Brasilia EFE, AFP y redacción La presidenta Dilma Rousseff afronta el reto de sobrevivir en la densa selva de la política brasileña, en condiciones adversas y con pocos aliados tras la ruptura de su coalición de gobierno, oficializada este martes.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente, Michel Temer, rompió con el gobierno de Rousseff y dejó a la mandataria sola frente al eventual juicio político que promueven sus opositores.
“A partir de hoy, de esta reunión histórica, el PMDB se retira de la base del Gobierno”, declaró el vicepresidente del partido, Romero Jucá.
Los cerca de 150 dirigentes presentes en la reunión se unieron en un coro que entonó “Brasil presente, Temer presidente”, en un claro apoyo a un eventual juicio político contra Rousseff.
Contando votos. La ruptura de su mayor socio en el Gobierno representa un duro golpe para Rousseff y llega en un momento en que la mandataria está abocada a contar votos en el Congreso, que ya inició el trámite hacia el juicio que llevaría a su destitución.
El PMDB representa la primera minoría en la Cámara de Diputados, con 69 de los 513 escaños, y también en el Senado, en el que ocupa 18 de los 81 asientos.
El coro “Brasil presente, Temer presidente” no dejó dudas de que la gran mayoría de los legisladores de esa influyente formación se decantaría por apoyar la destitución de la mandataria, que desde hace semanas ha visto menguar su base parlamentaria.
El mayor temor del Gobierno ahora radica en el efecto dominó que puede tener el abandono del principal partido político del país, que amenaza con arrastrar a otras formaciones de centro y derecha que integran la variopinta coalición que Rousseff heredó de su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva.
El ejemplo del PMDB puede ser seguido en los próximos días por el Partido Progresista (PP), que tiene 49 diputados que, en su mayoría, ya se han pronunciado por la ruptura y en favor del proceso que tramita contra la mandataria en la Cámara Baja.
En las últimas dos semanas, ya abandonaron al Gobierno el Partido Republicano Brasileño (PRB) y el Laborista Brasileño (PTB), que en conjunto suman 40 diputados.
Ante la grave situación, la impopular mandataria de izquierda se vio forzada a aplazar un viaje a Washington, donde el jueves y el viernes debía participar en una cumbre de seguridad nuclear.
La oposición se dijo dispuesta a dar un apoyo “político” a un eventual gobierno de transición al mando de Temer, abogado constitucionalista de 75 años, hasta ahora con poca proyección nacional.
“El gobierno de Dilma terminó. La salida del PMDB cierra la tapa del ataúd de un gobierno moribundo”, afirmó el líder de la oposición, el socialdemócrata Aecio Neves, derrotado en las elecciones de 2014 por Rousseff por estrecho margen.
Tanto Rousseff como su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) denuncian el impeachment como una tentativa de golpe de Estado institucional, sin bases jurídicas.
A ambos se les vincula con el caso Petrobras, que salpica a casi todo el arco político. Lula es investigado por presunta ocultación de bienes y el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, un acérrimo opositor de Rousseff, ha sido inculpado de corrupción pasiva y lavado de dinero.
Los nombres de Temer y Neves aparecen citados en denuncias de otros investigados, pero ambos niegan cualquier implicación en el esquema de sobornos.
El juicio. El proceso para llegar a la destitución de Rousseff avanza rápidamente y podría concluir hacia mediados de abril si la Cámara lo aprueba por una mayoría de dos tercios (342 de los 513 diputados) y luego el Senado por más de la mitad de sus 82 escaños.
En ese caso, Rousseff sería apartada de su cargo por un periodo máximo de 180 días, hasta que la Cámara alta dé su veredicto final, esta vez por una mayoría de dos tercios.
Temer asumiría el poder hasta 2018 con un programa económico liberal, con recortes del gasto público y revisión de programas sociales y del sistema de pensiones.
“El PMDB no es un aliado ideológico (del PT), sino de cargos. Si desiste de esos cargos, es porque está atrás de algo mayor en el futuro”, dijo el politólogo Everaldo Moraes, al indicar que la estrategia del PMDB es abandonar al gobierno del PT para ir por el poder con candidato propio, algo que no hace desde 1994.