Moscú. Rusia acogió este jueves con frialdad el rechazo de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a sus exigencias de seguridad en torno a la crisis en Ucrania, aunque ambas partes dejaron la puerta abierta a mantener el diálogo.
Tanto Estados Unidos como la OTAN rechazaron el miércoles por escrito las peticiones claves de Moscú: el fin de la política de ampliación de la alianza transatlántica hacia la antigua zona de influencia soviética y un repliegue militar a las posiciones de 1997.
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Con decenas de miles de soldados desplegados en la frontera con Ucrania, que alimentan temores de una posible invasión, Rusia alegó que se siente amenazada y busca rediseñar la arquitectura de seguridad europea surgida tras el fin de la Guerra Fría y la caída de la URSS.
“No se puede decir que nuestros puntos de vista hayan sido tomados en cuenta o que haya una voluntad de atender nuestras preocupaciones”, dijo a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, indicando que su gobierno “no se dará prisa” en responder al rechazo estadounidense.
Por su parte, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, lamentó la respuesta negativa “a la cuestión principal” planteada por Moscú: que la OTAN no se amplíe, especialmente a Ucrania. Pero dejó la puerta abierta al diálogo. “Hay una reacción que permite esperar el inicio de una discusión seria sobre cuestiones secundarias”, aseguró Lavrov.
El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken indicó que había propuesto “un canal diplomático serio si Rusia lo desea”. Anteriormente, Washington evocó compromisos en control armamentístico o en transparencia en ejercicios militares. Mientras las maniobras diplomáticas se multiplican, el ruido de sables sigue resonando en el este de Europa, con al menos 100.000 soldados rusos desplegados en la frontera de Ucrania desde finales del año anterior.
La número dos de Blinken, Wendy Sherman, mencionó que “todo indica” que el presidente Vladimir Putin “usará la fuerza militar en algún momento, quizás entre ahora y mediados de febrero”. Por su parte, Moscú rechazó cualquier intención bélica y aseguró responder a la amenaza planteada por la OTAN, a la que pide “garantías jurídicas” para frenar su expansión hacia su antigua zona de influencia.
Pero tanto Estados Unidos como la alianza transatlántica se niegan a hacerlo, alegando el derecho de cada país a escoger sus aliados. Las potencias occidentales amenazaron a Rusia con importantes sanciones económicas si sus tropas avanzan hacia Ucrania. La jefa de la diplomacia alemana, Annalena Baerbock, indicó que estas afectarían al polémico gasoducto ruso-germano Nord Stream II, que espera su puesta en marcha.
Respaldo de Pekín
Por primera vez, China se posicionó en esta crisis y se alineó con las tesis de Rusia, con quien suele mostrarse cercana. “Las razonables preocupaciones de seguridad de Rusia deben ser tomadas con seriedad y resueltas”, mencionó su ministro de Exteriores Wang Yi en una llamada con Blinken en la que exhortó a todas las partes a “abstenerse de incrementar la tensión”.
De su lado, el secretario de Estado advirtió a Pekín que una agresión de Rusia contra Ucrania supondría “riesgos económicos y de seguridad globales”. Aunque la crisis escalonó, Ucrania es foco de tensiones desde el 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea y se desató un conflicto entre las autoridades prooccidentales de Kiev y separatistas prorrusos en la región oriental del Donbás, que dejó más de 13.000 muertos.
En una reunión el miércoles en París, emisarios ucranianos y rusos, acompañados por alemanes y franceses, se comprometieron a un “respeto incondicional del alto el fuego” decretado en la zona y se emplazaron a una nueva reunión a principios de febrero.
Celebrado como una “buena noticia” por la diplomacia ucraniana, este anuncio se vio ensombrecido por las declaraciones del principal representante de los rebeldes prorrusos, Denis Pushilin, al frente del bastión rebelde de Donetsk, que solicitó a Moscú armamento moderno para poder hacer frente a las fuerzas de Kiev.
Por su lado, el ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, aprovechó una visita a Dinamarca para reclamar nuevamente más ayuda financiera y armamentista. “Una Ucrania fuerte es la mejor medida de disuasión ante Moscú”, afirmó. Reforzando la sensación de una deflagración inminente, Washington pidió el miércoles a sus ciudadanos que “contemplen marchar ahora” para no verse atrapados en una zona de conflicto.
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