Santiago
Los chilenos responderán este miércoles a un nuevo censo con el que no solo se busca recabar información de la población, sino también restituir la confianza cinco años después de una fallida medición que fue desechada por errores y omisiones.
Unos 583.000 censistas voluntarios del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) visitarán más de 6 millones de viviendas durante 20 horas para completar un cuestionario de 21 preguntas sobre densidad de población, sexo, edad y nivel de educación, entre otros datos que servirán para determinar el número de habitantes de Chile, una incógnita que se mantiene desde hace años.
Es "importante saber cuántos somos, qué edad tenemos, cuántos son niños, cuántos son jóvenes, cuántos son adultos mayores, dónde vivimos mayoritariamente, cómo se componen nuestras familias, cuántos bebés están naciendo, porque no es solo para una información universitaria, sino que esta es una información para las políticas públicas", dijo el martes la presidenta Michelle Bachelet.
El gobierno decretó un feriado obligatorio para el miércoles, día en que el comercio permanecerá cerrado para facilitar la presencia de los habitantes en sus hogares.
Los datos recogidos serán procesados y en el 2018 se entregará la información oficial.
"El censo de mañana (miércols) es una de las mayores movilizaciones de personas en Chile en los últimos 10 años. Nos dará datos fidedignos, válidos y que servirán como insumo para el futuro de un país en vías de desarrollo", explicó a la AFP Cristián Parker, doctor en Sociología de la Universidad de Santiago.
El censo es de carácter obligatorio y quienes no contesten o se nieguen a recibir a los censistas deberán pagar multas que alcanzarían a los $4.300, informó el INE.
Medición desastrosa. Este proceso está llamado también a llenar el vacío que dejó el fallido Censo del 2012, presentado por el gobierno del derechista Sebastián Piñera como "el mejor de la historia de Chile" pero que finalmente fue desechado por graves errores y omisiones que llevaron al mandatario a pedir perdón públicamente.
Al contrario de lo que se había hecho anteriormente, Piñera optó por hacer un censo de "derecho" a lo largo de varios meses, con censistas profesionales en vez de uno de "hecho" -como el de ahora- que se realiza en una sola jornada y con voluntarios.
Concluida aquella medición, la denuncia de un medio de prensa sobre la manipulación de datos desató un escándalo que finalmente fue confirmado por una auditoría externa ordenada por el propio Piñera.
El censo tuvo una omisión o falta de participación de un 9,3%, muy por encima del 2% estimado, aunque en un quinto de las comunas alcanzó el 20%, invalidando el uso de esos datos para las políticas públicas.
Ese estudio arrojó una población total de 16,6 millones de chilenos, aunque se entrevistaron 600.000 personas menos, y se abultaron las cifras al incluir moradores ausentes y viviendas desocupadas como si hubiesen sido entrevistados para cumplir con el margen de error exigido.
Por tanto, las cifras están desactualizadas ya que el censo previo se remonta al 2002, cuando se determinó una población de 15,1 millones.
"El censo del 2012 fue un fracaso. El porcentaje de desactualización de datos es gravísimo, durante los últimos 15 años no tenemos un fiel reflejo de lo que necesita el chileno", afirmó Parker.
Otra de las preguntas que buscará responder el censo de este año es la cantidad de extranjeros que viven en Chile ante el incremento de la migración, que superó las 400.000 personas en el 2016, un 123% más que lo señalado en el censo del 2002, según estimaciones del gobierno.