Moscú. Los ejércitos ruso y bielorruso comenzaron el jueves maniobras militares de 10 días en Bielorrusia, en medio de las tensiones entre Rusia y países occidentales sobre Ucrania y los esfuerzos diplomáticos que se llevan a cabo para desactivar la crisis.
El desplazamiento de soldados fue inmediatamente denunciado por la presidencia ucraniana como un medio de “presión psicológica” del gobierno ruso, que concentró desde noviembre más de 100.000 soldados en la fronteras con Ucrania.
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El ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, calificó las maniobras como “un gesto de gran violencia”, mientras que el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, dijo que representan un “momento peligroso” para la seguridad de Europa.
En visita a Moscú, la jefe de la diplomacia británica, Liz Truss, pidió a Rusia que retire las tropas desplegadas en la frontera con Ucrania para iniciar una desescalada. Su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, consideró “incomprensible” la preocupación de los países occidentales por las maniobras en Bielorrusia.
En la víspera de las maniobras, el ejército ruso difundió un video que muestra sistemas antiaéreos S-400 apuntando sus misiles al cielo desde un campo cubierto de nieve en la región de Brest.
Operación defensiva, según Moscú
Rusia es acusada de estar dispuesta a llevar a cabo una nueva operación militar contra Ucrania, tras la anexión de Crimea en el 2014, acusaciones rechazadas por el Kremlin, que dice querer garantizar su seguridad ante el comportamiento que considera hostil de Kiev y la OTAN.
En el plano diplomático, el canciller alemán, Olaf Scholz, recibirá el jueves en Berlín a los líderes de los países bálticos, antiguas repúblicas soviéticas miembros de la OTAN. El primer ministro británico, Boris Johnson, viaja por su parte a Bruselas para reunirse con los funcionarios de la OTAN y luego viajará a Varsovia.
Los ejercicios ruso—bielorrusos “se desarrollan con el objetivo de prepararse para detener y repeler una agresión exterior como parte de una operación defensiva”, aseguró el ministerio de Defensa de Rusia. Agregó que los ejercicios militares se realizarán hasta el 20 de febrero en cinco campos militares, cuatro bases aéreas y “varios lugares” de Bielorrusia, particularmente en la región de Brest, fronteriza con Ucrania.
Los ejércitos ruso y bielorruso no revelaron la cantidad de soldados que participan en los ejercicios, pero Estados Unidos dijo que Rusia pensaba enviar 30.000 soldados a varias regiones de Bielorrusia. El gobierno ruso anunció este jueves la llegada a Crimea de seis buques de guerra para los próximas ejercicios en el mar Negro, que bordea el sur de Ucrania.
Diálogo entre ‘sordo y mudo’
Las tensiones provocaron una intensa gestión diplomática para buscar una salida a la crisis. El presidente francés, Emmanuel Macron, visitó Moscú el lunes y Kiev el martes. Macron dijo haber recibido del presidente ruso, Vladimir Putin, garantías de que no sería el causante de una “escalada” mayor y de que las tropas rusas actualmente desplegadas en Bielorrusia partirán como estaba previsto una vez finalicen las maniobras.
El ejército ucraniano comenzó sus propios ejercicios en todo el territorio, incluyendo el uso de drones de combates turcos y misiles antitanques entregados por el Reino Unido y Estados Unidos. Un avión con 80 toneladas de municiones estadounidenses, décimo cargamento de armas de las últimas semana, aterrizó la noche del miércoles en Kiev, según el ejército ucraniano.
En caso de ataque, los países occidentales amenazaron a Rusia con sanciones económicas mayores que se sumarán a las impuestas en el 2004 tras la anexión de la península ucraniana de Crimea. A esta anexión le siguió el inicio de un conflicto en el este de Ucrania entre el gobierno y los separatistas apoyados por Rusia, una guerra que cobró más de 13.000 vidas en ocho años, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y que continúa a pesar de los acuerdos de paz del 2015.
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Rusia niega que busque desestabilizar a su vecino pro—occidental y sostiene que solo quiere defenderse frente a la OTAN, a la que Ucrania quiere unirse. Las negociaciones siguen siendo muy difíciles entre ambas partes, cuyas posiciones parecen irreconciliables. “Me decepciona que nuestra conversación sea como la de un mudo con un sordo”, dijo este jueves Lavrov, tras el encuentro con su homóloga británica.
Rusia exige el fin de la política de ampliación de la OTAN, el compromiso de no desplegar armas ofensivas cerca de las fronteras rusas y la retirada de la infraestructura militar de la Alianza a las fronteras de 1997, es decir, antes de que la organización acogiera a los antiguos miembros del bloque soviético
Estados Unidos, que envió refuerzos militares a Europa del Este, rechazaron esas exigencias pero dejó la puerta abierta a discusiones sobre otras cuestiones, como el despliegue de misiles o la limitación recíproca de las maniobras militares.