Kiev. Rusia empezó su movilización de tropas adicionales el jueves para reforzar su ofensiva en Ucrania, después de que las autoridades anunciaran que miles de personas se habían presentado voluntariamente, y pese a que muchos rusos huyen del país para no verse obligados a combatir.
En imágenes difundidas en las redes sociales después de que el presidente Vladimir Putin ordenara la víspera la movilización de reservistas se puede ver a cientos de ciudadanos rusos respondiendo a convocatorias militares.
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El llamado a filas tiene lugar tras los duros reveses de las fuerzas rusas en setiembre tras la contraofensiva ucraniana en el noreste y el este del país. Y coincide con que varios territorios ucranianos controlados por Moscú votarán para ser anexados por Rusia.
El Ejército ruso dijo el jueves que cerca de 10.000 personas se presentaron voluntariamente en las últimas 24 horas para ser movilizadas. En un discurso a la nación la víspera, Putin ordenó la movilización parcial de reservistas y dijo estar dispuesto a usar “todos los medios” de su arsenal frente a Occidente, a quien acusa de querer “destruir” a Rusia.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, instó el jueves a la comunidad internacional a hacer rendir cuentas al mandatario ruso, en una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los abusos en Ucrania.
“No podemos dejar al presidente Putin que se salga con la suya”, declaró el jefe de la diplomacia estadounidense. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, rechazó las acusaciones y pidió que se castigue más bien al gobierno de Kiev, apoyado por Occidente.
“Estados Unidos y sus aliados, con la connivencia de las organizaciones internacionales de derechos humanos, han estado cubriendo los crímenes del régimen de Kiev”, respondió Lavrov.
‘Votaciones’ de anexión
Esta confrontación diplomática coincide con los “referendos” que, de viernes a martes, llevarán a cabo cuatro regiones ucranianas bajo control total o parcial de Moscú para ser anexadas por Rusia. Pese a la indignación que suscitan en Occidente, las autoridades prorrusas instaladas en estos territorios reiteraron que los procesos iban a efectuarse.
“La votación empieza mañana y nada podrá impedirlo”, indicó a la televisión rusa el jefe de la administración de ocupación de la región de Jersón, Vladimir Saldo. La entidad electoral de los separatistas prorrusos de Donetsk informó que “por temas de seguridad”, la consulta se organizaría casi puerta a puerta, “delante de las viviendas”, durante cuatro días y los centros electorales sólo abrirían “el último día”, el 27 de setiembre.
El expresidente ruso Dmitri Medvedev y actual número dos del Consejo de Seguridad del país repitió en Telegram que las regiones de Lugansk, Donetsk (este), Jersón y Zaporiyia (sur) “integrarán Rusia”.
Y luego afirmó que su país estaba preparado para efectuar un ataque nuclear contra Occidente si era necesario: los misiles “hipersónicos rusos son capaces de alcanzar sus objetivos en Europa y Estados Unidos mucho más rápido” que las armas occidentales.
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La doctrina militar rusa prevé la posibilidad de recurrir a ataques nucleares si los territorios considerados como rusos por Moscú son atacados, lo que podría ser el caso de las zonas anexadas.
Por supuesto Moscú hace oídos sordos a las críticas internacionales, empezando por la del mandatario estadounidense, Joe Biden, quien en la Asamblea General de Naciones Unidad dijo que la guerra de Putin “extingue el derecho de Ucrania a existir”. Después de él, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, instó al mundo a “castigar” a Rusia.
En el terreno, los bombardeos persisten. Nueve misiles cayeron sobre la ciudad de Zaporiyia (sur), bajo control ucraniano, y según las autoridades locales alcanzaron un hotel y causaron al menos un muerto.
Los separatistas de Donetsk (este) acusaron a Kiev de haber bombardeado un mercado, donde murieron seis personas. La prensa local difundía imágenes de un autobús calcinado y un cadáver en la carretera.
‘No quiero morir’
Rusia confirmó la llegada de 55 prisioneros de guerra intercambiados con Ucrania, en el mayor canje desde el inicio de la invasión. El presidente Zelenski se congratuló de la liberación de 215 ucranianos, entre ellos jefes de la defensa de la acería de Azovstal de Mariúpol (sureste), símbolo de la resistencia ucraniana y Moscú califica de “neonazis”.
Pero muchos de estos prisioneros fueron “brutalmente torturados” durante su cautiverio y “absolutamente todos” “necesitan una rehabilitación psicológica”, dijeron varios altos responsables de Kiev.
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En Rusia, el anuncio de la movilización suscitó múltiples manifestaciones en todo el país, y al menos 1.332 personas fueron detenidas. Muchos medios informaron también que hubo una avalancha de intentos para irse del país.
En la cercana Armenia, en el aeropuerto de Ereván, rusos admitieron haber huido de la movilización. Dmitri, de 45 años y una pequeña bolsa en la mano, explicó haber dejado a su mujer y sus hijos en el país.
“No quiero morir en esta guerra sin sentido. Es una guerra fratricida”, aseguró, preservando su anonimato. Ante esta estampida, Alemania se dijo dispuesta a acoger a desertores del ejército ruso “amenazados de grave represión”.