Brasilia. AFP. Los ministros del gobierno interino de Brasil tienen mucho en común: son blancos, hombres, conservadores, muchos de ellos ricos y también están en la mira de la Justicia.
La pregunta que surge, después de asumir el poder con Michel Temer tras la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff y no a través de los votos, es qué tienen en común con el grueso de los 204 millones de habitantes de su país.
Temer mantuvo su primera reunión de gabinete el viernes, 24 horas después de asumir el poder por orden del Congreso, que apartó a Rousseff del cargo para juzgarla por manipulación de las cuentas públicas.
El nuevo gobierno se esmeró en pasar rápidamente la página de la era Rousseff y asegura que responderá a las exigencias de las últimas masivas manifestaciones de poner fin a la corrupción y la parálisis política.
“La gente en la calle busca dos cosas: quieren un Estado sin corrupción y quieren un Estado eficiente”, dijo el flamante jefe de gabinete, Eliseu Padilha. “Sin corrupción y con eficiencia”, subrayó.
El equipo Temer, que tiene el beneplácito del mercado, posee credenciales para mostrarse eficiente, pero no es un modelo de honestidad.
Al menos tres ministros son investigados en el multimillonario fraude a la petrolera estatal Petrobras, el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil. Entre ellos destaca Romero Jucá, ministro de Planificación y presidente del partido de Temer, el centrista PMDB.
Otros dos son hijos de políticos investigados en ese caso y tres enfrentan distintos casos penales, indicó el sitio especializado Congresso em Foco, que sigue de cerca las deudas de los políticos con la Justicia.
Justicia por igual. “El combate a la corrupción es la cosa más importante”, dijo el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, que garantizó “apoyo total” al caso Petrobras. “La ley debe ser aplicada igual para todos, sin nombre, sin filiación y sin partido. La ley es para todos”.
Asumiendo después de la primera mujer presidenta de Brasil, el gabinete de Temer parece un regreso a mediados del siglo XX, o más atrás.
No hay mujeres, no hay negros y ninguno tiene un perfil mínimamente cercano a las grandes masas de pobres de este país con diferencias sociales.
Mujeres y negros destacaban en el círculo más íntimo de Rousseff, que contó con 15 ministras durante su primer y segundo mandato. Una de ellas era Nilma Lino Gomes, negra y responsable de la cartera de Mujeres, Derechos Humanos y Equidad Racial, un cargo que Temer eliminó.
Cambios. Algunas de las opciones de Temer, según parece, procuran demostrar un giro hacia valores conservadores.
El ministro de Agricultura, Blairo Maggi, es conocido como el millonario “rey de la soya” y, según Greenpeace, es uno de los mayores destructores de la Amazonia brasileña.
El ministro de Industria, Marcos Pereira, es un pastor evangélico de la poderosa Iglesia universal y fue considerado antes para llevar la cartera de Ciencia y Tecnología, pero la comunidad científica se rebeló .
Luego está De Moraes. Hasta hace poco fue secretario de Seguridad en Sao Paulo y responsable de una Policía acusada de constantes abusos a los derechos humanos con escuadrones de la muerte para enfrentar pandillas criminales.
A la cartera del ‘pitbull’ de Temer se le sumaron las responsabilidades del desmantelado ministerio de Derechos Humanos.
Otro ministerio que desapareció es el de Cultura, que fue fusionado con el de Educación, despertando fuertes críticas, como las del cantante Chico Buarque y el actor Wagner Moura, así como una manifestación en contra del nuevo ministro en su primer evento público el viernes.
La ausencia de mujeres fue ampliamente criticada, y Padilha explicó: “Tratamos de buscar mujeres, pero no fue posible”. Prometió que varios cargos no ministeriales pero de “importancia similar” serán ocupados por mujeres.
El gobierno interino tiene una fuerte presencia de exmiembros del Congreso, responsables de separar a Rousseff del cargo y de colocar a Temer en el poder. Y el ahora presidente supo pagar rápido su deuda.
El nuevo ministro de Ciudades, Bruno Araujo, fue el diputado que selló la votación de dos tercios que aprobó en la Cámara Baja que el juicio político de Rousseff avanzara al Senado.
Al menos 60% de los legisladores en Brasil cuentan con deudas con la Justicia o las tuvieron .
No obstante, lo prioritario para Temer era construir una coalición sólida en el Congreso para gobernar sin los traumas que enfrentó Rousseff, y poder aprobar las medidas económicas.
Para Michael Mohallem, analista político y profesor de Derecho en la universidad FGV de Río de Janeiro, Temer es “muy pragmático” y este giro de 180 grados de un gabinete sin minorías o mujeres fue calculado para agradar a la sociedad conservadora y religiosa del país.
Sin embargo, hay un riesgo, advirtió. “La sociedad puede mostrar su descontento en los próximos meses; algunos aún no terminan de asimilar lo que pasó”, indicó.