de que esté considerada como personalmente responsable a un cierto nivel de los actos” de los que se acusa al país, declaró Mike Becker, profesor adjunto de Derecho Internacional en el Trinity College de Dublín.
Dedos acusadores
Gambia considera que Birmania violó la Convención para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, un tratado del Derecho Internacional aprobado en 1948. La CIJ solo estableció el delito de genocidio en una ocasión: la masacre de 8.000 hombres y chicos musulmanes en 1995 en Srebrenica, Bosnia.
La iniciativa del Estado africano, de mayoría musulmana, no es el único procedimiento abierto, de momento, en el marco de este caso. La Corte Penal Internacional (CPI), que también tiene sede en La Haya, dio su visto bueno en noviembre para que se investiguen los supuestos crímenes cometidos contra los rohinyás.
Además, en Argentina también se presentó una denuncia contra Birmania, pues la Justicia local invoca el principio de justicia universal. Esta denuncia está dirigida principalmente contra Aung San Suu Kyi.