Varsovia. El contraste no puede ser más grande entre un exagente de la KGB en el poder desde hace más de 20 años, tratado como un paria por buena parte del mundo, y el excomediante convertido en comandante en jefe e idolatrado por Occidente.
Entre Vladimir Putin, de 70 años, y Volodimir Zelenski, de 45, el enfrentamiento es también el de dos figuras de estilos opuestos.
“Es evidente que se trata de dos tipos de dirigentes fundamentalmente diferentes. Uno moderno, joven, informal, centrado en el desarrollo. El otro cerrado, arcaico, autoritario y con complejos e ideas locas”, afirma el politólogo ruso Andréi Kolesnikov del Fondo Carnegie, un centro de reflexión con sede en Washington.
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Los dos nacieron en el mismo país, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Pero sus 25 años de diferencia de edad marcan la ruptura entre dos visiones del mundo. Para Putin, una búsqueda de poder teñida de un revanchismo nostálgico. Para Zelenski, la apertura a Occidente y la modernidad.
Desde la entrada de las tropas rusas en Ucrania el 24 de febrero de 2022, esta oposición de ideas se trasladó a las armas, en un combate con aires de David contra Goliat.
Zelenski, un excómico que asumió su cargo en 2019, no tenía más experiencia que sus discursos en las redes sociales. Una costumbre que siguió en tiempos de guerra con discursos por video que difunde cada noche y en los cuales da esperanza a los ucranianos y promete la victoria.
Zelenski no duda además en levantar la moral de las tropas en el frente, como en diciembre de 2022 en Bajmut, el epicentro de los combates en el este.
“No es nadie”
Para el politólogo ucraniano Anatoli Oktysiuk, el jefe del Kremlin subestimó por completo a su homólogo.
“Putin lo trataba como un payaso, un cómico, un bufón. La invasión (...) es el resultado de haber subestimado a Zelenski, de su arrogancia, su falta de respeto”, dice.
Lejos del terreno, a la inversa de su adversario, Putin adquirió la imagen de alguien aislado, que pasa el tiempo esencialmente en el Kremlin para interminables videoconferencias televisadas con ministros y altos funcionarios, en las que acusa a Ucrania de nazismo y amenaza a Occidente.
Porque el presidente ruso evita la mayoría de los compromisos públicos.
Nunca se acercó a la zona de guerra ni participó en el entierro de soldados, un contraste con la imagen de hombre duro que cultivó durante años, entre demostraciones de yudo y cabalgatas con el torso desnudo en la taiga.
La incomprensión mutua entre Volodimir Zelenski y Vladimir Putin se transformó en odio.
“Para mí, no es nadie”, lanzó a finales de enero Zelenski a propósito de su homólogo.
En el Foro Económico de Davos se refirió incluso a la posibilidad de que Putin esté muerto, dando a entender que en su lugar se habría colocado un doble.
“No logro determinar si está verdaderamente vivo, si es él u otra persona que toma las decisiones”, afirmó Zelenski.
Vladimir Putin no se queda atrás y trata a Zelenski y su equipo de “banda de drogadictos y neonazis” que orquestan un “genocidio” de la población de habla rusa de Ucrania.
“Putin no considera a Zelenski como el tipo de político con el cual está dispuesto a hablar o negociar. Para él, Zelenski es un desconocido, son incompatibles”, subraya Andréi Kolesnikov.
Un encuentro en 2019
El exprimer ministro israelí Naftali Bennett aseguró a principios de febrero que recibió garantías de Putin, en los primeros días de la guerra, de que no mataría a su homólogo ucraniano.
Antes de la invasión, los dos presidentes se habían reunido en 2019 para una mediación de paz para el este de Ucrania, donde las fuerzas de Kiev combatían a los separatistas prorrusos controlados por Moscú.
Durante esta reunión en París, Zelenski, recién elegido, aparecía retraído ante su homólogo, mucho más experimentado. Todo lo contrario a la determinación demostrada por el presidente ucraniano hoy en día.
Durante un momento que dio de qué hablar, Putin, sentado a la mesa de negociaciones, ordenó a Zelenski darse vuelta hacia las cámaras, lo que éste hizo de inmediato con una sonrisa.
En Moscú, es otra aparición de Zelenski la que quedó grabada en la memoria. La de su actuación durante una emisión del Año Nuevo de 2013 en la televisión rusa.
De traje y pajarita, el por entonces cómico, canta, baila y encadena las bromas ante las risas y los aplausos de la flor y nata cultural y mediática rusa, la misma que hoy en día lo insulta.