Shimon Peres era un estadista, uno de los más importantes de la historia de Israel, quizás el último.
Su paso por la política fue extenso y su huella profunda. Peres logró ser primer ministro en dos ocasiones, ministro en 16 gobiernos, diputado durante 48 años y jefe de Estado durante siete.
Defendió los ideales israelíes desde antes de la fundación del Estado judío. Llegó a Palestina en 1934 con su familia, cuando ese territorio aún estaba bajo el dominio británico.
El joven Peres rápidamente se ganó un lugar dentro de los círculos sionistas y, para cuando se fundó Israel, en 1948, ya era uno de los hombres de confianza del primer ministro y líder histórico David Ben-Gurión.
A los 29 años, se convirtió en director general del Ministerio de Defensa, destacando, durante su gestión, una crucial alianza con Francia, que concedió a Israel su histórica supremacía regional y su programa nuclear.
En 1959, fue elegido por primera vez al Congreso, donde permanecería hasta 2007. Durante ese periodo, fue primer ministro en dos ocasiones y ocupó varios ministerios, entre ellos el de Relaciones Exteriores.
El último intento
Sería precisamente en la cartera de Exteriores que Peres se daría a conocer internacionalmente, sobre todo por ser uno de los principales impulsores de los acuerdos de Oslo, aquel documento firmado en 1993 que no solo dejó un histórico apretón de manos entre Isaac Rabin y Yasser Arafat, sino que sigue siendo el último avance real en pos de resolver el conflicto entre Israel y Palestina.
Sus allegados afirman que Peres creyó, hasta el último de sus días, que lograr la paz en la región era posible y necesario. Sin embargo, solo el tiempo dirá si ese sueño murió con Peres, si ese ideal se esfumó con el último sobreviviente de una generación, cuyas ideas parecen haber desaparecido de la política actual en Israel.