Cuando Rusia anexionó la península de Crimea en el 2014, recibió una ola de sanciones; sin embargo, el presidente ruso, Vladimir Putin, aprendió una gran lección: prepararse para las próximas.
La anexión de Crimea no sería la única acción que el Kremlin efectuaría en perjuicio de Ucrania, y eso Rusia lo tenía claro. Por lo que Putin desarrolló una serie de mecanismos de defensa, como dejar de depender del dólar y crear un nuevo gasoducto que evitara el territorio ucraniano, protegiendo así la economía de su país.
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Desde finales del 2021, Rusia desplegó al menos 150.000 militares en las fronteras ucranianas, según Washington, lo cual llevó a potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos a denunciar la planificación de una inminente invasión.
Por su parte, y aunque niega su intención de invadir a su país vecino, Putin —quien se opone a que Kiev se una a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN)— intensificó drásticamente el conflicto cuando anunció el reconocimiento de la independencia de dos “repúblicas separatistas” prorrusas, que Moscú apoya en Ucrania: Donetsk y Lugansk, lo que se interpreta como el primer paso para una amplia invasión.
Ante esto, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos anunciaron una serie de sanciones para Rusia, pues según el presidente estadounidense, Joe Biden, con el reconocimiento de la independencia de Donetsk y Lugansk, el Kremlin inició la invasión a Ucrania.
“Rusia no podrá hacer dinero de Occidente y no podrá negociar su deuda en nuestros mercados o en mercados europeos”, aseguró Biden. Por su parte, entre las sanciones de la UE se destaca la congelación de activos y la prohibición de visados contra los 351 diputados rusos que aprobaron el reconocimiento de la independencia de los territorios separatistas.
Pero no son los únicos que se pronunciaron respecto a la independencia declarada “ilegal”. En Japón, las sanciones incluyen la prohibición de emitir visas para personas vinculadas con las “llamadas dos repúblicas”, así como congelar sus bienes e impedir el comercio con las regiones. Tokio también prohibió emitir y comercializar bonos del gobierno ruso en el país.
Canadá también anunció su respuesta ante el accionar del Kremlin. “Prohibiremos a los canadienses involucrarse en compras de deuda soberana rusa. Aplicaremos sanciones adicionales a bancos del estado ruso y evitaremos tratos con ellos”, aseguró el primer ministro, Justin Trudeau.
De su lado, Alemania suspendió la autorización del controvertido gasoducto Nord Stream 2 que une Rusia y Alemania. Este martes el canciller alemán, Olaf Scholz, advirtió de que habrá “otras sanciones” en caso de que la situación en la frontera ucraniana se agrave. Pero ¿qué tan efectivas son estas reprimendas?
“Que no haya ninguna duda: habrá una respuesta fuerte a estas sanciones, no necesariamente simétrica, pero bien calculada y dolorosa para Estados Unidos”, aseguró el ministerio ruso de Relaciones Exteriores en un comunicado.
Aunque los miembros del gabinete aparenten estar indignados, lo cierto es que el Kremlin de hoy no es el mismo que anexionó Crimea hace ocho años. Su estabilidad económica mejoró luego de una serie de acciones para fortalecer su economía, como recortar presupuestos, —lo que significó que la economía rusa creciera a un promedio de menos del 1% anual durante la última década— acumular grandes reservas de divisas y mejorar su posición como principal proveedor de gas natural en Europa.
Según el analista internacional Carlos Murillo, fue desde la Guerra Relámpago con Georgia en el 2008 —donde Moscú reconoció la independencia de las regiones separatistas de Osetia del Sur y de Abjasia— cuando Rusia inició el proyecto de recuperar la hegemonía que tuvo la Unión Soviética y mejorar exponencialmente su economía para librarse de futuras sanciones.
Para Murillo, con la llegada de Putin al poder inició en la parte económica un mayor desarrollo de la industria energética. “A partir del 2014 se aceleró el proceso de diversificar fuentes de financiamiento y aparece China, el socio clave que Putin espera que no le falle”, comentó Murillo.
Al tener a China como su principal socio, Rusia puede soportar algunas de las sanciones porque “serían del Occidente y no de sus principales socios comerciales”. Además, Rusia está en una posición financiera mucho más sólida “que la que tenía en el 2014 y el triple de la que tenía en el 2008″.
Por otra parte, el analista aseguró que la anexión de Crimea en el 2014 fue “una prueba” para determinar si la reacción de Occidente ante una invasión sería militar o diplomática. “Rusia comprobó que Occidente ya no responde militarmente como lo hacía en el pasado”, dijo Murillo.
Actualmente Moscú busca crear su propio sistema de pagos internacionales en caso de que lo sancionen con el acceso al Swift, el financiero global intermediario y ejecutor de transacciones entre bancos de todo el mundo, a cargo de los principales bancos centrales occidentales, con sede en Bélgica.
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