París. AFP. La ONU quiere refuerzos franceses, Francia pide cascos azules, los grandes países europeos se niegan a implicarse: la República Centroafricana se ha convertido en una trampa para la comunidad internacional, incapaz de ayudar a ese país, inmerso en el caos.
Tras haber rehusado refuerzos durante mucho tiempo, Francia anunció el viernes el despliegue de 400 militares adicionales en República Centroafricana. Además, la Unión Europea prevé desplegar 1.000 soldados para colaborar en la restauración del orden, dijo ayer la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, luego de una reunión con el Consejo de Seguridad.
La interrogante es si este esfuerzo no es demasiado tardío y si será suficiente para poner fin a la violencia que asola ese país africano .
Los grupos armados y los saqueadores abundan, el Estado centroafricano no controla nada y, según Amnistía Internacional (AI), en el territorio se ha desencadenado una “depuración étnica”.
Enemigos de la paz. La República Centroafricana estuvo, durante diez meses, bajo el poder de los rebeldes musulmanes de la Seleka, pero la nebulosa de milicias de autodefensa, en su mayoría cristianas antibalaka (antimachetes), es considerada actualmente como “el principal enemigo de la paz”.
La violencia provocó un éxodo de cerca de un millón de refugiados, en un país de 4,6 millones de habitantes. La catástrofe humanitaria se prolonga pese al despliegue de 7.000 soldados extranjeros (1.600 franceses y 5.400 de la MISCA, la fuerza de la Unión Africana), a los que la ONU dio en diciembre mandato para restaurar la seguridad.
Todos los protagonistas convienen en que se necesitan más militares y policías para restablecer el orden y la seguridad, principal prioridad para reconstruir el Estado. Sin embargo, hasta ahora nadie ofrece porque “nadie quiere quedarse con la papa caliente de la República Centroafricana”, resume Thierry Vircoulon, africanista del International Crisis Group (ICG).