Ciudad Juárez, México. AFP. El papa Francisco denunció la “tragedia humana” que sufren los migrantes en el mundo cuando huyen de la violencia y la pobreza de sus países, en una misa oficiada este miércoles en la frontera entre México y Estados Unidos, por donde pasan millares de indocumentados.
La ceremonia en Ciudad Juárez, que congregó a 300.000 personas según el Vaticano, se transmitió en pantallas gigantes en el Estadio Sun Bowl de El Paso, Texas, en el lado estadounidense de la frontera, para otros 50.000 fieles.
“Esta tragedia humana que representa la migración forzada, hoy en día es un fenómeno global”, dijo Francisco en la ceremonia. “Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado”, agregó.
La misa, con la que el Papa cerró este miércoles su visita a México, se celebró en el punto donde millares de centroamericanos y mexicanos arriesgan sus vidas en una travesía migratoria hacia Estados Unidos.
Francisco, un argentino de ascendencia italiana, se definió más de una vez como “hijo de inmigrantes”.
“Aquí, en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar a tantos mexicanos que también buscan pasar al otro lado. Un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico de humanos”, manifestó.
Antes de la misa, el Papa dio una bendición a la distancia a unas 400 personas que se congregaron al otro lado del río Bravo, que divide a México y Estados Unidos. Entre ellos, había numerosos solicitantes de asilo.
Centenares de personas cruzaron la frontera desde Estados Unidos para asistir a la misa, mientras otros optaron por participar desde el estadio de El Paso.
En la homilía, Francisco le envió un saludo a los católicos reunidos en El Paso. "Gracias a la ayuda de la tecnología, podemos orar, cantar y celebrar juntos ese amor misericordioso que el Señor nos da, y el que ninguna frontera podrá impedirnos de compartir", dijo.
“Ya nos sentimos bendecidos aun cuando no veamos personalmente al papa Francisco. Nos basta con su presencia en nuestra región”, comentó Sandra Ovalle, de 32 años y originaria de Chihuahua (norte), quien viajó con su familia desde Albuquerque, Nuevo México, para presenciar el oficio litúrgico en El Paso.
Previo a la misa, el Obispo de Roma visitó una cárcel y se reunió con empresarios y trabajadores en Ciudad Juárez.
En el Centro de Readaptación Social de la localidad, Francisco cuestionó que la cárcel pueda resolver los problemas de la seguridad que golpean México.
El encuentro tuvo especial significación en México porque, un día antes de la llegada del Papa, 49 presos murieron en un motín en un penal Monterrey (norte).
En su cita con dirigentes laborales y empresariales, Francisco advirtió de la falta de oportunidades para los jóvenes mexicanos, que amenaza con lanzarlos al crimen y el narcotráfico.
La misa en Ciudad Juárez puso fin a la maratónica gira de cinco días del Papa por México.
Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su recorrido, si bien el Papa se enfocó en la dramática situación de los migrantes, no abundó en el debate político que ha suscitado el fenómeno.
En los últimos meses se ha registrado una ola de deportaciones en México, que se suma a las que realiza Estados Unidos, que han aumentado recientemente.
En Estados Unidos, posiciones en contra de la inmigración como las del aspirante presidencial republicano Donald Trump tienen cada vez más altavoces: el magnate lamentó el martes que Francisco sea una personalidad “muy política” que no entiende “el peligro de tener una frontera abierta como la que hoy tenemos con México”.
El portavoz del Vaticano, Francisco Lombardi, replicó el comentario al señalar que “el Papa es una persona que tiene una influencia política porque es un pastor y es un hombre de fe y de anuncio del Evangelio”.
La migración es uno de los problemas que vive Ciudad Juárez por su condición fronteriza.
Enclavada en el desierto de Chihuahua, esta ciudad vivió los peores años de la guerra contra el narco entre el 2008 y el 2011.
Decenas de chicas desaparecieron en esos años y sus familiares siguen buscándolas o exigen justicia para las que fueron halladas en pedazos en el desierto, lo que trae a la memoria los feminicidios en los años 1990.