Hodeida, Yemen. Los rebeldes hutíes de Yemen confirmaron este sábado el inicio de un retirada unilateral de tres puertos del oeste del país, eje desde el 2018 de un enfrentamiento con la coalición gubernamental.
Esta retirada, cuestionada rápidamente por un funcionario gubernamental, fue acordada durante las negociaciones llevadas a cabo en diciembre en Suecia, bajo el auspicio de las Naciones Unidas.
Farhan Haq, un portavoz de Naciones Unidas confirmó de forma prudente el sábado que la operación había “comenzado”, sin dar más detalles.
Un jefe rebelde, Mohamed Alí al Huthi, declaró en un tuit la intención de los insurgentes de retirarse a partir del sábado de los puertos de Hodeida, Salif y Ras Issa, en el mar Rojo.
Un testigo declaró haber visto un convoy de vehículos de la ONU entrar y salir de Salif, mientras que fuentes cercanas a los hutíes afirmaron que los insurgentes comenzaban a retirarse de los tres puertos y que los guardacostas habían tomado el relevo, sin dar más precisión.
En Salif, un fotógrafo de la AFP constató la salida de tropas rebeldes y la llegada de unos 150 hombres vestidos de guardacostas. Estos movimientos fueron observados por miembros de la misión de Naciones Unidas.
Un responsable militar rebelde, Mohamed Al Qaderi, aseguró que los hutíes habían cumplido todas sus obligaciones para la primera fase y que Naciones Unidas tenía que hacer que la otra parte cumpliera con la suyas, según el centro de medios de los insurgentes.
Ninguna fuente independiente pudo evaluar el sábado la realidad y el alcance de la retirada de los alzados en armas, prevista entre el sábado y el martes.
“La ONU espera poder estar pronto en medida de hacer un informe al Consejo de Seguridad sobre los movimientos reales en el terreno”, dijo una fuente del organismo, que requirió el anonimato.
En caso de efectuarse, el acuerdo de redespliegue en la región de Hodeida constituiría la mejor oportunidad hasta el momento de hacer avanzar la paz en Yemen, escenario de un sangriento conflicto desde hace más de cuatro años, estiman analistas.
La ONU había adelantado el viernes que los rebeldes iban a retirarse de los puertos mencionados en el mar Rojo.
Mohamed Alí al Huthi explicó en Twitter que la “retirada unilateral” de los insurgentes respondía a la “negativa” por parte de la coalición progubernamental apoyada por Arabia Saudí de aplicar ese acuerdo.
Acusó a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Reino Unido, a los que calificó de “países de la agresión”.
Una misión de observación de Naciones Unidas, dirigida por el general danés Michael Lollesgaard, tenía previsto monitorear e informar sobre la reubicación de las fuerzas hutíes.
Hodeida es la principal puerta de entrada para las importaciones y la ayuda humanitaria a Yemen, vital para millones de personas al borde de la hambruna.
Cautela del gobierno
El gobierno yemení también saludó la retirada, aunque manifestó dudas sobre su aplicación efectiva.
"Saludamos toda medida con vistas a la aplicación del acuerdo de Suecia para el redespliegue en puertos de la provincia de Hodeida, aunque advertimos sobre los intentos de la milicia (de los hutíes) de engañar a la comunidad internacional", declaró en Twitter el ministro yemení de Información, Muamar Al Iryani.
Más tarde, un alto funcionario gubernamental fue más categórico y calificó la iniciativa de una “nueva artimaña” de los rebeldes. Para Al Hasan Taher, gobernador de la provincia de Hodeida, en los puertos mencionados los combatientes hutíes hacen como si se estuvieran retirando cuando, de hecho, están transfiriendo la autoridad de las instalaciones a fuerzas de seguridad que les son favorables, afirmó.
La guerra en Yemen opone a las fuerzas gubernamentales, apoyadas militarmente por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, a los rebeldes hutíes, que cuentan con el apoyo de Irán y que controlan amplias zonas del oeste y el norte del país, incluyendo la capital, Saná.
La coalición liderada por Arabia Saudí intervino en Yemen en marzo del 2015 para contrarrestar el avance de los rebeldes y restituir en el poder al presidente Abd Rabbo Mansur Hadi.
Desde 2015 el conflicto dejó decenas de miles de muertos, en su mayoría civiles, según un balance parcial de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Alrededor de 3,3 millones de personas siguen desplazadas y 24,1 millones, es decir más de dos tercios de la población, necesitan asistencia, según la ONU, que denuncia que se trata de la peor crisis humanitaria en el mundo.