Hong Kong. El gobierno de China asestó un duro golpe a la libertad de prensa en Hong Kong con su ley de seguridad, hasta el punto que la autocensura amenaza a ciertos medios locales y que los extranjeros reducen su presencia.
Durante décadas esta excolonia británica ubicada a orillas del mar de China meridional, fue un lugar idóneo para los medios, dado su entorno favorable a las empresas y a su muy buena conexión con el resto de Asia y del mundo.
Sobre todo, el trabajo de los periodistas se sustentaba en libertades muy amplias heredadas de la Corona británica y garantizadas después de 1997 por el acuerdo de devolución del territorio a China.
Ello situaba a Hong Kong en las antípodas de las restricciones y censura imperantes en la China continental.
La AFP, The New York Times, CNN, Bloomberg, The Wall Street Journal y el Financial Times forman parte de los medios extranjeros que establecieron en Hong Kong su sede regional.
Todos se interrogan ahora sobre el impacto de la controvertida ley de seguridad que Pekín ha impuesto a su región semiautónoma en respuesta a la crisis política del 2019 y a los meses de manifestaciones contra las injerencias del Gobierno Central chino.
Cambios en las reglas
“Es un duro golpe, el fin de la libertad de prensa tal como la conocíamos en Hong Kong”, manifestó Yuen Chan, un experiodista que ahora da clases en la City University de Hong Kong.
The New York Times anunció el miércoles su decisión de desplazar en 2021 a Seúl su servicio digital -un tercio de los efectivos hongkoneses- aludiendo a “incertidumbres” generadas por la nueva ley.
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El diario explicó que además tuvo recientemente “dificultades para obtener permisos de trabajo” para su personal, lo que hasta ahora era “habitual en China (continental), pero rara vez en la excolonia” británica.
Su periodista Chris Buckley, expulsado de China hace algunos meses, no obtuvo visado para trabajar en Hong Kong.
“Parece que empiezan a usar el arma de los visados para castigar a personas que no les gustan”, expresó Keith Richberg, director del Centro de Periodismo de la Universidad de Hong Kong.
Este nuevo texto prevé que las autoridades "adopten medidas para reforzar la gestión" de las agencias de prensa internacionales.
Una cláusula que hace temer que “Hong Kong se dirija hacia exigencias de acreditación del tipo chino”, según Sharron Fast, de la Hong Kong University.
La ley da asimismo a la Policía hongkonesa y a los servicios de seguridad chinos poderes más amplios de vigilancia, lo que puede complicar la protección de las fuentes para los periodistas.
La ley es ambigua, por lo que muchos periodistas temen colocarse fuera de la ley de forma involuntaria, simplemente por cubrir discursos o manifestaciones consideradas hostiles a la seguridad nacional.
En el 2018, las autoridades rechazaron el visado al reportero del Financial Times Víctor Mallet tras haber participado en una reunión con un militante independentista.
Libertad condicionada
La semana pasada varios periodistas pidieron a la jefa del gobierno local, Carrie Lam, si podía “garantizar al 100%” las libertades de la prensa.
Ella respondió que podría hacerlo si los periodistas "garantizan que no cometerán ninguna infracción a esta ley".
Los medios locales son quizá los más amenazados y los más críticos con Pekín padecen desde hace tiempo la erosión de sus ingresos publicitarios.
“El problema de la autocensura, que ya existe, va a agravarse”, anticipó Chris Yeung, de la Asociación de Periodistas de Hong Kong.
Tras la adopción de la ley sobre seguridad dos periodistas dimitieron del Apple Daily, el diario más abiertamente prodemocrático de Hong Kong, propiedad del magnate Jimmy Lai.
“Es difícil proteger a los periodistas”, admitió Lai recientemente. “Todo lo que puedo decirles es que actúen según su conciencia. No puedo pedirles que sean mártires”.