Paraguay
El papa Francisco condenó este sábado a las ideologías políticas que pretenden interpretar al pueblo, pero siempre "terminan en dictaduras", y criticó cualquier modelo económico que sacrifica a la gente por el dinero.
En su segunda jornada en Paraguay, el pontífice se reunió con organizaciones sociales y advirtió que en la búsqueda de una sociedad más inclusiva los pobres no deben ser objeto de "una mirada ideológica" que los use para intereses políticos y personales.
"Es muy necesario para un país el crecimiento económico y la creación de riqueza, y que esta llegue a todos los ciudadanos sin que nadie quede excluido", dijo Francisco en un discurso pronunciado en un estadio ante representantes de 1.600 organizaciones.
Pero llamó a evitar "un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad".
En un mensaje que improvisó en varios momentos, el papa se lanzó contra las ideologías.
"Las ideologías terminan mal. Tienen una relación incompleta, enferma o mala con el pueblo. No asumen al pueblo. Fíjense en el siglo pasado, ¿en qué terminaron las ideologías? En dictaduras siempre. Piensan por el pueblo. No dejan pensar al pueblo", afirmó.
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Francisco, que en su anterior escala de su gira sudamericana en Bolivia pidió perdón por los crímenes cometidos por la iglesia católica durante la conquista de América, reivindicó en Paraguay a las reducciones jesuíticas, un conjunto de pueblos fundados por los jesuitas desde el siglo XVI para evangelizar a los indígenas guaraníes.
El papa las calificó como uno de los sistemas más justos de la humanidad.
"En ellas, el Evangelio fue alma y vida de comunidades donde no había hambre, ni desocupación, ni analfabetismo, ni opresión. Esta experiencia histórica nos enseña que una sociedad más humana también hoy es posible", dijo.
El historiador Jorge Rubbiani dijo a The Associated Press que "el valor histórico de las reducciones de los jesuitas fue evangelización, enseñanzas de oficios y autosuficiencia. También elaboraron la gramática guaraní".
Refirió que el rey Carlos III expulsó en 1767 a los jesuitas, a quienes confiscó su patrimonio y las reducciones quedaron a cargo de otras órdenes religiosas.
Pero hay otras visiones más críticas de las reducciones.
Ricardo Pavetti, miembro de la Academia de Historia de Paraguay, dijo a la AP que "las reducciones jesuitas no tuvieron un régimen democrático" e incluso consideró que "fueron un régimen despótico de dominio de los indígenas pero con unos frailes muy inteligentes y con formación profesional excelente" que los forzaron a aprender oficios, a escribir y leer castellano y guaraní.
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"A la distancia, los jesuitas crearon algo así como, usando una metáfora, una república comunista cristiana. Parece un contrasentido, pero es la mejor ilustración para entender algo que ocurrió hace mucho tiempo", agregó Pavetti.
Misa en Paraguay. Más temprano, ante cientos de miles de personas desesperadas por estar cerca de él, el papa ofreció su primera misa en Paraguay, un país donde 90% de la población profesa la fe católica.
En ella, el papa rindió homenaje a la mujer paraguaya a la que calificó como "la más gloriosa de América".
"Quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua", dijo aludiendo a la guerra de la Triple Alianza.
En ese conflicto Paraguay se batió entre 1865 y 1870 contra Argentina, Brasil y Uruguay y su población adulta de hombres fue prácticamente aniquilada. La mujer paraguaya cargó sobre sus hombros la reconstrucción del país tras los combates.
Hoy ocho de cada 10 mujeres paraguayas no tienen seguro médico ni protección social ya que trabajan de manera informal. Según un informe de la organización no gubernamental Coordinación Latinoamericana de Mujeres el salario de las paraguayas equivale a 70% del de los hombres y un 32% está subempleada.
Liselda Rojas, de 44 años, escuchó al papa junto a su hija María, que padece parálisis cerebral. María estaba sentada en una silla de ruedas vieja y de ruedas oxidadas que dificultaban su desplazamiento. Ambas durmieron en una plaza y comieron galletas que encontraron en la basura. Rojas, madre soltera, no tiene empleo. "Siempre pido milagros para ella. Para mí, fue un milagro tenerla. Es un milagro que sigamos. Es un milagro que estamos aquí con el papa" , afirmó.
La misa se realizó en Caacupé, una pequeña ciudad de 48.000 habitantes a 54 kilómetros de Asunción, el principal bastión de la fe católica del país.
Cientos de miles de personas llegaron desde todos los rincones de Paraguay y países vecinos.
Francisco cerrará su actividad del sábado con una nueva ceremonia religiosa, esta vez en la catedral, donde pronunciará una nueva homilía.
La visita del papa ha generado una enorme expectativa en un país donde 24% de la población vive debajo de la línea de pobreza, 14% no tiene empleo y 110.000 indígenas sobreviven en condiciones económicas y sociales paupérrimas.