Harasta, Siria. Los rebeldes sirios, llorando, evacuaban este domingo su enclave de Guta Oriental, destrozado por la bombas, cinco semanas después del comienzo de la ofensiva del régimen, que ya controla el 90% del territorio de esta región cercana a Damasco.
Las fuerzas insurgentes de la zona, sitiada desde el 2013, aceptaron abandonar sus posiciones y retirarse a la provincia de Idlib (noroeste) que aún está fuera del control del régimen.
Un primer convoy de 26 autobuses abandonó el domingo el territorio con destino a Idlib, en virtud de un acuerdo apadrinado por Rusia, aliado del régimen sirio, constató un corresponsal de la AFP.
En total, 5.247 combatientes acompañados de sus familias y otros civiles subieron a 77 autobuses para salir de Gut , según la agencia oficial Sana.
“Decidí irme para salvar la vida de mi esposa y de mis hijos. Pero volveré a Guta para combatir al régimen”, prometió Abu Mohamad, un combatiente de 27 años.
En la ciudad de Arbin, decenas de combatientes vestidos de negro, pero también civiles, reunieron el domingo con emoción sus posesiones antes de subir a los autobuses en dirección a Idlib.
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“Abandonamos nuestros hogares, no tenemos dinero, casa ni ropa para llevar por culpa de los bombardeos”, expresó Hamza Abas, un civil.“Decidí partir, ya que ¿cómo puedo aceptar vivir con los que masacraron a mi familia y amigos?”, dijo este hombre oriundo de Zamalka pero que llegó a Arbin para ser evacuado.
El sábado, casi unos 1.000 combatientes del grupo rebelde Faylaq al Rahman y sus familias dejaron Arbin. Tras ser registrados -los combatientes debían dejar la mayor parte de sus armas- los evacuados se instalaron en autobuses a bordo de los cuales había un soldado ruso.
Moscú supervisa directamente la operación.
El domingo llegaron a Qalaat al Madiq, en la provincia de Hama, una escala camino a Idlib, según un corresponsal de AFP.
En total, unas 7.000 personas deben dejar Arbin y otras localidades de lo que es el penúltimo enclave rebelde cerca de Damasco.
Este acuerdo incluye también el barrio de Jobar, en Damasco, que estaba controlado por el grupo islamista Faylaq al Rahman.
Cuando termine esta evacuación, que podría llevar varios días, los rebeldes ya sólo estarán presentes en un solo enclave, alrededor de la ciudad de Duma, controlado por el grupo islamista Jaish al Islam.
Se llevan a cabo negociaciones para una eventual evacuación de los combatientes.
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El primer acuerdo de evacuación de rebeldes y civiles se concluyó la semana pasada sobre el enclave de Harasta. Unas 4.000 personas, de ellas 1.400 combatientes del grupo salafista Ahrar al Sham, fueron trasladadas a Idlib.
Sus reivindicaciones no fueron tomadas en cuenta. “Lo único que obtuvieron es poder salir vivos”, subrayó Nawar Oliver, experto del centro de reflexión Omran, basado en Turquía.
Ofensiva incesante
Más de 1.600 civiles murieron en los bombardeos desde el 18 de febrero, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que registró además la muerte de 485 soldados del régimen y 310 rebeldes.
En una decena de días, 107.000 civiles huyeron de los combates en Guta hacia las zonas controladas por el régimen, utilizando corredores humanitarios abiertos por el Gobierno. El enclave rebelde tenía unos 400.000 habitantes antes de la ofensiva.
El régimen sirio estableció a principios de año como prioridad la reconquista de Guta Oriental, una zona desde donde los alzados en armas disparaban obuses y cohetes sobre Damasco.El sábado, un niño de 12 años murió por uno de esos disparos, según la agencia de prensa oficial siria Sana.
Guta fue una de las primeras regiones en donde comenzaron las manifestaciones contra el régimen en el 2011.
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“Los habitantes de Damasco contarán a sus hijos durante décadas cómo salvaron la ciudad”, proclamó a mediados de marzo el presidente sirio cuando visitó a las tropas que participaban en la ofensiva de Guta.
La guerra en Siria, que comenzó en el 2011, dejó más de 350.000 muertos y llevó al exilio a millones de sirios.