Brasilia. AFP. La suspendida presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se jugará el lunes su última carta para impedir su destitución en el jucio político que realiza el Senado.
Rousseff enfrentará el lunes a sus acusadores durante el alegato de la defensa, que realizará ella personalmente.
En una sesión que hará contener el aliento, Rousseff hablará ante la presencia de su padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, quien la acompañará desde la tribuna, según confirmó el senador del PT Paulo Rocha, junto a ministros, exministros y líderes partidarios y de movimientos sociales.
Los últimos testigos de la defensa de Rousseff comparecieron este sábado en el Senado.
El tercer día del impeachment o juicio político a la presidenta de Brasil, separada del poder y acusada de adulterar las cuentas públicas para asegurar su reelección en el 2014, tuvo el testimonio de una figura de su gobierno: el exministro de Hacienda Nelson Barbosa.
“No hay como hablar de ilegalidades”, dijo Barbosa tras detallar que unos decretos que le endilgan a Rousseff haber aprobado a espaldas del Congreso respetaron la Constitución.
“La presidenta tiene un gran respeto por el Congreso”, añadió al ser interrogado por senadores favorables al juicio político.
Condena. Las cinco votaciones previas a la sentencia que se conocería entre el martes y el miércoles fueron favorables a condenar a la primera mujer que ocupó la presidencia de Brasil.
Se necesitan 54 de los 81 votos posibles para consumar la caída y acabar con un ciclo de cuatro gobiernos consecutivos del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva. El gobierno de Michel Temer, vicepresidente que sucedió interinamente a Rousseff, espera obtener 60 votos en la ronda final.
Las sesiones previas estuvieron signadas por cruces de alto voltaje, descalificación de testigos e insultos cara a cara que obligaron a suspender la labor al menos tres veces.
Con más de la mitad de senadores con causas pendientes o bajo investigación, la sombra de la corrupción sobrevuela el lugar.
Fue la senadora Gleisi Hoffmann (PT), también bajo la lupa de la justicia, quien abrió la caja de Pandora el primer día al cuestionar la moral del Senado para juzgar a Rousseff.
Ahogada por una recesión –el PIB cayó 3,8% en 2015 y proyecta una contracción de 3,1% en 2016- y con el PT y Lula acusados de corrupción, las oportunidades de Rousseff se fueron apagando.
El viernes, la policía acusó a Lula, padre del llamado milagro socioeconómico brasileño, de beneficiarse con desvíos de fondos de la estatal Petrobras.
Rousseff, exguerrilla marxista, dice ser víctima de una farsa, de un golpe parlamentario de Temer, quien aspira a terminar el mandato hasta 2018.