Alepo, Siria
Las bombas volvieron a caer el viernes sobre los barrios en poder de las fuerzas rebeldes de Alepo, donde intensos ataques aéreos del régimen sirio y su aliado ruso sembraron muerte y destrucción como preludio a una amplia operación terrestre.
A pesar de una reunión en Nueva York de los jefes de la diplomacia estadounidense, John Kerry, y ruso, Serguéi Lavrov, cuyos países apoyan bandos opuestos, la comunidad internacional parece incapaz de frenar este conflicto.
Según un periodista de la AFP en la parte rebelde de Alepo, donde viven 250.000 habitantes, los bombardeos se sucedían de forma incesante, la destrucción eran considerable y los servicios de urgencia no daban abasto.
Los edificios estaban totalmente destruidos y los habitantes quedaron debajo de los escombros sin poder ser socorridos, como en el barrio de Al Kallasé, donde los equipos de rescate buscaban desesperadamente, solo con un bulldozer y sus propias manos, entre los gigantescos cascotes de tres edificios derrumbados.
Dos centros de los "cascos blancos" (los rescatistas de la oposición siria) fueron alcanzados en los bombardeos.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos 45 civiles perdieron la vida en los bombardeos, un balance que podría agravarse porque muchas personas se encuentran sepultadas.
En el oeste de la provincia de Alepo, 12 personas murieron por un bombardeo ruso en la aldea rebelde de Beshkatin, según el OSDH, que también informó que los bombardeos aéreos mataron a 11 personas en Al-Bab, bastión del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en la provincia, sin determinar la nacionalidad de los aviones.
Objetivo estratégico. Dividida desde el 2012 entre un sector progubernamental y otro en manos de los insurgentes, Alepo es un objetivo estratégico crucial en este conflicto que ya ha dejado más de 300.000 muertos en cinco años y medio de guerra.
El Ejército del régimen de Bashar al-Asad, que asedia la parte insurgente de Alepo casi sin interrupción desde hace dos meses, quiere apoderarse de la totalidad de la antigua capital económica de Siria. El jueves por la noche anunció el inicio de una ofensiva contra el sector insurgente.
El Ejército pidió a los habitantes que se alejaran de las posiciones de los grupos rebeldes y aseguró que los civiles que quisieran abandonar estas zonas en dirección al sector progubernamental no serían detenidos.
"Empezamos las operaciones de reconocimiento y los bombardeos aéreos y de artillería", afirmó una fuente militar de alto rango. "Pueden durar horas o días antes de (llevar a cabo) una operación terrestre", agregó.
"Desde ayer (jueves) atacamos los cuarteles generales de los mandos de los terroristas", precisó esta fuente, utilizando los términos con los que se refiere a los que se enfrentan al régimen.
"Las tropas en el suelo todavía no avanzaron en el terreno", afirmó un oficial sirio en Alepo.
Otra fuente militar en Damasco destacó "el número de combatientes (del régimen) permite empezar una operación terrestre porque llegaron a Alepo numerosos refuerzos".
"Lo que está pasando es que Alepo es atacada y todo el mundo retomó las armas", declaró el jueves en Nueva York el enviado de las Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura.
El alto el fuego impulsado por Moscú y Washington terminó el lunes sin que la ayuda humanitaria hubiese llegado a la parte de Alepo asediada por el régimen. Ambas potencias se acusan mutuamente de haberlo violado.
Naciones Unidas anunció el viernes que se planteaba utilizar una ruta alternativa para enviar ayuda humanitaria a los barrios rebeldes de Alepo, mientras que 40 camiones cargados de víveres seguían bloqueados en la frontera turco-siria.
El jueves, una reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Siria (GISS) en Nueva York no consiguió volver a instaurar el cese de las hostilidades.
La guerra en Siria empezó en el 2011 tras la violenta represión de las manifestaciones prodemocracia. Desde entonces, ha ganado complejidad con la intervención de actores extranjeros y grupos yihadistas.