Caracas
El gobierno venezolano y la oposición empezaron a recorrer un camino espinoso para sentar las bases de un diálogo. ¿Tendrá éxito esta apuesta en la que el chavismo se vería obligado a comprometerse con unas elecciones presidenciales que difícilmente ganaría?
-¿Qué buscan las partes?
Por iniciativa del gobierno dominicano y las Naciones Unidas, las partes iniciaron el miércoles contactos exploratorios para definir una agenda de negociación.
Tras dos días acordaron que México, Chile, Bolivia y Nicaragua acompañen el proceso, y retomar los acercamientos el 27 de septiembre.
Para la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el principal punto debe ser la fecha de las presidenciales, previstas para diciembre de 2018.
El presidente Nicolás Maduro garantiza esos comicios, pero la MUD quiere que se comprometa ante la comunidad internacional.
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"Venezuela no va regalarle el poder político a la oligarquía, no se lo vamos a dar", dijo recientemente Maduro al vaticinar un triunfo.
La MUD también exige la liberación de "presos políticos" -unos 600- y atender la "emergencia humanitaria", como se refiere a la escasez de alimentos y medicinas por la grave crisis económica, reflejada además en una inflación que según el FMI cerrará en 720% este año.
El gobierno no ha sido explícito en sus demandas, pero analistas coinciden en que busca "oxigenarse" frente a la dura presión internacional, y que la oposición reconozca a la Asamblea Constituyente chavista que rige con poderes absolutos desde el 4 de agosto.
El politólogo Luis Salamanca cree que los diálogos exploratorios se precipitaron a raíz de la denuncia del presidente de Francia, Emmanuel Macron, de que el gobierno venezolano es una "dictadura".
De hecho el canciller venezolano, Jorge Arreaza, visitó el miércoles a su homólogo francés Jean-Yves Le Drian, quien luego reveló el inicio de contactos en República Dominicana.
Maduro además "quiere que le reconozcan su Constituyente para establecer convenios internacionales que solo puede autorizar el Parlamento –de mayoría opositora– y aliviar la obstrucción que tiene para conseguir recursos", señaló a la AFP.
Esta cuestión es clave tras la prohibición de Estados Unidos de transar nueva deuda emitida por el gobierno y la petrolera estatal PDVSA.
Sin embargo, el líder opositor Henrique Capriles advirtió este viernes que "aquí no está planteado el reconocimiento a una Constituyente fraudulenta".
La presión internacional aumentó en medio de las protestas contra Maduro que dejaron unos 125 muertos entre abril y julio, y por la instalación de la Constituyente.
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Esta nueva tentativa para negociar una salida a la crisis llega tras intentos fallidos en el 2014 y el 2016.
-La encrucijada
Ante el fuerte rechazo popular y un panorama económico sombrío, es poco probable que el chavismo gane unas elecciones. La aprobación de Maduro apenas llega a 17%, según Datanálisis.
"No creo que Maduro acepte que haya unas elecciones democráticas (...) porque el riesgo de perder es muy alto", estimó Salamanca.
El oficialismo sufrió un revolcón en las parlamentarias de 2015, al lograr la MUD una mayoría aplastante que puso fin a su hegemonía de 17 años.
Los venezolanos acudirán a las urnas el 15 de octubre para elegir gobernadores, con un favoritismo de la oposición.
Incluso si Maduro se obligara en el papel a realizar las presidenciales, ese compromiso podría ser desconocido por la Constituyente, que según el mandatario es un "suprapoder" y funcionará al menos por dos años, más allá del fin de su mandato, en enero del 2019.
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"Mientras esté activa la Constituyente existe el riesgo de que el gobierno a última hora desconozca todos los acuerdos. Es la jugada más radical que podría llegar a implementar si se viera contra la pared", comentó a la AFP Ronal Rodríguez, director del Observatorio de Venezuela de la universidad colombiana del Rosario.
Rodríguez no descarta que el órgano que redacta una nueva Constitución cambie las reglas electorales, implementando un mecanismo sui géneris como ocurrió en la elección de constituyentes.
-Horizonte oscuro
En ese marco, las perspectivas de éxito no son halagüeñas.
"Como cada actor está buscando sus objetivos máximos, es muy difícil que se pueda lograr algún resultado. La probabilidad de fracaso es alta", advierte Salamanca, quien sin embargo ve con optimismo el apoyo del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
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En tanto, el chavismo buscará capitalizar el descontento que el diálogo genere en las bases opositoras de cara a las elecciones de gobernadores y "aguantar" por un milagro económico, apunta Ronald Rodríguez.
"Tenemos un gobierno que, esperando, ha logrado sostenerse", dijo.