Kiev. Rusia lanzó decenas de ataques la noche del lunes al martes en el este de Ucrania, horas después de que Kiev anunciara el inicio de la gran “batalla por el Donbás”, región en la que Moscú centra sus esfuerzos tras casi dos meses de guerra.
“Estamos implementando gradualmente nuestro plan para liberar las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk”, los autoproclamados territorios separatistas prorrusos en el este de Ucrania, afirmó el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, acusando a los países occidentales de “prolongar” el conflicto entregando armas a Kiev.
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Antes, su ministerio anunció que el Ejército había neutralizado trece posiciones ucranianas en el Donbás, incluyendo la ciudad clave de Sloviansk, y bombardeado otros “60 objetivos militares”, algunos en la línea del frente oriental. Un total de 1.260 objetivos militares fueron alcanzados por misiles y artillería en las últimas horas, durante las que las fuerzas rusas destruyeron también dos almacenes de misiles y abatieron un caza ucraniano en regiones del este del país, añadió.
Además, el ministerio lanzó una advertencia “a los militares del Ejército ucraniano”: “No pongan a prueba a la suerte, tomen la decisión correcta, la de poner fin a las operaciones militares y depongan las armas”. Pero las autoridades ucranianas, que el lunes empezaron a recibir la última ayuda militar de $800 millones aprobada por Estados Unidos, parecen lejos de satisfacer las exigencias de Moscú.
“No importa cuántos soldados rusos se traigan hasta aquí, lucharemos. Nos defenderemos”, había advertido en la víspera el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, después de anunciar el inicio de la batalla por el Donbás. Esta región minera controlada parcialmente por separatistas prorrusos brindaría a Moscú una franja de terreno en la costa sur de Ucrania hasta la península de Crimea, que Rusia se anexionó en el 2014.
El gran obstáculo en esta ambición sigue siendo la ciudad portuaria de Mariúpol, asediada desde hace semanas, donde las últimas fuerzas ucranianas atrincheradas en el vasto complejo industrial de Azovstal recibieron un nuevo ultimátum de Moscú.
El Ministerio de Defensa propuso un alto el fuego a partir de mediodía de este martes para que “todas las unidades del ejército ucraniano sin excepción y todos los mercenarios extranjeros salgan sin armas ni municiones”. Si lo hacen, el ejército ruso les prometió que “salvarán su vida”, indicó.
‘¡Váyanse!’
El recrudecimiento de los bombardeos en el Donbás llevó a las autoridades ucranianas a suspender por tercer día consecutivo el despliegue de corredores humanitarios seguros para evacuar a civiles. “Hoy, 19 de abril, lamentablemente no hay corredor humanitario. Continúan los bombardeos intensos en el Donbás”, manifestó la viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, asegurando que “los rusos se niegan a abrir un corredor”.
Pese a la ausencia de estas vías seguras de evacuación, las autoridades locales instaron a los civiles a huir de la zona donde, según un responsable de Defensa estadounidense, Rusia ha añadido once grupos de batallones tácticos de los 76 desplegados en el país.
“¡Váyanse!”, expresó el martes el gobernador de la región de Lugansk, Serguéi Gaidai, que la víspera había señalado combates “incesantes” en varias ciudades y la pérdida de la pequeña ciudad de Kreminna, a unos 50 km de Kramatorsk, la capital de facto del Donbás aún bajo control de Kiev.
“Miles de habitantes de Kreminna no tuvieron tiempo de huir y ahora son rehenes de los rusos”, añadió Gaidai, cuyas afirmaciones sobre la caída de esta ciudad fueron contradichas por un asesor de la presidencia de Ucrania. En la región vecina de Donetsk, también en el Donbás, los rusos bombardean “en dirección a Marinka, Ocheretyne y Avdivka”, comentó su gobernador, Pavlo Kirilenko, señalando que la situación “está difícil pero controlada”.
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‘No hay lugares seguros’
Pero sin corredores, huir es imposible para muchos civiles atrapados desde hace semanas en medio de las hostilidades. “No tenemos más dinero, ni gasolina, no podemos irnos”, lamentó Nadia, una vecina de 65 años en el pueblo de Novodruzhesk.
“Estamos siendo bombardeados por todos lados. Es un milagro que sigamos vivos”, dijo la mujer con voz temblorosa. Desde ese pueblo a una decena de kilómetros de Kreminna, las fuerzas ucranianas castigaban el lunes con artillería y morteros la cercana ciudad de Rubizhne, cuyo cielo aparecía salpicado de columnas de humo blanco y negro.
Aunque los focos están en el Donbás, Rusia también atacó otras partes del país. El lunes se registraron bombardeos mortales en Járkov, la segunda ciudad del país, y en Leópolis, la gran ciudad del oeste que se había convertido en refugio para los desplazados.
“Hoy (lunes) hemos entendido claramente que no hay lugares seguros en Ucrania. Es muy peligroso”, afirmó una empleada bancaria llamada Natalia en esa ciudad, donde murieron al menos siete personas. El conflicto ha provocado ya casi 5 millones de refugiados en otros países y más de 7 millones de desplazados internos, según las Naciones Unidas.
Reunión de Biden
El Donbás está en la mira de Moscú desde hace tiempo. Las fuerzas separatistas han recibido su apoyo desde el estallido de la guerra contra Kiev en el 2014 y, poco antes de lanzar su invasión el 24 de febrero, el presidente Vladímir Putin reconoció las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
Coincidiendo con el recrudecimiento de la ofensiva rusa en el este, el presidente estadounidense Joe Biden convocó una reunión este martes con sus aliados para analizar la situación en Ucrania. Desde la Unión Europea, el lunes condenaron los bombardeos “indiscriminados” contra civiles ucranianos y denunciaron “ataques particularmente intensos” en el este, el sur y en Járkov.
En su intento de acercarse más a Bruselas, Zelenski apuntó el lunes que esperaba obtener “en unas semanas” el estatuto de candidato a incorporarse a la UE, tras entregarle al embajador del bloque en Ucrania, Matti Maasikas, dos expedientes con la demanda de adhesión.
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