Miami Y La Habana
El presidente estadounidense, Donald Trump, endureció este viernes la política de su predecesor Barack Obama hacia Cuba, prohibió hacer negocios con los militares en la Isla y prometió apoyar al pueblo cubano en su lucha contra su "brutal" gobierno.
Atendiendo una promesa de campaña, Trump complació al exilio cubano al urgir a La Habana a respetar los derechos humanos, pero en la práctica los cambios anunciados fueron moderados.
"A partir de ahora, estoy cancelando completamente el acuerdo unilateral con Cuba", dijo Trump en un pequeño teatro en la Pequeña Habana de Miami, al anunciar sus modificaciones en la política de Washington hacia La Habana.
"No queremos que los dólares estadounidenses vayan a parar a un monopolio militar que explota y abusa a los ciudadanos de Cuba (...) y no levantaremos las sanciones hasta que se liberen los presos políticos", prometió Trump.
Horas después, el Gobierno de La Habana rechazó lo que consideró una "retórica hostil" del presidente Trump y aseguró que tiene la voluntad de mantener un "diálogo respetuoso" con su vecino.
"Nuevamente, el Gobierno de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962", expresó un comunicado difundido por las autoridades a través de los medios de comunicación estatales.
Y advirtió: "Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso".
En la Pequeña Habana, las cerca de 1.000 personas que colmaban el teatro Artime ovacionaron de pie al presidente, le gritaron "te quiero" y le cantaron el "cumpleaños feliz" -recordando que Trump cumplió 71 años el miércoles-.
Lo acompañaron disidentes y activistas célebres como Rosa María Payá y José Antúnez García Pérez, además de políticos locales y veteranos de la fallida invasión de bahía de Cochinos en 1961.
Principalmente, la nueva política impide cualquier transacción financiera con el Grupo de Administración de Empresas (Gaesa), un conglomerado estatal cubano que de acuerdo con Washington beneficia directamente a altos jefes de las Fuerzas Armadas.
El apoyo a esta medida es monolítico, porque fuerza a los inversores extranjeros a entenderse directamente con los noveles empresarios en la Isla.
Ramón Saúl Sánchez, líder del moderado Movimiento Democracia que aboga por el levantamiento del embargo, expresó que está "de acuerdo con este punto, porque desgraciadamente la economía cubana está tomada por los militares, que son una mafia".
Sin grandes cambios. Trump también fijó medidas más estrictas para los viajes de los estadounidenses al país caribeño, pero las relaciones diplomáticas se mantienen y los cubanos conservan su derecho de viajar y enviar remesas.
La nueva política no revierte el acercamiento iniciado por Washington y La Habana en diciembre del 2014, sino que endurece sus términos.
Ahora, "Trump está agregando dientes a la política anterior de Obama", dijo Sánchez.
Concuerda Sebastián Arcos, director asociado del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida.
"El cambio no es radical. Trump no revirtió la política de Obama, sino que hizo ajustes", puntualizó. "Y son ajustes simbólicos, aunque con un componente práctico, que es el de evitar que el dinero vaya a manos del Gobierno (de Cuba)".
El tono del discurso de Trump busca dar la impresión de que la reversión de la política de Obama es más drástica, interpretó Arcos, para quien el presidente en realidad "les está tirando un hueso a los cubanos del exilio para que se entretengan".
Trump ganó las elecciones en gran parte gracias al voto de los floridanos, en el que tuvo un papel crucial el apoyo de los cubano-estadounidenses.
Se ganó su favor cuando, antes de las elecciones, visitó Miami y prometió dar marcha atrás a la política de Obama, quien según el exilio cubano no fue suficientemente duro al exigir a Cuba un mayor respeto a los derechos humanos.
Uno de los mayores legados políticos del anterior presidente, Barack Obama, fue la apertura de las relaciones diplomáticas con La Habana en el 2015, tras medio siglo de ruptura.
Desde entonces, Washington ha estado abriendo un incipiente flujo de intercambio comercial y permitió que los estadounidenses viajaran dentro de 12 categorías, ninguna de las cuales incluye el turismo.
Ahora, bajo el nuevo Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional, el Departamento del Tesoro auditará tales justificaciones para viajar, cuando antes el viajero sólo tenía que dar su palabra.
Más de un cuarto de millón de estadounidenses visitó la Isla en los primeros cinco meses del 2017, lo que representó un crecimiento de 145% frente a igual período del 2016, informó el miércoles un portal cubano citando fuentes oficiales.